Vive en Madrid, pero por sus venas corre sangre riojana. Tanto es así que, durante la sesión de fotos, agasaja al equipo con un generoso surtido de productos locales. “Madrid es mi ciudad y donde se encuentra mi hogar, pero mis raíces están en La Rioja”, cuenta, mientras recuerda cómo de pequeña jugaba a hacer maquetas de papel al lado de su abuelo materno, una figura destacada de la arquitectura de la época. En el verano de 2023, Mónica Remartínez San Pedro celebraba su boda con Ricardo Gómez-Acebo Botín, donde ambos reunieron a la crème de la crème del país, incluidas invitadas como Victoria Ortiz Martínez-Sagrera, Belén Corsini o las hermanas Hernández-Gil. Hoy, la interiorista nos abre las puertas de su hogar, en el que emprende sus proyectos de interiorismo y el más personal de todos, San Peter House, donde experimenta con materiales y formas para crear cuadros y esculturas de papel maché.
-¿Cuál es la parte de tu trabajo que más disfrutas?
-La de conocer a fondo a mis clientes para poder reflejar su historia y su esencia y que los espacios tengan alma. Me da un poco de pena que ahora todo tenga que parecer nórdico por definición. Vestir con un vaquero y una camisa blanca es muy fácil. Lo difícil es tener la gracia de encajar las cosas más insospechadas y hacer de ello una obra de arte. Ahí es donde surge la magia.
-¿Y cuál dirías que es tu sello personal?
-Mi pasión por el diseño de interiores me motiva a hacer de este servicio algo accesible y cercano para un público amplio. Creo que todas las personas deberían tener la oportunidad de disfrutar de un espacio bien diseñado. Por eso, ofrezco una opción de proyectos a pequeña escala en forma de “talleres de un día”, donde trabajo personalmente con los clientes para darles ideas y soluciones eficientes.
-¿En qué te has inspirado a la hora de decorar tu casa?
-Mi familia y otros animales es uno de mis libros preferidos. Cuando nos mudamos a toda prisa un mes antes de dar a luz, me acordé de sus protagonistas, los Durrell, y pensé que era la oportunidad perfecta para pasármelo bien y recrear la villa decadente en la villa decadente en la que siempre quise vivir.
-¿Cuál es tu rincón favorito?
-Me quedo con el salón. Es el espacio donde nos reunimos en familia y donde recibimos a los amigos. He diseñado este rincón para que sea cómodo y acogedor, con muebles que invitan a conversar hasta altas horas, rodeados de piezas que cuentan una historia y que crean el ambiente que buscaba para nuestro hogar: funcional y lleno de carácter.
-¿Y tus piezas más preciadas?
-Las lámparas y los cuadros. Siempre los elijo con mucho cuidado porque creo que son objetos capaces de decir mucho de su dueño, o de no decir absolutamente nada.
-Tanto tu madre como tú y tu hermana sois unas enamoradas de la artesanía. ¿Nos cuentas más?
-Las mujeres de mi familia, las Martínez-Laya, han cultivado el gusto por la decoración, el arte de recibir y la artesanía. De ellas he heredado el amor por los detalles y el saber crear ambientes y objetos especiales. Tenemos un gen muy potente y, aunque el apellido vaya quedando atrás por ser mujeres, hacemos un gran esfuerzo por mantener vivas nuestras tradiciones.
-Son tus primeras Navidades con un bebé en casa. ¿Cómo las afrontas?
Con muchísima ilusión, pero también con mucho trabajo. Quiero que mi hijo se sienta orgulloso de mí el día de mañana, y eso merece todo el esfuerzo del mundo.
-¿Cómo celebras la Navidad?
-Manteniendo tradiciones familiares y con Dios en el centro. Pienso especialmente en quienes están pasando por momentos difíciles y en qué podemos hacer para reconfortarles.
-¿Cuál dirías que es tu punto fuerte como anfitriona?
-Procuro que cada invitado se sienta valorado. Tener una casa bonita para compartirla con la gente que queremos también es una forma de generosidad. Por otra parte, como buena riojana, creo que el vino lo mejora todo.