Cada vez que piensa en Jerez se le ilumina la cara y le vienen a la cabeza mil postales de los veranos pasados junto a abuelos, hermanos y primos. También de las bodas que han tenido como escenario la finca Santiago, su refugio en el sur, propiedad de la familia de su madre. La más reciente, la de su prima Ana Cristina Portillo; la más presente, la suya con Adrián Saavedra, celebrada en 2016. “¡Lo pasamos todos tan bien! Todavía hoy muchos amigos me lo recuerdan”, cuenta con emoción la artista y prescriptora.
Lo que Jerez significa para Lulu Figueroa podría resumirse en tres palabras: familia, naturaleza y descanso. “Es el lugar en el que consigo estar tranquila y desconectar, donde ando en contacto continuo con la naturaleza, que es lo que más me puede inspirar”, reconoce la pintora, que, sin ir más lejos, rinde homenaje a la ciudad con la exposición que inaugurará en noviembre, en Madrid, a la que ha llamado Un verano en Jerez y en la que sus hijos, Ciro y Lucio, ejercen de modelos, pintados por su madre bajo la luz del municipio gaditano.
Con ellos y con su marido disfruta de planes en familia -sus favoritos- en los que no falta una visita a 'La ciudad de la infancia', un gran parque recreativo gratuito que califica como 'increíble'; una inmersión en el conjunto monumental del Alcázar -“A mis hijos les encanta investigar y que su padre y yo les contemos historias”- o un alto en el camino para repostar en Venta Esteban, el restaurante que nunca defrauda y que, además, les pilla cerca de casa. Cuando se echa la tarde, la ruta continúa por las callejuelas de la ciudad para recalar en los tabancos, antiguas tabernas donde se despachaba vino a granel y, hoy en día, paradas obligatorias para degustar viandas locales y disfrutar de un espectáculo de flamenco en directo. “Ir de tabancos es el mejor plan, empezando por El Pasaje y siguiendo por San Pablo, Las Cuadras...”, enumera Lulu.
Aunque el verano le haga evocar recuerdos memorables, el otoño es su estación favorita: “Cambian los colores y el campo está precioso. No hace tanto calor y se puede visitar la ciudad con más calma. Además, ya es posible acceder a la Cámara Oscura del Alcázar. Está ubicada en la parte superior de la torre del Palacio y consiste en un sistema de lentes y un espejo a través del cual se puede observar la ciudad con gran detalle. ¡Es toda una experiencia!”.
Date el gusto
- Dónde perderse: Monasterio de la Cartuja y Alcázar.
- Para comer: La Cruz Blanca (C/Consistorio, 16), cocina típica jerezana; El Gallo Azul (C/Larga, 2), inspirado en los tabancos; El Bichero (Ctra. Caulina CA-3107), para pescados y mariscos; Venta Esteban (Colonia de Caulina C.11-03), guisos de cuchara.
- Cata de vinos: En las bodegas Fundador (C/Puerta de Rota s/n), Tradición (C/Cordobeses, 3) y El Maestro Sierra (Pza. de Silos, 5).
- Flamenco en directo: Puede disfrutarse en el tabanco El Pasaje (C/Santa María, 8).
- En los alrededores: Arcos de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda.