'Chula’ llaman a su madre y ‘Chula’ es como le gusta que se dirijan a ella: “Cuando alguien me dice ‘Karla’, siento que está enojado conmigo”, ríe la chef mexicana. Hoy es el día que nos abre las puertas de su casa en el centro de Madrid, un espacio al que se mudó recién casada con tan solo unas camas y la cocina en marcha y que, dos años después, ha convertido en un hogar junto a su marido, el empresario Ramón Hermosilla, y su hija Constantina, Coco, de tan solo cuatro meses y medio.
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-Háblanos de esta casa, ¿qué crees que la hace especial?
-Es un espacio de paz, en tonos totalmente neutros. Al vivir en el bullicio del centro de Madrid, buscábamos en la decoración un sentimiento de serenidad. Aunque yo me considero maximalista, colorida y muy folclórica, me está gustando mucho vivir aquí. El color lo incluyo siempre en las vajillas, las flores, los manteles y la cristalería.
-¿Como era tu casa en México?
-Muy espaciosa y con mucha luz. Cada cuarto tenía un color, había mucho arte y plantas, estaba lleno de vajillas y artesanías mexicanas... Algunas todavía no me las he traído... La cocina era de azulejos de diferentes tonos de verde y en la pared había espejos para que mis alumnas me pudieran ver. Venían de todas partes del país a pasar la mañana conmigo y aprender a cocinar. No sabes cuánto lo echo de menos; fue un capítulo fascinante en mi vida.
-Habrá guiños a México en la decoración para combatir esa nostalgia...
-¡Por supuesto! Mi favoritos son la Virgen de la Salud hecha de barro y una calavera del ‘gran’ Posada (José Guadalupe Posada, el ilustrador mexicano de la Catrina). También hay unos huaraches de Orly Anan que encuentro muy imponentes.
-¿Cuál dirías que es el rincón más mexicano de la casa?
-No es tan mexicano como me habría gustado, pero adoro mi cocina. Siempre está llena de frutas y verduras, con la ‘virgencita’ presente y muy buen rollo. Rocío La Roche, de Moretti, a quien muchas amigas me habían recomendado, dibujó la cocina de mis sueños, ya que no solo es práctica y bonita, sino totalmente funcional y ¡grita mi nombre!
-Como buena chef, cuéntanos qué detalles ‘deco’ nunca te fallan a la mesa...
-Las vajillas de la marca portuguesa Bordallo Pinheiro: la otoñal hace que mis mesas se conviertan en mercados. También me gusta mucho poner frutas como si fuesen centros de mesa. Los individuales de lino de Los Encajeros son un sueño para cualquier mesa, así como las cosas de IQ Home o Zara Home, que también uso mucho. Pero lo que más me emociona son las antigüedades o los objetos heredados.
-¿Cuál es el espacio que lleva ‘escrito’ tu nombre?
-El cuarto de Constantina. No pude concebirlo con los clásicos colores neutros de bebé. Lo entelé entero con motivos indios y le puse dos lámparas con forma de palmera que encontré en el Rastro. La cuna es heredada de los hijos de mi gran amiga Vega (Royo-Villanova).
-¿Y la pieza más preciada?
-El colchón de mi cuarto. ¡Siempre deseo volver a dormir en él! (risas). Ahora en serio, mis ‘tesoros’ son mis gatitos, Sakura y Campari. Los adopté en México hace siete años y vinieron conmigo a Madrid un poco antes de casarme. Les adoro.
-Has hecho buenos amigos en España... ¿Te gusta recibir en casa?
-¡Me fascina! Me encanta preparar los cumpleaños de mis amigas, pero en realidad cualquier excusa es buena. Adoro poner la mesa y las flores y pensar en el menú, ir al mercado y cocinar. Hasta dibujar los place cards me hace ilusión. En mi casa siempre hay comida para todos y, si no, se les pone más agua a los frijoles, como decimos en México.
“No concebía el cuarto de Constantina con los clásicos colores neutros de bebé, así que lo entelé entero y puse dos lámparas de palmera del Rastro”
-¿Hay algo especial con lo que te guste sorprenderles?
-Soy muy fan de la naturalidad y de que la gente se sienta muy a gusto. Por eso siempre tengo el mejor tequila y la comida suele ser picante.
-También tendrás tu lugar favorito de reunión.
-La terraza. Disfrutar de la ‘botana’ (el aperitivo) a un lado de la alberca nos encanta. Siempre hago flautas con guacamole y margaritas. Somos muy felices ahí.
-Acabas de publicar libro. ¿Qué encontraremos en él?
-Se llama Chula, estás cabrón y me siento muy afortunada de que Espasa sea mi casa editorial. Virginia, mi editora, y yo sentimos que el nombre no podía ser más arrollador y pertinente. Es una visión personal de la gastronomía a través de las emociones, con más de 100 recetas del mundo y un capítulo dedicado enteramente a mi tierra. Las fotos son de muchas etapas de mi vida, de cuando estaba soltera en mi colorido apartamento de México a ya casada y embarazada en mi casa de Madrid.
“Disfrutar de la ‘botana’ a un lado de la alberca nos encanta. Siempre hago flautas con guacamole y margaritas. Somos muy felices aquí”
-A propósito, ¿cómo estás viviendo ser madre primeriza?
-Di a luz y terminé el libro el mismo mes. Ha sido agotador, pero gratificante. No veo la hora en que pueda estar en las casas de la gente. Y me muero con Coco, es una ‘lindura’.
-¿Cómo te gusta celebrar el Día de Muertos?
-Cuando llegué a Madrid fui al altar de Casa de México que pone mi amiga Ximena Caraza y es maravilloso. Para este año tengo guardada una sorpresa. No puedo revelar mucho, pero será ‘padrísimo’.