EL Ganso, Scalpers, Sandro o Aristocrazy son solo algunas de las marcas que le deben su expansión en México. La empresaria Elena Muûls, española de nacimiento, casada con el belga Francis Muûls y madre de dos hijos, Chloe, de 16 años, que la acompaña en estas páginas, y Nico, de 14, hacía las maletas hace poco más de un año para poner rumbo a Dubái, donde actualmente reside, tras más de diez viviendo en el país azteca. Su vida, sin embargo, transcurre en un avión, el que la devuelve todos los meses a México por trabajo y la trae a España por placer, a Sotogrande para ser exactos, el destino donde su marido, hijo de diplomático, pasaba siempre sus veranos. Elena no conoció esta zona del sur hasta que se casó, y tuvo tal flechazo que decidieron construir 'la casa de sus sueños'.
¿El deseo de la pareja? Erigir un refugio no solo para las vacaciones estivales, sino que sirviese de punto de encuentro de toda la familia, que vive en diferentes países; donde se respirara mar, pero también campo (se encuentra en un espectacular paraje, rodeada de un bosque de alcornoques). “Está inspirada en los cortijos andaluces y transmite Andalucía por todos sus rincones, con sus patios con fuentes y naranjos. El estudio de arquitectura Vidal Dorissa, que trabajó siempre con el afamado Jaime Parladé, llevó a cabo el proyecto”, explica Elena Muûls, que se encargó de la decoración de principio a fin para que la casa representara lo que son ella y su familia: 'habitantes del mundo'. Todas las piezas, desde las que llevan la firma del mejicano Mario Lopez Torres, hasta las sillas 'yoruba', de Nigeria, dan fe de ello.
-Hablas de 'flechazo' con Sotogrande. ¿Cómo fue?
-Nos encanta Andalucía, pero Sotogrande tiene algo especial: la luz, la gente, la comida y que está al lado de Marruecos, que nos chifla. Poder escaparte a Tánger un fin de semana es una maravilla. Tienes Marbella al lado, por si te aburres (risas), pero sin el bullicio. Además, mi marido juega al golf y aquí están los mejores campos de España.
-¿Qué tiene esta casa que es tan especial para vosotros?
-La hemos levantado desde cero, eligiendo hasta el último detalle. Los materiales proceden de cortijos centenarios, como el barro de los suelos, las puertas y las tejas. Nos encanta que parezca que la casa siempre estuvo ahí, lo cual se logró con estos materiales de derribo.
-Eres una decoradora en potencia. ¿Cuál es la parte que más te divierte?
-Francis disfruta más con la fase previa de paisajismo y arquitectura y yo, sin embargo, soy una loca de combinar telas, texturas y acabados. Me divierte mezclar y dar personalidad a las estancias de la casa para que no dejen indiferente. Me gusta arriesgar.
-¿Tienes alguna estancia favorita?
-La cocina. Quisimos integrar el comedor para poder reunir a la familia en torno a la mesa. Es el lugar más acogedor y donde más tiempo pasamos.
-¿Hay algún objeto que tenga para ti un valor sentimental especial?
-La pieza a la que tengo más cariño es la lámpara del comedor que compramos al artista Mario Lopez Torres antes de fallecer. Sus obras se han convertido en piezas de arte muy cotizadas. Fuimos a buscarla personalmente mi marido y yo a Michoacán y sabíamos que acabaría colgada en esta casa. Es un objeto que respira México. La veo y me acuerdo de este país que te engancha y que una vez que conoces no puedes abandonar. Después de la lámpara, están las sillas 'yoruba', traídas desde Nigeria gracias a Anne, de Avi Fabrics, que lleva tiempo en África y que hizo posible que llegaran a casa. ¡Siempre había querido una pareja! Representan la artesanía en todo su esplendor. Llevan muchísimos meses de un trabajo superdelicado, porque están bordadas a mano con chaquiras de colores. Las mías son antiguas y, cuando vi su diseño en azul y blanco, tuve un flechazo. Las telas de la casa vienen principalmente de Casa Lopez y algunas de ellas, como las del comedor, son vintage, encontradas en anticuarios. También me encanta la placa de la chimenea con el escudo de la familia de Francis, un trébol que da nombre a la casa, que se llama La Casa del Trébol. Mi suegro se la regaló a todos sus hijos y la tienen en sus casas de campo.
-Tu hija, que te acompaña en estas páginas, ¿comparte tu gusto por la decoración?
-Chloe es una niña con un sentido de la estética muy desarrollado. Desde pequeña me acompañaba a visitar las tiendas cuando recibíamos las nuevas colecciones, y también me recomienda marcas nuevas para llevar a México. Está a la última en tendencias. Ha viajado por todo el mundo y esto le ha hecho tener una sensibilidad muy especial.
-Cada rincón de la casa refleja cosmopolitismo...
-Me gusta tener a la vista objetos que me recuerden a viajes o etapas de mi vida en distintos países.
-Te refieres a la artesanía como 'el nuevo lujo'. Cuéntanos qué valor le das.
-No hay nada más bonito que lo hecho a mano con esfuerzo y dedicación. Siento que el amor puesto por el artesano se queda en la pieza. Soy una persona de energías y me considero muy afortunada. ¡Quizá se deba a haberme rodeado de la buena vibra de los artesanos que diseñan las piezas que compro!
-En el reportaje lucís prendas de Coyuchi Kaftans, la marca que tienes con tu hermana, hechas en Ucrania. ¿Es importante para vosotras el componente social?
-Cuando comenzaron los conflictos en el país, mi socia (y gemela) y yo decidimos poner nuestro granito de arena. Decidimos contactar a mujeres que seguían bordando en talleres a pesar del conflicto para pedirles una colección especial. La cápsula, Ucrania Límited Edition, fue todo un éxito y se ha quedado de forma permanente con nosotras. Seguimos creando diseños cada temporada con estas mujeres artesanas y a nuestras clientas les encantan.
-Ya que te pasas la vida en un avión. ¿Algún truco para combatir el 'jet lag'?
-De Dubái a México hago más de 24 horas de viaje, pero el cuerpo se acostumbra. Últimamente practico el famoso grounding. Cuando estoy llegando a mi casa en Dubái, me descalzo y ando 15 minutos por el jardín; siento que el cuerpo se adapta más rápido al nuevo horario. Soy afortunada porque nunca he sufrido mucho con el jet lag.
Arts & crafts
Piezas decorativas únicas realizadas y pintadas a mano que desde distintos hemisferios reivindican sus raíces y objetos que deben su imponente presencia a materiales como el ratán, la piel o el latón.