Teresa e Isabel Domecq tienen claro que el apellido manda. Además de hermanas, hace más de una década que también son socias. Tras la marcha de su padre Juan Pedro Domecq Solís, su hermano se hizo cargo de la ganadería brava y ellas aparcaron sus respectivas carreras en asesoría jurídica y consultoría para ocuparse -juntas- del negocio del jamón.
“Nuestros padres adquirieron esta finca porque lindaba con la que ya tenía nuestro abuelo por la zona. Así que la compraron y se trasladaron desde Jerez en los 70”
Los tres mantienen vivo el legado familiar que con tanto esfuerzo y cariño el patriarca asentó en Lo Álvaro, una finca sevillana con más de 3.000 hectáreas que su madre, la decoradora Teresa de Morenés y Urquijo, condesa del Asalto y baronesa de las Cuatro Torres, se encargó de convertir en un hogar donde disfrutar del campo más allá de la cría de toros, caballos y cerdos. Nos desplazamos hasta este paraíso natural para embriagarnos con el olor de la hierba, las encinas y los alcornoques de la dehesa, y para conocer los recovecos de una casa donde se respira tradición e historia por los cuatro costados.
-Sois hijas de un Domecq y una Urquijo. ¿Cómo es provenir de dos de las sagas españolas con más solera?
-Los Domecq llevaron los mejores vinos de Jerez al mundo entero y nosotras estamos intentando hacer lo mismo con otro de los grandes productos de esta tierra, el jamón de bellota ibérico. De esta rama nos viene la vocación ganadera por los toros, los caballos y los cerdos (pero no cualquier cerdo, sino el mamellado-lampiño que rescató nuestro padre de la extinción). Y de los Urquijo hemos heredado el sentido de lo estético, el amor por el campo, la afición por las flores y, en general, la búsqueda de lo bello y lo especial.
-¿Sentís mucho arraigo por vuestra tierra?
-Andalucía, en concreto Jerez y Sevilla, es donde hemos pasado todas nuestras vacaciones desde niñas, rodeadas de familia y amigos. El campo, la feria, la playa... estamos llenas de recuerdos maravillosos y procuramos mantener nuestras raíces.
“De los Domecq hemos heredado la tradición ganadera y de los Urquijo, el sentido de lo estético y el amor por el campo”
-Nos recibís en Lo Álvaro. ¿De dónde sale esta propiedad?
-Nuestro abuelo tenía una finca en esta zona, así que nuestros padres decidieron adquirir Lo Álvaro porque lindaba con ella y se trasladaron desde Jerez en los años 70.
-¿Cuáles son vuestros primeros recuerdos aquí?
-Probablemente de la obra -la casa se fue haciendo poco a poco- y, por supuesto, del campo y los animales.
-¿Es cierto que la dehesa se puede visitar?
-Nuestro hermano Juan Pedro está creando una experiencia que permite recorrer la historia de la ganadería más antigua de España marcada con el hierro de Veragua desde 1970. El museo aún está en construcción, pero espera inaugurarlo durante el primer trimestre de 2025 y, mientras tanto, se puede disfrutar del toro en su hábitat natural.
-¿Venís mucho?
-Es un lugar de reunión familiar, pero también de trabajo. Tanto los toros como los cerdos requieren atención constante. Tenemos un gran equipo fijo aquí, pero venimos todo el rato. Estamos a solo 4 horas en coche desde Madrid y usamos mucho el Ave.
“Este es un lugar de reunión familiar, pero también de trabajo. Venimos constantemente”
-¿Fue vuestra madre quien se encargó de la reforma?
-Ella es decoradora y convirtió los establos, almacenes, hornos de pan... y demás espacios en el hogar que veis ahora. La casa ha ido cambiando y creciendo a lo largo de más de 30 años, pero siempre manteniendo su esencia original: las vigas de madera vistas, los suelos de barro o las rejas. Se ha ido modernizando y cada generación va aportando cosas (especial mención a nuestra cuñada Sofía).
-¿Hay algún rincón del que vuestra madre esté especialmente orgullosa?
-Posiblemente la capilla, que la hizo inspirándose en la ermita de San Antonio, situada en Higuera de la Sierra (Huelva).
-¿Y un mueble u objeto que tenga un gran valor sentimental para vosotras?
-Quizá los reposteros que bordó nuestra bisabuela con los escudos de sus apellidos Morenés, Carvajal, García Alessón y Hurtado de Mendoza. También los detalles con hierro de Veragua presentes por todas partes, desde los maceteros hasta los remates del tejado de Triana.
-¿Qué cosas soléis hacer cuando os reunís?
-Recorremos el campo a caballo, en coche, andando... Aunamos el trabajo diario con el disfrute del campo, seguido siempre de largas comidas en familia y con amigos.
-¿Cambia mucho la vida aquí cuando llega el calor?
-En verano ajustamos nuestras costumbres para aprovechar los ratos más frescos a primera y última hora del día, y el resto del tiempo hacemos más vida dentro de casa o alrededor de la piscina.
-¿Quién es el miembro más ‘cocinitas’ de la familia?
-Nuestro hermano Juan Pedro. Desde la pandemia se ha convertido en todo un chef.
“La casa ha ido cambiando y creciendo con los años, pero continúa conservando su esencia original de vigas de madera vistas, suelos de barro y rejas”
-¿Alguna receta estrella?
-La barbacoa de carnes ibéricas (pluma, secreto, presa...) siempre es un gran plan para hacer con amigos.
-¿Os gustaría que el legado que habéis abrazado saltara a la próxima generación?
-¡Sin duda! Intentamos que nuestros hijos vengan siempre que pueden y que vivan el amor por el campo que lleva en la familia desde hace generaciones.