Sevilla sigue teniendo un color especial más allá de La Giralda y el río Guadalquivir. Bien lo sabe Cristina Benjumea, que cada fin de semana recorre junto a su marido y sus tres hijas los escasos kilómetros que les separan de Molinillos. Propiedad de sus padres, el jerezano Guillermo Benjumea Díez y la sevillana María Luisa Guardiola, esta hacienda del siglo XVIII sirve de punto de encuentro para toda la familia. Un lugar, a medio camino entre el cortijo andaluz con mucha solera y el country chic inglés de aire rústico, al que la nieta del rejoneador Salvador Guardiola Domínguez, Caballero de la Orden de Malta, escapa para disfrutar del campo y pasar tiempo con los suyos. Hasta allí nos desplazamos para dejar que el duende que respira cada rincón impregne las páginas de un número dedicado a la familia y a su inquebrantable unión.
-¿Eres una andaluza muy arraigada a su tierra?
-Siempre me he sentido muy vinculada a Sevilla, para mí es mi casa. Aquí están mis amigos de toda la vida, me gusta la alegría que se respira... pero, sobre todo, es donde reside mi familia. Cuando vivía fuera intentaba bajar al menos una vez al mes para recargar pilas y, cuando me casé, decidí que era el momento de volver definitivamente.
-Dejamos atrás dos de las citas más especiales en vuestro calendario, Semana Santa y Feria. ¿Las vives con fervor?
-Claro, me encantan nuestras tradiciones. Desde muy pequeña, mi abuela me llevaba el Jueves Santo a ver la Quinta Angustia -tuve una infancia siendo “muy capillita”- y mi primer traje de flamenca me lo hicieron con dos años. ¡Hacer el camino del Rocío con Triana es una experiencia que hay que vivir!
“Molinillos es una hacienda de olivar del siglo XVIII que llegó a las manos de mis padres en el 2000 y decidieron rehabilitarla”
-¿Cómo las habéis celebrado este año?
-Mis hijas salieron en una cofradía el Domingo de Ramos y están aprendiendo sevillanas. Lo que más ilusión me hace de la Feria, desde que soy madre, es vestirme de flamenca con mis niñas y ver lo mucho que disfrutan bailando, comiendo algodón de azúcar, subiendo a los cacharritos en la calle del Infierno... ¡Se lo pasan pipa!
“He tenido la suerte de contar con un padre de Jerez y una madre de Sevilla, por lo que he disfrutado de una misma cultura a través de dos visiones distintas”
-¿Cómo ha sido criarse en una familia con tanta solera?
-He tenido la suerte de contar con un padre de Jerez y una madre de Sevilla, por lo que he podido disfrutar de una misma cultura a través de dos visiones distintas. Una más vinculada al vino y la otra, al campo, los toros y los caballos.
-¿Qué valores crees que te han transmitido y les inculcas a tus hijas?
-Sin duda, la importancia de la familia. Nos esforzamos cada día para que sean buenas, honradas, respetuosas y trabajadoras.
-Cuéntanos la historia que hay detrás de este enclave.
-Molinillos es una hacienda de olivar del siglo XVIII que llegó a manos de mis padres en el 2000 en un estado semirruinoso, pero conservando las estructuras originales: las columnas, tinajas, serigrafías de la fachada... Se embarcaron en una rehabilitación durante 6 o 7 años, en los cuales fueron buscando en distintos derribos vigas, portones, suelos de madera... Ellos lo recuerdan como una época intensa y a la vez apasionante.
“Venimos siempre que podemos. Está solo a 20 minutos de Sevilla. Aquí pasamos las Navidades, el inicio del verano y muchos fines de semana”
-¿Venís mucho?
-Siempre que podemos nos escapamos. Está a solo 20 minutos de Sevilla y para nosotros es importante transmitirles a las niñas el amor por la naturaleza y por pasar tiempo de calidad con los tuyos. Venimos las Navidades, el inicio del verano y bastantes fines de semana.
-¿Qué tipo de planes os gusta hacer?
-Disfrutamos mucho del jardín, donde tenemos una zona para jugar al croquet y un parque infantil. Solemos organizar barbacoas y comidas al aire libre con nuestros amigos y sus niños.
-La hacienda, aunque andaluza, cuenta también con estancias muy campestres y románticas. ¿Quién se encargó del interiorismo?
-A mi madre siempre le ha encantado la decoración y tiene muy buen gusto. Ella lo hizo todo. Mis padres han ido trayendo cosas procedentes de todas partes del mundo. Por poner un par de ejemplos: hace 4 años fuimos a Nápoles a por un nacimiento que es un espectáculo, lo bonito que queda montado en el salón, y tenemos una cocinita antigua que le compraron a un chamarilero portugués durante un viaje a Comporta.
“Mi madre se encargó de toda la decoración. Siempre le ha encantado y tiene muy buen gusto”
-¿Cómo describirías el estilo de la finca?
-Diría que es ecléctico y tradicional. Hay muchos muebles heredados y otros traídos de anticuarios, combinados con piezas actuales como son las esculturas y las lámparas de Fernando Oriol. También está presente el country chic de las casas inglesas que tanto le gustan a mi madre a través de textiles y estampados de cuadros y flores y de otros guiños.
-¿Hay algún mueble u objeto que tenga especial valor sentimental para vosotros?
-El cuadro de mi abuelo Salvador rejoneando que pintó Romero Ressendi y preside el salón. Mi abuelo murió rejoneando, algo que no hacía como profesión, ya que lo donaba todo a la caridad, a las Hermanitas de la Cruz. Murió unos meses antes de que mi madre naciera, no llegó a conocerlo.
“El cuadro de mi abuelo Salvador rejoneando que pintó Romero Ressendi tiene un gran valor sentimental”
-Claudia, Gabriela y Bibiana tienen 4, 2 y 1 añito. ¿Cómo es criar tres niñas tan seguidas?
-¡Una bendita locura! Hace falta mucha organización, paciencia y cariño, pero creo que es el mayor regalo que les podíamos hacer, tenerse las unas a las otras. Es sacrificado, pero muy gratificante.
-¿Os da tiempo a traer invitados y ejercer de anfitriones?
-A mi madre lo que más le gusta es tener la casa llena de gente, disfrutarla y vivirla. Le encanta recibir. Es la mejor anfitriona que conozco y también la más generosa, siempre dispuesta a que invitemos a amigos. ¡Ya es costumbre que Molinillos esté lleno!
-Estudiaste Administración de Empresas y trabajas en la firma Noon Spain. ¿Tenías claro que querías dedicarte a la moda?
-Siempre me ha gustado. Mi primer trabajo al acabar la carrera fue en Madrid, en el departamento de compras de Gocco. Luego me casé y me vine a Sevilla, donde empecé en Noon como Product Manager.
“Disfrutamos mucho del jardín y de organizar barbacoas y comidas al aire libre con nuestros amigos y sus hijos”
-¿Y la decoración? ¿Eres de las que se entretiene buscando virguerías para el hogar?
-Como lo he vivido desde pequeña con mi madre, me encanta. En casa teníamos todas las revistas de decoración y, con la edad, cada vez me atrae más. Si pudiera, estaría cambiando cosas continuamente.
-¿Cuáles son tus direcciones favoritas?
-El Patio de Sevilla tiene muebles y antigüedades maravillosos. Para textiles y tapicerías, sin duda, Ideas Marbella. También me chiflan las lámparas de Fernando Oriol y las propuestas vintage de AntikSuk, y Victoria Abbad está muy presente en mi casa. En Madrid, me encantan Rue Vintage 74 y La Mecedora, y mi amiga, la interiorista María Santos, acaba de abrir Bingutti. Los corales de Verde Gris no fallan para el salón.
-¿Cuál sería tu ruta perfecta por Sevilla?
-Empezaría por un agradable desayuno en Plácido y Grata o en la azotea Orzáez, continuaría con un paseo por el barrio de Santa Cruz, con parada en La Fresquita para tomar una cervecita, y almorzaría en Salmedina unas gambas marinadas, o en Zurbarán, la clásica taberna sevillana adaptada al siglo XXI. Y para un homenaje o una buena cena, la barra de Cañabota o la del Señor Cangrejo. En caso de salir con amigos, iría a la terraza de Río Grande, que cuenta con las mejores vistas de la ciudad.
De cuento
Recréate en la vida campestre haciendo de la naturaleza tu principal fuente de inspiración. Llena la casa de flores, hazte con una alacena para colocar tus vajillas de cerámica , busca en anticuarios muebles de época fabricados en madera o hierro forjado, y pon velas -muchas velas- para dotar de calidez cada rincón.