Natalia López, merienda en mi casa

La modelo, cofundadora de Vajillas de Ultramar, reúne a sus amigas -la quesera Clara Díez, la comunicadora Alejandra Domínguez Gila y la florista Inés Urquijo- para hablar de la nueva artesanía española con motivo de la vajilla que acaba de presentar en colaboración con Josep Font

18 de abril de 2024 - 15:16 CEST18 abr 2024 - 15:16 CEST

Según fueron llegando las invitadas de Natalia López -cofundadora, junto a María José Díez, de Vajillas de Ultramar- a su cita, la conversación se dirigió automáticamente a la -merecidísima- importancia que últimamente está cobrando en España el trabajo artesano. Perteneciente desde su origen a SACo, la Sociedad Española de Artesanía Contemporánea, la firma de Natalia es un buen ejemplo de ello. Pero también el éxito de Formaje, la quesería de Clara Díez, que reúne decenas de propuestas artesanales del sector, o de Inés Urquijo, la florista slow que ha preferido cultivar sus propias flores, a las afueras de Madrid, y prescindir de cualquier tóxico -como la omnipresente espuma verde de floristería- en sus arreglos para volver a los orígenes.

“Nuestros diseños son delicados, pero muy sofisticados. Son piezas hechas a mano, ligerísimas Dentro de su simplicidad son muy especiales” Natalia López

Alejandra Domínguez Gila, la tercera invitada, comunicadora, modelo y experta en tendencias, es una espectadora de excepción para sus proyectos. Nadie como ella para transmitir lo especial que hay en cada uno de ellos. Como buena sevillana, no duda en “traer a la mesa” todos los oficios artesanales -muchos en peligro de extinción- que hacen de la Semana Santa en su tierra un evento tan singular y fascinante: orfebres, guarnicioneros, bordadores, vidrieros...

Mientras hablan de todo esto, poco a poco van componiendo la mesa en la que no tardarán en sentarse a disfrutar de una merienda en torno a la última colección de Vajillas de Ultramar, diseñada junto al diseñador Josep Font, íntimo amigo de Natalia desde sus tiempos como modelo. “Nuestra amistad viene de hace más de 20 años, cuando empecé a desfilar para él. Siempre lo he considerado el diseñador español más importante después de Balenciaga”, cuenta ella, que antes de desfilar para él y otros grandes nombres del mundo de la moda, como Karl Lagerfeld, fue bailarina clásica profesional. De ahí, quizá, su pasión por lo más exquisito. “Nuestros diseños son muy delicados, pero también muy sofisticados. Son piezas hechas a mano desde el inicio, ligerísimas. Dentro de su simplicidad son muy especiales”.

“Me gusta unir mis flores a lo que se ha hecho de la misma manera, que sale de la tierra, de las manos y de la mente de un artesano” Inés Urquijo

Al ser 100 % artesanales, nunca habrá dos exactamente iguales. Algo que todas aplauden y celebran en sus propios oficios. “Yo hace tiempo que decidí cultivar mis propias flores para estar en contacto con flores ‘reales’, que son imperfectas, tienen aroma y mucho más movimiento”, cuenta Inés Urquijo. “Para mí, la floristería y la artesanía se vinculan de manera natural. Los que nos dedicamos a esto y tenemos la misma sensibilidad tratamos de expresar belleza y naturalidad de manera espontánea y auténtica”.

Es por ello que resulta fácil que surjan fuertes vínculos entre unos y otros. “Me gusta unir mis flores a lo que se ha hecho de la misma manera, que sale de la tierra, de las manos y de la mente de un artesano o un artista. Cuanto más profundizo en este mensaje de reconexión con la naturaleza, más me interesa conocer a la gente que, como yo, busca expresarse con la materia de la tierra, con sencillez y pasión por lo natural”.

“En el mundo del queso siempre hay una tensión muy interesante entre tradición e innovación. Creo que siempre tienen que ir de la mano” Clara Díez

Clara asiente convencida. No podrían sentirse más identificadas. “Para mí siempre ha sido clave que lo artesano, lo manual, estuviese en la base de Formaje. Conectamos muy bien porque nuestros proyectos tienen mucho en común: nos dirigimos a un público que valora mucho esa filosofía, y entendemos la belleza de una misma manera. Nos importa muchísimo la forma en la que nuestros proyectos se llevan a cabo”, explica ella, que este año ha publicado su primer libro: Leche, fermento y vida (ed. Debate). “En el mundo del queso siempre hay una tensión muy interesante entre tradición e innovación. Creo que siempre tienen que ir de la mano. La tradición tiene que estar en la base, pero luego hay que ver cómo se reinventa y se trae a nuestros días para celebrarla y mejorarla sin que pierda su esencia, que es lo que la ha hecho perdurar”, sigue.

Alejandra suscribe sus palabras: “No hay duda de que todas compartimos una misma sensibilidad. Me gusta muchísimo estar en contacto con artesanos de todo tipo. Es muy importante que estos oficios no se pierdan. Imagino que, con todos los avances que hay, cada vez es más difícil hacer las cosas de esta forma, pero también es más y más importante que no se pierda el saber hacer, y concienciar a las personas del valor que tienen las cosas que se hacen a mano, y no con una máquina en serie o, pronto, puede que incluso con algún tipo de inteligencia artificial. Siempre debemos poner en valor estos oficios y fomentar que pasen de generación en generación”. Algo a lo que proyectos como los suyos, seguramente puedan contribuir enormemente.

“Mi amistad con Josep Font viene de hace más de 20 años, cuando empecé a desfilar para él. Siempre lo he considerado el diseñador español más importante después de Balenciaga” Natalia López

3Q1A2718-Collage-U17326041367NzA — La casa, de techos altos, amplios ventanales y con todo el buen gusto del dúo formado por las socias Natalia y María José, sirvió de perfecto telón de fondo para la reunión. Arriba, Natalia con Alejandra. Sobre estas líneas, disfrutando de los postres de Balbisiana con Inés, detalle de la tarta de queso, y de los quesos de Formaje.

La nueva merienda

¿Merienda-cena o drunch?

En los últimos tiempos, el plan de quedar para hacer una merienda copiosa y tardía está cobrándose cada vez más adeptos. Tantos, que muchos locales a nivel internacional ya apuestan por lo que se ha denominado como drunch (brunch de cena), nuestra clásica merienda-cena... pero más sofisticada y generalmente regada con algún cóctel.

La hora, importa

Ni demasiado temprano ni demasiado tarde, la mejor hora para este plan es entre las 18 h. y 19 h. La clave está en quedar a la luz del día... pero irse ya al anochecer, cenado -¡y feliz!- a casa.

Sobre la mesa

La mezcla de dulce y salado es algo que siempre ha estado presente en estas meriendas tardías. La clave para darles un aire más de tendencia es la presentación.. y el menú. Puede haber sándwiches mixtos, pero con un toque de trufa, o un plato de queso... pero artesano. Lo mismo con la vajilla: saca tus mejores piezas, ¡y a disfrutar!