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alejandra de rojas living 51© Cortesía

Living como... Alejandra de Rojas

‘La belleza de las cosas reside en la sencillez con la que las observamos’


22 de febrero de 2024 - 14:01 CET

Una mesa entre ruinas

Es invierno, y aunque el frío aprieta, me imagino una bonita mesa al aire libre rodeada de gruesos muros cargados de historia. Elijo unas sillas de interior que cubro con mantas de lana para resguardarnos mientras almorzamos. Me gusta el contraste que da la calidez de la madera con las piedras, el musgo y el desorden que impera en este jardín imperfecto. Doy protagonismo a la decoración y me decanto por altos candelabros, jarras de agua con forma de loro, cuadros que cuelgan de los árboles y hortensias secas en un jarrón con forma de oveja.

Una mesa bucólica-Collage-U67587508543CLu© Cortesía
Detalle bajo plato con platos-Collage-U55080477587GEl© Cortesía
Arriba a la izquierda, plano general de la mesa. La vajilla es de Zara Home, la oveja de Naranjas de la China, la jarra de loro de Andrea Zarraluqui y los bajoplatos de Cashmere Decoración. El cuadro de galgos es una maravilla pintada por mi amigo Guillermo de Vicente. Al lado, agunos detalles: hortensias secas, pajaritos de plata para la sal, jarra de loro y jarrón con forma de oveja. En el círculo, vajilla de Zara Home y bajoplatos de Cashmere Decoración. En esta imagen, a la derecha, silla de interior con manta de lana para resguardarnos del frío.

Todo resulta muy teatral y nosotros, sentados bajo los tímidos rayos de sol que asoman entre las nubes, nos sentimos los protagonistas de un cuento. De no ser por el menú, un sencillo cocido madrileño hecho a fuego lento en olla de barro, todo parecería una ilusión.

La Ventana de las ruinas-Collage-U13076868458GtU© Cortesía
A la derecha, con sombrero de Mimoki, jersey de Sézane, falda de Bimba y Lola y botas de Massimo Dutti, junto a mi perra Bona. Al lado, ventana en medio de las ruinas.

Cocido madrileño

Alejandra de Rojas LIVING 51© Cortesía

Ingredientes (para 4 personas)

● 1/2 kilo de garbanzos (de Fuentesauco)● 200 g de morcillo ● 1/4 kilo de gallina ● 1/2 chorizo ● 1/2 morcilla ● un hueso de jamón ● un trozo de tocino ● 1/2 repollo● 2 patatas ● fideos para la sopa

Elaboración

  1. De víspera, deja los garbanzos en remojo con agua templada y una pizca de bicarbonato.
  2. Pon en una cazuela el morcillo, la gallina y los huesos y, antes de que hierva, añade los garbanzos escurridos.
  3. Mantén el fuego medio durante dos horas -añade agua templada siempre que se necesite- y, cuando falte media hora, pon las patatas.
  4. Trocea el repollo y cuece por separado junto con el chorizo y la morcilla.
  5. Se hace así para que el caldo de los garbanzos no quede rojo del pimentón del chorizo o con trocitos de morcilla si esta se rompe.
  6. PresentaciónPara la sopa, escurre los garbanzos y en ese caldo cuece los fideos.
  7. En otra fuente pon los garbanzos y alrededor todos sus ingredientes, cortados en trocitos.

En busca de la calma

Aunque soy una amante de la época invernal, siempre me gusta escaparme unos días a algún lugar de clima cálido. Hago las maletas con el propósito de dedicarme unos días a descansar, desconectar y resetear mi forma de vida.

Alejandra de Rojas LIVING 51© Cortesía
Calle tipica de Altea-Collage-U37557624563Bas© Cortesía
Alejandra de Rojas LIVING 51Arriba a la izquierda, aprovechando unos rayos de sol en Altea.Sobre estas líneas, la típica calle de este pequeño pueblo costero cerca de Alicante. Arriba a la izquierda, aprovechando unos rayos de sol en Altea.Sobre estas líneas, la típica calle de este pequeño pueblo costero cerca de Alicante. Arriba a la izquierda, aprovechando unos rayos de sol en Altea.Sobre estas líneas, la típica calle de este pequeño pueblo costero cerca de Alicante. Arriba a la izquierda, aprovechando unos rayos de sol en Altea.Sobre estas líneas, la típica calle de este pequeño pueblo costero cerca de Alicante.© Cortesía
Lenguado con patatas y alioli en el restaurante San Miguel en Altea. Arriba, aprovechando unos rayos de sol en Altea. En las otras imágenes, la típica calle de este pequeño pueblo costero cerca de Alicante. A la izquierda, otro bello rincón.

Elijo Altea, un pequeño pueblo costero a unos minutos de Alicante, donde me dejo llevar por sus bellos rincones. Almuerzo un lenguado junto al mar y compro velas artesanales. Me alojo en el Sha Wellness Clinic dispuesta a anclarme en el ahora y dejar mi agenda de lado. Me relajo con masajes, practico yoga y meditación, aprendo a cocinar sopa miso y me apunto a las caminatas por los alrededores. Todo en este lugar respira paz y armonía; los días pasan al ritmo que marcan las horas sin necesidad de acelerarlos. Una pausa necesaria en medio de la vorágine.

Sha-Collage-U17047060767NKd© Cortesía
Yo tras mi sesion de watsu-Collage-U57535525736iLk© Cortesía
A la izquierda, momento después de una sesión de Watsu, una técnica para aliviar tensiones musculares. Al lado, evocadoras vistas desde la piscina exterior del Sha Wellness Clinic. Arriba, panorámica del Sha Wellness Clinic con bonitas vistas a la montaña; mi desayuno a base de zumo de vegetales, sopa miso y avena con frutos rojos, y detalle de la clase de yoga que disfruté durante mi estancia.

Mis tips de Altea

  • Para pasear: Recomiendo recorrer a pie la bonita calle de San Miguel y visitar la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo.
  • Una sugerencia: Hacerse una foto en el mirador de Los Cronistas y, por supuesto, dar un agradable paseo por la Playa de la Roda.
  • Para comer: El restaurante San Miguel, familiar y de producto típicamente local; el lugar perfecto para almorzar uno de esos arroces que a uno siempre le apetecen cuando se encuentra junto al mar.
  • Un recuerdo: Hay que aprovechar para comprar velas artesanales en cualquiera de sus tiendas del casco antiguo.

Trufiturismo en Albentosa

Si os gustan las experiencias al aire libre y sois amantes de la trufa negra como yo, os recomiendo que visiteis Albentosa, en Teruel. Durante una jornada puedes dedicarte a recolectar tus propias trufas para luego disfrutar de unos deliciosos platos preparados con este manjar tan codiciado, todo de la mano de @truffal.shop. Los perros, de raza Braco, son los grandes protagonistas y, junto a ellos, pasamos la mañana aprendiendo sobre este hongo que realza el sabor de cualquier plato.

“Es increíble ver cómo los canes huelen, escarban y encuentran trufas en mitad del campo y yo misma lo hago con mis propias manos”
Compañeras de viaje-Collage-U25683173862xgv© Cortesía
Tobi buscando trufas-Collage-U40406360485bQh© Cortesía
Arriba, Ana Ródenas, Paola Freire, Clara Díez, Paula Pastor y Mar Suárez. Y, a la derecha, Celia y Paula Pastor y Pilar Corella, disfrutando en pleno campo de un menú a base de trufa negra. Sobre estas líneas, Tobi buscando trufa negra en campo abierto y yo con mis botas todoterreno de Blunstone.

Es increíble ver cómo los canes huelen, escarban y encuentran trufas en mitad del campo y además tengo la oportunidad de hacerlo con mis propias manos. En la mejor compañía nos reímos y disfrutamos en la mesa de un largo menú donde la trufa negra es la principal protagonista. Salchichón, sobrasada, miel y un sinfín de productos que huelen igual de bien que saben. ¿Un truco? La sal realza el sabor de la trufa negra en todas sus versiones. Una experiencia que recomiendo a todo aquel que tenga buen paladar.

Lascas de trufa negra con salchichón y sobrasada de trufa-Collage-U34111178460WVt© Cortesía
Un manjar llamado trufa negra-Collage-U63831772666UFg© Cortesía
Arriba, a la derecha, con gorro de lana de Sézane, cuello de Brora, plumífero de @tantarainwear, vaqueros de Massimo Dutti y botas de Blunstone, feliz tras mi enriquecedora experiencia con @truffal.shop. Al lado, lascas de trufa negra, salchichón y sobrasada. Sobre estas líneas, la mejor recompensa: trufa negra recién recogida del campo y capacho lleno de trufa negra recién recolectada.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.