Una mesa entre ruinas
Es invierno, y aunque el frío aprieta, me imagino una bonita mesa al aire libre rodeada de gruesos muros cargados de historia. Elijo unas sillas de interior que cubro con mantas de lana para resguardarnos mientras almorzamos. Me gusta el contraste que da la calidez de la madera con las piedras, el musgo y el desorden que impera en este jardín imperfecto. Doy protagonismo a la decoración y me decanto por altos candelabros, jarras de agua con forma de loro, cuadros que cuelgan de los árboles y hortensias secas en un jarrón con forma de oveja.
Todo resulta muy teatral y nosotros, sentados bajo los tímidos rayos de sol que asoman entre las nubes, nos sentimos los protagonistas de un cuento. De no ser por el menú, un sencillo cocido madrileño hecho a fuego lento en olla de barro, todo parecería una ilusión.
Cocido madrileño
Ingredientes (para 4 personas)
● 1/2 kilo de garbanzos (de Fuentesauco)● 200 g de morcillo ● 1/4 kilo de gallina ● 1/2 chorizo ● 1/2 morcilla ● un hueso de jamón ● un trozo de tocino ● 1/2 repollo● 2 patatas ● fideos para la sopa
Elaboración
- De víspera, deja los garbanzos en remojo con agua templada y una pizca de bicarbonato.
- Pon en una cazuela el morcillo, la gallina y los huesos y, antes de que hierva, añade los garbanzos escurridos.
- Mantén el fuego medio durante dos horas -añade agua templada siempre que se necesite- y, cuando falte media hora, pon las patatas.
- Trocea el repollo y cuece por separado junto con el chorizo y la morcilla.
- Se hace así para que el caldo de los garbanzos no quede rojo del pimentón del chorizo o con trocitos de morcilla si esta se rompe.
- PresentaciónPara la sopa, escurre los garbanzos y en ese caldo cuece los fideos.
- En otra fuente pon los garbanzos y alrededor todos sus ingredientes, cortados en trocitos.
En busca de la calma
Aunque soy una amante de la época invernal, siempre me gusta escaparme unos días a algún lugar de clima cálido. Hago las maletas con el propósito de dedicarme unos días a descansar, desconectar y resetear mi forma de vida.
Elijo Altea, un pequeño pueblo costero a unos minutos de Alicante, donde me dejo llevar por sus bellos rincones. Almuerzo un lenguado junto al mar y compro velas artesanales. Me alojo en el Sha Wellness Clinic dispuesta a anclarme en el ahora y dejar mi agenda de lado. Me relajo con masajes, practico yoga y meditación, aprendo a cocinar sopa miso y me apunto a las caminatas por los alrededores. Todo en este lugar respira paz y armonía; los días pasan al ritmo que marcan las horas sin necesidad de acelerarlos. Una pausa necesaria en medio de la vorágine.
Mis tips de Altea
- Para pasear: Recomiendo recorrer a pie la bonita calle de San Miguel y visitar la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo.
- Una sugerencia: Hacerse una foto en el mirador de Los Cronistas y, por supuesto, dar un agradable paseo por la Playa de la Roda.
- Para comer: El restaurante San Miguel, familiar y de producto típicamente local; el lugar perfecto para almorzar uno de esos arroces que a uno siempre le apetecen cuando se encuentra junto al mar.
- Un recuerdo: Hay que aprovechar para comprar velas artesanales en cualquiera de sus tiendas del casco antiguo.
Trufiturismo en Albentosa
Si os gustan las experiencias al aire libre y sois amantes de la trufa negra como yo, os recomiendo que visiteis Albentosa, en Teruel. Durante una jornada puedes dedicarte a recolectar tus propias trufas para luego disfrutar de unos deliciosos platos preparados con este manjar tan codiciado, todo de la mano de @truffal.shop. Los perros, de raza Braco, son los grandes protagonistas y, junto a ellos, pasamos la mañana aprendiendo sobre este hongo que realza el sabor de cualquier plato.
“Es increíble ver cómo los canes huelen, escarban y encuentran trufas en mitad del campo y yo misma lo hago con mis propias manos”
Es increíble ver cómo los canes huelen, escarban y encuentran trufas en mitad del campo y además tengo la oportunidad de hacerlo con mis propias manos. En la mejor compañía nos reímos y disfrutamos en la mesa de un largo menú donde la trufa negra es la principal protagonista. Salchichón, sobrasada, miel y un sinfín de productos que huelen igual de bien que saben. ¿Un truco? La sal realza el sabor de la trufa negra en todas sus versiones. Una experiencia que recomiendo a todo aquel que tenga buen paladar.