Hay proyectos y proyectos (en mayúsculas) en la vida de un interiorista . Si no, que se lo digan a Lorena Uribe, de Lorena Uribe Design Studio, en cuyas manos cayó una antigua casa victoriana de cinco plantas, con vidrieras, invernadero de cristal y jardín trasero, que había pertenecido al actor y cineasta italiano Roberto Benigni. Su misión era, ni más ni menos, devolverle su antiguo esplendor haciéndola al mismo tiempo más funcional y adaptada a la vida actual.
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“La casa había sido remodelada anteriormente, modernizándola y haciéndole perder un poco su esencia. Por eso quise centrarme en recuperar todos los elementos clásicos victorianos de la vivienda, como las molduras, la carpintería original, las chimeneas, el precioso invernadero , los radiadores de hierro y otros elementos clásicos”. Para resaltar todo esto, la interiorista optó por materiales nobles y atemporales y una paleta cromática de lo más sobria, que cede todo el protagonismo a lo verdaderamente importante: el exterior y los elementos, de otra era, que hacen única a la vivienda.
“La casa había sido remodelada haciéndole perder un poco su esencia. Por eso quise centrarme en recuperar los elementos clásicos victorianos”
“Creo que el uso de materiales naturales, como el mármol y la madera en los suelos, aportó calidez y sofisticación a los espacios. En las paredes, opté por mantener los tonos neutros, pero llevándolos hacia una gama más cálida y clara, para crear una sensación de amplitud y luminosidad. Algo muy importante en Londres”, continúa. Otra constante del proyecto son los muebles mid-century, que armonizan de forma absoluta con el estilo clásico de la vivienda, y un uso muy personal y meditado de las fuentes de luz, que trabaja en tres niveles para crear distintas atmósferas según el momento o necesidades.
“Me gusta crear espacios que produzcan sensación de bienestar y de calma. Que la primera impresión sea serena. Y que después, poco a poco, se vaya descubriendo el lujo relajado a través del resto de sentidos, con el uso de papeles y telas en paredes de materiales naturales como el lino, las fibras vegetales y las sedas”. De hecho, esta combinación de texturas táctiles y lujosas es otra de las grandes señas de identidad de Lorena. “Yo soy ecuatoriana, estudié en Milán y Nueva York, vivo en España y trabajo por todo el mundo, así que es esperable, en cierto modo, algo de eclecticismo en mis proyectos”.
“Creo que el uso de materiales naturales, como el mármol y la madera en los suelos, aportó calidez y sofisticación a los espacios”
Estilo propio
- Pasión por lo natural: “Supongo que la naturaleza exuberante de Ecuador, con su diversidad de paisajes, ha influido en mi aprecio por los materiales naturales -distintos tipos de mármoles, maderas con distintos tratamientos, linos, sedas...- y la integración de elementos orgánicos en mis diseños”.
- Funcional: “Se estudió cuidadosamente el diseño de la distribución para que fuese lo más funcional posible. Fue gratificante escuchar los comentarios de los clientes después de usarlo, describiendo la cocina como extremadamente práctica. Todas las horas que nuestro equipo pasó en el backstage diseñándolo valieron la pena”.
- Una luz especial: “La iluminación fue diseñada en tres niveles, equilibrando la funcionalidad, la estética y la calidez del espacio. Hay luces LED escondidas donde se necesitan para trabajar. Para ambientar me gusta usar apliques de pared, como los de Hector y Flinch. Y para la luz general, a un nivel más elevado, opté por lámparas colgantes vintage”.
Sin embargo, en todos ellos intenta abogar por técnicas artesanas locales y firmas que tengan un vínculo y una historia con el lugar en el que se ubica cada casa. En esta, por ejemplo, apostó por un lavabo colgante Belfast y grifería de latón de Devol en la cocina, haciendo un guiño a las cocinas tradicionales de época en el país; carpinterías pintadas a mano con distintos tonos de Farrow and Ball; piezas de anticuarios locales, como la camarera que está en el invernadero, y un largo etcétera.
“Me gusta crear espacios que produzcan sensación de bienestar. Que la primera impresión sea serena. Y que luego, poco a poco, se vaya viendo el lujo relajado”
“La cocina y el invernadero fueron los dos espacios en los que más tuve que intervenir. La cocina era larga y estrecha, lo que dificultaba mucho el tránsito, y estaba separada del invernadero, que desde el principio vimos claro que tenía que estar unido y servir de comedor. Creé una gran isla de mármol central en la cocina, que se convirtió en el corazón de la casa, y amplié el invernadero con una zona de estar, con un banco de obra en forma de ‘L’ que, cuando se necesita ampliar la mesa de comedor (se conservó la original) porque viene más gente a casa, sirve de asiento extra”. Una casa, en definitiva, para disfrutar con cuantos más seres queridos, mejor. “Igual que el exterior. Es una casa pensada para que se haga mucha vida fuera, en el jardín. Hay grandes ventanales y puertas que permiten una transición muy fluida entre el interior y exterior. Y los espejos al fondo, que reflejan el exterior, crean la sensación de estar siempre en él”.
“Soy ecuatoriana, estudié en Nueva York y Milán, vivo en España y trabajo por todo el mundo, así que es esperable, en cierto modo, algo de eclecticismo en mis proyectos”