Pícnic entre viñedos
Un pícnic en otoño ya es un planazo de por sí, pero si se hace entre los viñedos de la mítica Bodega de los Herederos de Marqués de Riscal, con vistas al espectacular edificio hecho por el arquitecto canadiense Frank Gehry y con amigas, ¡es muchísimo mejor! En esta ocasión, preparamos un pícnic al atardecer con vino blanco, tinto, rosado y quesos de la zona, para que hubiese algo adecuado a cada paladar. Al ser aún época de vendimia, pudimos ver atardecer entre viñas repletas de uvas. La ocasión era una muy especial, los cincuenta años de una de mis amigas de infancia, Marianella Pacanins, venezolana que reside en Canadá y soñaba con celebrar esta fecha en tierra española y en la cuna del vino. Sus deseos fueron órdenes así que, junto a Lala Lovera, otra amiga de toda la vida que viajó desde Bogotá, orquestamos una escapada inolvidable.
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Para la ocasión la acompañaron tres amigas canadienses, así que nos juntamos un grupo bastante internacional para disfrutar al máximo de las maravillas de la tierra. Inolvidable la estampa de la imponente bodega con su arquitectura en curvas, los viñedos y nosotras sentadas sobre una manta en la tierra, catando vinos y riendo sin parar. Por la noche paseamos por el pueblo de Elciego, que colinda con la bodega, tiene menos de mil habitantes y conserva su esencia pura y autóctona. Para el recuerdo la charla acerca de la vida con Feli, la dueña de una taberna gastronómica llamada 1583, mientras freía piparras, ver los boletus que el vecino había encontrado esa mañana en el bosque o que la señora de la mesa de al lado nos contase cómo hacía el arrope, la cura de todos los males, con la receta de su abuela.
Michelle Obama, invitada sorpresa
*Hay un tándem perfecto en arte y gastronomía que es visitar el Museo del Prado y luego ir a almorzar al Café Murillo, del que soy socia. Si no, preguntadle a Michelle Obama, que no solo lo hizo en su visita oficial de 2016, cuando era la primera dama de Estados Unidos, sino que repitió en su reciente visita a Madrid, de manera más informal y relajada (derecha, flanqueada por mí y por mis socias Maite y Eliza Arcaya).
*Fue una enorme sorpresa verla llegar hace siete años, con todo el dispositivo de seguridad que su cargo implicaba. Desde entonces, hay una silla con una discreta placa en el respaldo que indica que esa fue la silla en la que se sentó. ¡Hoy en día ya tenemos dos!
*Es una mujer de gran calidez y cercanía, con una presencia impactante. Disfrutó de la cocina mediterránea y, por supuesto, repitió su tarta de zanahoria favorita, que además lleva su nombre.
Una mañana de golf con Mónica de Tomás
El golf femenino vive un momento dulce; su visibilidad está aumentando, más aún tras el reciente triunfo del equipo de España en la Solheim Cup. La Comunidad de Madrid goza de 34 campos de golf y es la única ciudad europea con campos de primer nivel muy cerca del centro. Además, el clima es favorable casi todo el año. Por esta misma razón y porque nos encanta, nos escapamos una tarde mi querida Mónica de Tomás y yo a jugar al campo de la Real Federación de Golf. Ambas estamos muy enganchadas; ella tiene más nivel pero, con paciencia, me va dando algunos ‘tips’.
Lo bueno de este deporte es que personas con hándicaps distintos pueden jugar juntas sin problema. Es un momento de desconexión y de contacto con la naturaleza, las caminatas en los campos son alimento para el alma y es el marco perfecto para conversar y compartir, siempre manteniendo una divertida tensión de rivalidad deportiva. Después de nuestras partidas siempre viene el ritual del café y el pincho de tortilla acompañados de una buena charla con la que ponernos al día de todo lo que no hayamos podido hablar en las horas de juego; parece mentira, ¡pero siempre hay temas!