Hace un año y medio que los príncipes Cleopatra y Franz Oettingen-Spielberg decidieron abandonar el histórico schloss familiar, un castillo del siglo XV escondido en el frío campo alemán, para vivir una nueva vida en Madrid. Atraídos por la efervescencia de la ciudad, la pareja se instaló en la exclusiva urbanización de Puerta de Hierro para probar suerte y no tardó en darse cuenta de que se sentía realmente en casa. Ella, hija del barón Louis von Adelsheim, cineasta y artista suizo-germano, y de la chilena Lillian-Elena Baetting-Rodríguez, ya hablaba español, pues creció en Chile y Marbella. Él, apasionado del campo y la caza, adquirió una finca en Guadalajara y, enamorado de nuestra tierra, no tardó en aprenderlo, al igual que sus hijos: Matilda, de seis años, y Louis, de cuatro, a los que se sumó hace apenas cinco meses la pequeña Milana.
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“Fue idea de mi marido venirnos a vivir un tiempo a España. Me quedé bastante sorprendida cuando me lo sugirió... pero me hizo muchísima ilusión”
Entre sus múltiples compromisos a nivel internacional, Cleo no tardó en hacerse con un grupito de amigas en nuestro país, como Sassa de Osma o Maria de la Orden, y un hueco en los eventos de moda más sofisticados. Las firmas, por supuesto, tampoco tardaron en rendirse a sus pies. Sin embargo, a ella lo que le gusta es el cine y, tras haber participado en varias producciones en la televisión alemana, actualmente se prepara en el afamado estudio de Juan Codina para dar el salto a nuestras pantallas. Así que, con la agenda a tope en Madrid, ¿por qué iban a querer volverse a Alemania?
-Decís que estáis felices en Madrid. ¿Qué os trajo aquí, en primer lugar?
-Mi marido compró la finca de Guadalajara y le hacía mucha ilusión pasar más tiempo ahí. Fue idea suya venirnos a vivir un tiempo a España. Me quedé bastante sorprendida cuando me lo sugirió... pero me hizo muchísima ilusión. Pasé toda mi infancia en Chile y España se parece bastante más a mi ‘hábitat natural’ que Alemania. El clima, la calidez de las personas, el ritmo de vida... El invierno en Alemania es muy duro y cuesta acostumbrarse si uno no ha crecido ahí. Más aún si vienes de climas cálidos, como es mi caso.
-Veníais para una temporada pero habéis decidido quedaros, ¿verdad?
-Sí. Pensábamos quedarnos unos tres años, máximo cinco, pero nos hemos dado cuenta de que somos muy felices en Madrid, así que nos vamos a quedar de forma indefinida.
“Tenía un par de amigas en Madrid ya antes de venirnos, pero después de un año y medio tengo un grupo fantástico y una vida social estupenda”
-¿Te resultó fácil integrarte?
-Me he mudado muchísimas veces en mi vida y estoy muy acostumbrada a vivir en ciudades nuevas, creo que se me hace fácil adaptarme. Tenía un par de amigas en Madrid ya antes de venirnos, pero después de un año y medio tengo un grupo fantástico y una vida social estupenda.
-¿Qué os gusta hacer en España a tu marido y a ti?
-Jugamos al tenis y hacemos pilates juntos. Yo soy muy aficionada al yoga y también me gusta la equitación. A mi marido le entusiasma el campo y todo lo que conlleva; siempre que puede, se escapa a la finca de Guadalajara.
“Mi marido tiene muy buen ojo para los espacios y las composiones de los muebles. Y yo con los colores y las telas. Somos bastante ‘old school’ en cuanto a decoración”
-¿Aún te ocupas de gestionar el castillo familiar en Baviera, como hacías antes de veniros?
-Ayudo en todo lo que tiene que ver con eventos, cenas benéficas y cualquier tipo de proyecto artístico, sí.
-¿Cuál es la historia de esta casa?
-Una amiga me dio el número de un agente inmobiliario y esta fue la segunda que nos enseñó. Nos trajimos todo lo que podía caber y quedar bien en ella de nuestra antigua residencia, en Alemania, la mayoría de las cosas muy antiguas. La decoramos mi marido y yo solos. Él tiene muy buen ojo con los espacios y las composiciones de los muebles. Y yo con los colores y las telas. Somos bastante old school en cuanto a decoración.
-¿Cuáles son las piezas más especiales para ti de todas las que os trajisteis?
-Los retratos de nuestros hijos y los cuadros, sin duda. ¡Hay muchos retratos de antepasados! A veces al verlos nos da la sensación de que todavía estamos en Alemania, de alguna manera.
“A las gallinas les hemos puesto hasta nombre: Confeti, Rosalinda, Panto(ja) y Pablo.¡Mi hija mayor quiso ponerle Pablo aunque fuera hembra!”
-¿Cómo surgió la idea de tener gallinas?
-Me hacía ilusión poder recolectar con los niños los huevos y llevarlos a la cocina. Además mi marido es muy de campo y le encanta tenerlas libres por el jardín. Les hemos puesto hasta nombre: Confeti, Rosalinda, Panto(ja) y Pablo. ¡Mi hija mayor quiso ponerle Pablo aunque fuera hembra!
-Háblanos de la finca de Guadalajara, ¿vais mucho?
-¡Sí! Tiene unas vistas espectaculares a un pantano y a los niños, como a mi marido, les fascina el campo. A mí, si me hacen elegir, me quedo con la ciudad, pero es un lujo poder disfrutar de las dos cosas. Por suerte estamos muy cerca.
-¿Qué es lo que más te gusta hacer cuando estáis allí?
-Caminar por el bosque, nadar en el pantano y hacer rondas con el Polaris, que es un vehículo deportivo que a los niños les encanta. También les divierte mucho ver a los animales desde la terraza con los prismáticos. ¡Nos pasamos horas buscándolos!
-Acabas de tener a tu tercera hija. ¿Cómo lo estás viviendo esta vez?
-Es una bebé superbuena. No llora casi nunca y duerme muy bien. Creo que es bastante habitual con los terceros, porque uno está menos nervioso y tiene más experiencia.
-¿Te gustaría tener más niños, o ya te plantas?
-Tres es un número muy bonito y me imagino quedándome con tres… aunque a veces también me imagino con cuatro. ¡No lo descarto!
La perfecta anfitriona
- La casa a punto
Antes de que lleguen los invitados toca crear el perfecto escenario para recibirlos. Piensa dónde vas a servir la primera copa, la cena y el café y deja preparadas algunas mesitas con todo lo necesario. “A mí me encantan las velas, así que suelo encender un montón, y si hace un pelín de frío, también enciendo las chimeneas. En mi casa la chimenea del comedor se prende todos los días en invierno a partir del desayuno”, cuenta Cleo.
- Flores por doquier
Nada muestra mejor a tus invitados lo mucho que te importan como unos jarrones con flores repartidos por la estancia. Puedes aprovechar y recoger algunas ramas y flores en uno de tus paseos por el campo. ¡Solo hay que fijarse bien! “Me gustan mucho las flores salvajes, y suelo mezclarlas con peonías”, añade.
- Menú sencillo
“No me gusta servir nada demasiado pretencioso. Me gusta la comida casera y es lo que suelo ofrecer”, explica. Y es que no hay que complicarse para quedar bien. A veces, lo más fácil es justo lo que todos anhelan.
“A los niños, como a mi marido, les fascina el campo. A mí, si me hacen elegir, me quedo con la ciudad”