Cualquier problema parece lejano cuando llegas a Villa Arniano, la antigua granja del s. XVII, en plena Toscana, en la que Amber Guinness ha construido la vida que soñaba. Una vida que no ha dudado en compartir abriendo las puertas de su fantástica residencia, diseñada con mimo por su madre, la interiorista estrella Camilla Guinness, a todo el que quiera visitarla gracias a un retiro gastronómico que comenzó casi como un hobby y hoy es su forma de vida. Junto a su marido, el periodista británico Matthew Bell, Amber ideó un proyecto en el que todo gravita en torno a la vida tranquila, lo natural y el buen gusto. Nada es estridente, la prisa no existe y el arte y lo exquisito lo inundan todo. Un mundo mejor, en definitiva, que no tardó en atraer a numerosos rostros conocidos, como Olympia de Grecia o Poppy Delevingne, que llegaron este verano buscando la privacidad y la desconexión que ofrece el enclave, en pleno campo y a hora y media por carretera desde Florencia.
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-Háblanos de este lugar, Amber.
-Es una granja aislada en la que mi familia y yo vivimos hasta que tuve 13 años. Cuando mis padres, Jasper y Camilla, la compraron estaba abandonada y no tenía electricidad ni agua. Habían decidido buscar una casa más grande que la que tenían, y miraron docenas de propiedades antes de decidirse por Arniano, de la que se enamoraron en cuanto contemplaron sus vistas. Se trata de un ‘podere’ del siglo XVIII en el que, antiguamente, las familias vivían en las habitaciones de arriba y los animales abajo. La casa es larga y ancha, con techos abovedados de ladrillo en la planta baja y techos altos con enormes vigas de madera, en el piso superior. Hoy hay césped cortado, hileras de cipreses, olivares y un jardín de hierbas y varias terrazas a la sombra, pero al principio estaba rodeada de matorrales. Mis padres emprendieron la ardua tarea de reformarlo todo para convertir Arniano en nuestro hogar.
-¿Cómo fue crecer aquí?
-Mi hermana y yo fuimos a la escuela en el pueblo local hasta que mis padres se dieron cuenta de que no sabíamos leer ni escribir en inglés, solo en italiano, y nos enviaron a la escuela en Inglaterra para seguir nuestros estudios. La casa, Arniano, era el epicentro de una escena social que reunía a artistas, escritores, amantes de la comida y bon viveurs de todo tipo de paso en la zona. Creciendo en ese ambiente, aprendí sin darme cuenta el arte de la hospitalidad, donde la buena comida, la compañía y un entorno cuidado se combinaban para crear una experiencia única.
“Se trata de un ‘podere’ del s. XVIII en el que antiguamente las familias vivían en las habitaciones de arriba y los animales abajo”
-¿Cuándo decidiste regresar para quedarte?
-En 2014, tres años después de la muerte de mi padre, decidimos explorar ese amor por la hospitalidad y compartir el hermoso lugar que mi padre tanto amaba, y que él y mi madre habían creado, fundando The Arniano Painting School, un retiro de pintura que puse en marcha con un socio, el artista William Roper-Curzon. La idea era que yo cocinaría y sería la anfitriona, y él impartiría su pasión y conocimientos sobre la pintura de paisajes. Poco a poco, la cocina fue ganando peso y hoy imparto clases de ello. Aprendí a cocinar al lado de mi madre, en la cocina de Arniano, y he cocinado toda mi vida. Aunque nunca recibí formación profesional -estudié Historia e Italiano en la Universidad de Edimburgo-siempre he cocinado para sesiones fotográficas, cenas privadas y eventos.
-¿Cómo influyó tu infancia en Arniano en tu estilo en la cocina?
-La mayoría de mis recuerdos de la infancia y la adolescencia son en Arniano. Y pasar esos años en Italia significa que la comida y los rituales que la rodean se funden con la familia, el entorno y la naturaleza. Mi madre dice que ya ha colgado la sartén, pero era y es una cocinera maravillosa, con un don para impregnar cualquier plato o situación culinaria de belleza y glamour, además de sabor. La comida era siempre italiana, con algunos clásicos ingleses. Las habas se desgranaban en hermosos cuencos toscanos. Recuerdo las ruedas de pecorino fresco elaborado por nuestros pastores locales. Y los pimientos asados, pelados y colocados en platos redondos, alternando el amarillo canario y el rojo rubí y acabados con jugosas bolas de mozzarella en el centro. Estar tantos años rodeada de los increíbles productos de Italia y de sus productores me obsesionó con la comida y con cómo sacar lo mejor de cualquier ingrediente que tenga a mano.
-Veo que lo sostenible siempre ha tenido un lugar en Arniano.
-Me encanta cocinar según la temporada, con verduras locales y de cultivo ecológico. Creo que este es el primer paso, el más fácil y satisfactorio, hacia un estilo de vida sostenible. Aunque, por supuesto, hay muchas más cosas que todos podríamos hacer.
“La mayoría de mis recuerdos de infancia son en Arniano. Y pasar esos años en Italia significa que la comida y los rituales que la rodean se funden con la familia, el entorno y la naturaleza”
-Has publicado un libro de recetas, A House Party in Tuscany. ¿Cómo es hoy tu cocina?
-Me encanta organizar grandes festines informales: grandes mesas llenas de comida dispuesta de forma que todo el mundo pueda servirse un poco de todo. Suelo hacer un plato central -generalmente pasta- acompañado de una o dos ensaladas, un plato de prosciutto y verduras variadas. Lo que más me gusta es que sean comidas lentas y sin prisas, con tiempo para charlar y tomar otra copa de Vermentino.