Mi hija Vera y mi hijo Eric. Sin duda alguna, lo más fascinante de mi vida.
Un domingo perfecto.
Un paseo mañanero con la tropa, sus patinetes, bicis, el perro y lo que haga falta; una comida rica y una buena película.
Tres objetos que te hacen feliz.
¿Solo tres...? Una esterilla, un libro y un termo de café.
Una canción que te ponga las pilas.
Intoxicated, de Moses Left The Chat.
Ese plato por el que te saltas la dieta.
¡No hago dieta!
Tu mejor recuerdo de la infancia.
Sonrío cuando rememoro mis veranos en la playa de Les Sables-d’Olonne, en Francia, con mis hermanos y mis primos. Esa sensación de libertad, de que todo era posible...
El viaje detu vida.
Uno que me cambió y me pareció apasionante fue recorrer el Sudeste Asiático: Laos, Camboya, Vietnam, Tailandia… Y uno que me gustaría hacer es visitar los fiordos noruegos.
Un pensamiento alegre antes de dormir.
Conectar por un momento con la gratitud, con el no dar las cosas por sentadas y apreciar que estoy aquí y que, hoy, los míos están bien.
Un lugar al que volver.
A mi tierra, Ibiza. Siempre que voy, la vivo desde un prisma diferente, porque yo soy distinta y es como conocerla de nuevo. Esa isla nunca deja de sorprenderme. Allí, algo en mí se calma.
Lo que siempre te pone de buen humor.
Leer una buena novela, un buen guion o una buena noticia.
Tu happy hour.
Ese ratito temprano por la mañana, desayunando cuando la casa está en calma.
Una App que nunca te falla.
Cualquiera que me ayude a estar conectada con los míos.
Un medio antiestrés infalible.
Salir a correr con “musicón” sonando a través de los cascos.
Qué o quién te arranca una carcajada.
Las conversaciones con mis amigas Andrea y Laura, respectivamente. Y cuando estamos las tres juntas, ya me muero.