Son muchísimas las cosas que María Álava echaba en falta de Lanzarote cuando se trasladó a Madrid para formarse y emprender su carrera: su familia, a la que siempre ha estado muy apegada; el mar; la naturaleza en estado puro o incluso el viento que suele azotar la isla. Esa conexión con su tierra le hizo volver y establecer allí su proyecto de vida. Uno en el que el amor por la isla que la vio crecer siempre ha estado en la base de todo.
-Cuéntanos, ¿qué significa para ti este lugar?
-Nací en esta isla, y ese hecho sin duda ha determinado mi personalidad y valores. Creo que nacer aquí te marca un ritmo de vida concreto. Aquí es todo más salvaje y pausado. El mar te ancla al presente y te hace ‘necesitar’ menos cosas para ser feliz…
-¿Cómo surgieron tus proyectos en esta isla?
-Cuando terminé mis estudios en Madrid -Publicidad y RR. PP. con Gestión de Empresas de Moda- tuve que volver a Lanzarote porque mi padre estaba muy enfermo. Finalmente falleció, y decidí dejar de lado mi carrera para quedarme en la isla y apoyar a mi familia. Estuve trabajando en los restaurantes familiares junto a mi madre durante cinco años. Y cuando todo se estabilizó, decidí emprender un nuevo camino que me hiciese feliz. Siempre digo que Alava Suites nace de una necesidad. La de crear un futuro alternativo para mí.
“Nací en esta isla, y ese hecho sin duda ha determinado mi personalidad y valores. Creo que nacer aquí te marca un ritmo de vida concreto”
-¿Cómo fueron los inicios?
-En noviembre de 2019, después de muchísimo trabajo, conseguí abrir mi pequeño hotelito. Los inicios fueron muy difíciles, y cuando por fin empezaba a darse a conocer, llegó la pandemia. Estuve a punto de perderlo todo, pero en vez de tirar la toalla, decidí lanzar la marca de moda… Siempre había sido mi sueño.
“Estuve trabajando en los restaurantes familiares junto a mi madre durante cinco años. Y cuando todo se estabilizó, decidí emprender un nuevo camino en la isla que me hiciese feliz”
-¿Qué crees que es lo que define todo el ‘universo Alava’?
-Cuando comienzo un proyecto, siempre lo imagino como una persona. Empiezo a definirla con adjetivos y le voy dotando de cualidades que los transmitan. Quería que Alava Suites fuese calma, refugio, evasión e introspección. Esto se plasma en la privacidad que se respira o en la decoración basada en una materia prima de calidad, como la madera. Nada más. No me gusta cuando en los espacios hay muchas cosas y no siguen un mismo discurso. Eso es solo ruido. Me gusta la sencillez. Siempre intento dotar a los ambientes de vida con plantas y abrir entradas de luz que tiñan las paredes con sus colores cambiantes. En Alava Brand intentamos diseñar desde la versatilidad. Una misma falda puedes vestirla para ir a la playa o para un evento. Nuestras líneas son limpias y el tejido protagonista es el lino.
-Ambos proyectos se caracterizan por su énfasis en la sostenibilidad, ¿qué te hizo apostar tan fuerte por ello?
-Fue una consciencia que se fue arraigando en mí poco a poco. Creo que empezó todo por la cocina. Comencé a interesarme por los productos locales, por todo lo hecho con mimo y de forma artesanal. Y de ahí fui aplicándolo a todo. Es cierto que aún me queda mucho por aprender e integrar al respecto, pero lo importante es que la sostenibilidad es mi hoja de ruta.
“Aún me queda mucho por aprender e integrar al respecto, pero lo importante es que la sostenibilidad es mi hoja de ruta”
-¿Qué iniciativas concretas has puesto en marcha en pro de la sostenibilidad en ambos proyectos?
-Mi finalidad con Alava Suites era crear una oferta de turismo sostenible. Con desayunos a la carta conseguimos que no haya desechos de comida. Puede parecer un pequeño gesto, pero si pusiésemos el foco en cuánta comida se desperdicia en los clásicos bufés, no daríamos crédito. También, a través de nuestra guía, intentamos concienciar a nuestros huéspedes de otra forma de viajar. Y Alava Brand no podía ser menos. Toda nuestra producción se hace en Lanzarote, a fuego lento y huyendo de colecciones masivas con grandes producciones.
Guía de Lanzarote
- Rodeados de mar. “No se puede ir a Lanzarote sin disfrutar de sus playas. Mi favorita, Famara, perfecta para hacer surf y pasear por sus 5 km de extensión de arena. ¡No ves el final!”.
- Icónico. “Aunque viva aquí nunca me canso de ir a la fundación de César Manrique. Es imprescindible”.
- En marcha. “Me encanta hacer el camino de Los Gracioseros, por el cual se puede acceder a la playa del Risco. Es una playa virgen y prácticamente desierta, ya que para acceder a ella hay que bajar, y después subir por ese camino. El sendero comienza a 600 m de altitud y baja hasta el mar. Se trata de un camino rocoso, que requiere concentración y buen calzado, pero sin duda es una experiencia increíble por sus vistas del Risco y La Graciosa y, sobre todo, por la playa”.
- Para coger fuerzas. ”Mis restaurantes favoritos son Bodega de Uga, en Uga, que es una antigua casa canaria con una carta que cambia cada día, pues se elabora con productos frescos de la isla, y Sebe, en Costa Teguise, que reinterpreta los sabores de la cocina popular con nuevas técnicas y celebra el encuentro entre Mediterráneo y el Atlántico”.