Nos reunimos con Teresa Carles, quien introdujo en España la dieta flexiteriana en España a través de sus restaurantes -Teresa Carles, Flax & Kale...-, en su casa de descanso, en la playa, para hablar de cómo surgió su interés por lo saludable y el universo vegetal. “Este es un espacio que me transmite mucha paz y me ayuda a desconectar y recargar energía. Me encanta el mar y dar largos paseos descalza por la arena, leer en la terraza y oler a pino y salitre”, explica ella, que nos recibió junto a su hija, Mar Barri, que hoy es su mano derecha.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Habla Teresa Carles
- ¿Cómo comenzó a interesarte la cocina vegetariana en su día?
- Soy hija de payeses y, desde muy pequeña, he estado muy en contacto con el producto de la tierra local y de temporada y hay una conexión emocional muy fuerte con el mundo vegetal. Descubrí la dieta vegetariana cuando tenía 19 años. Era sobre el año 1977 y en España empezaban a llegar nuevas tendencias y había una apertura importante en todos los ámbitos, incluida la alimentación. Desde el principio tuve una conexión total con esta dieta ¿Tú crees en el destino? Yo sentí con este estilo de vida y alimentación que este tenía que ser mi camino.
- ¿Cómo llegaste a abrir tu primer local?
- La verdad es que fue un poco una locura de juventud. Conocí muy joven a mi marido, Ramón, quien también estaba inmerso en este mundo más natural y alternativo. Él era muy emprendedor y fue quien propuso abrir un restaurante vegetariano en Lleida. Era el año 1979 y, para entonces, era una apuesta muy arriesgada. Yo desde el principio me puse en cocina y aprendí de manera autodidacta con libros que pedía que me trajeran de Londres, donde había mucho movimiento. Poco a poco, al ir aprendiendo más y con la práctica de cocinar cada día, creo que fui generando una propuesta muy propia mezclando estilos y siempre teniendo como referencia la cocina mediterránea que conocí en mi casa. Y así nació mi versión de cómo entendía la cocina vegetariana, nunca olvidando que lo más importante es disfrutar comiendo.
- ¿Cuáles son tus principales recomendaciones para comer bien y sano en verano?
- La naturaleza es muy sabia y en cada época del año nos da lo que necesitamos. Por tanto, recomendaría comer producto local y de temporada. En esta estación también apostaría por tipos de cocciones más frescas y ligeras, evitando los fritos y las salsas copiosas. Es muy importante hidratarse mucho y para esto recomiendo consumir poco café y alcohol y apostar por refrescos como la kombucha que nos aporta probióticos que mejoran la salud intestinal y las defensas. También recomiendo tener siempre agua saborizada con rodajas de limón, pepino, fresa o menta fresca.
- ¿Qué beneficios tiene para la salud este tipo de dieta?
- Afortunadamente cada vez hay más estudios científicos y, por tanto, conocimiento de la importancia de la nutrición en la salud de las personas. Entre las principales recomendaciones de la OMS está basar la alimentación en productos vegetales y limitar la cantidad de proteína animal por su contenido en grasas saturadas. No creo que sea necesario volverse vegetariano para gozar de buena salud pero si equilibrar y apostar mucho más por el consumo de vegetales, granos integrales, frutos secos, legumbres y frutas.
Habla Mar Berri
- ¿Cómo ha sido crecer con una madre tan volcada en la cocina saludable?
- Siempre me he sentido muy orgullosa del proyecto familiar. De pequeña tener un restaurante era de lo más divertido y me hacía mucha gracia ayudar o estar por allí hablando con los clientes. No te negaré que tener un restaurante vegetariano era muy raro en aquel momento, así como mis desayunos y meriendas, ya que eran distintos y para nada comía bollería industrial… Siempre he considerado a mi madre más una amiga que una madre… quizás sea porque nos tuvo muy joven y el salto generacional no es tan grande. A las dos nos encanta viajar y hemos hecho muchos viajes las dos solas que nos han unido aún más al compartir estos momentos. Siempre hemos tenido una conexión especial al ser las dos mujeres de casa.
- ¿Has heredado su gusto por la cocina?
- Aquí se cumple el dicho “en casa del herrero, cuchillo de palo”. Si bien me gusta comer y sé cocinar a nivel casero, nunca he sentido que tengo las cualidades para ser una buena cocinera a nivel profesional o desarrollarme en esta área. ¡Me falta muuucha paciencia! Creo que mi plato estrella cuando tengo visitas en casa son mis ensaladas, muy completas y originales. Mi madre me ha enseñado a elaborar unas vinagretas riquísimas que hacen de una ensalada muy sencilla un festival de sabores.
- ¿Qué son las cosas más importantes que has aprendido de ella como cocinera?
- Valoro mucho de mi madre su capacidad de crear cosas muy ricas con muy pocos ingredientes, aprovechar lo que tiene entre manos y elaborar un plato sorprendente es su gran fuerte… He aprendido que al final si tienes buen producto muchas veces menos es más y esta manera sencilla y ligera de cocinar me encanta.
- ¿Qué recuerdos tienes de pequeña relacionados con la cocina?
- Imagínate, grandes recuerdos…. Toda mi infancia está relacionada con la vida profesional de mis padres, ya que este tipo de negocio forma parte de la vida familiar, desde hacer los deberes en la mesa uno mientras ellos preparaban el menú de cada día a compartir las comidas con clientes que venían asiduamente y que se convirtieron en parte de la familia. Cuando mi madre tenía tiempo me encantaba que me enseñara a enrollar canelones o a hacer zumos frescos en la licuadora combinando frutas y verduras, para mí era como un juego.