Ha crecido en una familia donde el arte ha estado siempre muy presente. Su abuela Marta Satrústegui (marquesa de Lamadrid) y su madre, Elda López de Lamadrid, han sido sus grandes referentes, ambas pintoras de las que ha heredado su talento. Ahora, Itziar nos recibe en su casa del centro de Madrid, un piso señorial en el que expone todas sus obras y donde, además, tiene su taller. Un hogar donde atesora muebles de herencia familiar y piezas clásicas que ha ido comprando poco a poco, donde los suelos hidráulicos, los techos altos con molduras y la antigua marquetería de puertas y ventanas transmiten un aire afrancesado que encaja a la perfección con el trabajo moderno de la artista.
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“Creo en un arte con el que sea agradable convivir, que transmita serenidad. Me gusta la idea de Oscar Wilde de que el artista debe proporcionar alegría al alma por medio de los sentidos”
-Provienes de una gran familia. ¿Has heredado de alguien tu vena artística?
-En mi familia ha habido afición por el arte en todas las generaciones, tanto por un lado como por el otro. Tengo la suerte de venir de una estirpe muy creativa que me ha permitido expresar y desarrollar la necesidad que siempre he tenido de buscar e idear cosas bonitas. Pienso, sobre todo, en mi abuela y en mi madre como grandes referentes artísticos. Mi madre es la que más me ha marcado: canta, toca la guitarra, pinta, sabe de jardines, hace unos centros y unos ramos impresionantes... Ella y sus hermanas forman un gran equipo en este sentido. Creo que, por este lado materno de mi familia, hay un sentido estético generalizado muy fuerte.
-¿Qué significa para ti el arte?
-Para mí, es creatividad pura y búsqueda de belleza y armonía a través del juego con materiales. También es una forma de plasmar mi mundo particular, mi sensibilidad y mi manera de ver la vida y de invitar a otros a entrar en ella.
-¿Cuándo decidiste que te querías dedicar al mundo de la pintura y la fotografía?
-Durante mi último año estudiando la carrera de Derecho, me apunté por las tardes a un curso de fotografía en Efti y, como me encantó, al año siguiente continué con el máster en la misma escuela. A partir de entonces me dediqué profesionalmente a la fotografía y, en paralelo, comencé a desarrollar un trabajo más experimental. Tras veinte años como fotógrafa en los que cada vez daba más importancia a los distintos soportes sobre los que imprimía las fotos, poco a poco fui evolucionando y lanzándome a pintar sobre ellos.
“He tenido la suerte de crecer en una familia creativa que me ha permitido expresar esa necesidad que siempre he tenido de buscar e idear cosas bonitas”
-¿Qué diferencias y similitudes ves entre estas dos disciplinas?
-La pintura y la fotografía son dos formas de expresión que pueden perfectamente combinarse. Intento plasmar cosas a través de las fotos y a veces, por el camino, lo consigo más con la pintura o con estructuras de hierro que proyectan juegos de sombras. Al final, no deja de ser siempre el mismo código estético al que llego a través de fotografías sobre papel o impresión en distintos materiales, combinado con pintura o buscando el contraste de volúmenes.
-¿Cómo definirías tus obras?
-Tienen la impronta oriental, la luz y la abstracción idealista como eje principal. Buscan sugerir más que narrar. Para mí es importante un arte con el que sea agradable convivir, Trato de transmitir equilibrio y serenidad, no de revolver ni de inquietar. Me gusta la idea que sostenía Oscar Wilde de que el artista debe proporcionar alegría al alma por medio de los sentidos.
-¿Qué te inspira a la hora de hacer un cuadro o pulsar el botón de la cámara?
-Las atmósferas que envuelven las cosas. Cómo estas transmiten armonía, paz… Disfruto jugando con las líneas rectas y las curvas, lo sólido y lo líquido, los colores y el espacio vacío. Me gusta desdibujar las cosas, las texturas y cambiar las dimensiones.
“Esta casa tiene un aire romántico y de otra época. Aunque es de estilo francés, al mismo tiempo sus ventanales y patios con enredaderas me recuerdan a las viviendas del Trastévere”
-Nos recibes en tu casa. ¿Cuál es su historia?
-Es una casa antigua de finales del siglo XIX de estilo francés Luis XVI. Tiene techos altos con molduras y conserva los suelos hidráulicos, la marquetería de las puertas y ventanas y el vidrio antiguo. La reformamos con mucho cuidado para mantener su esencia, cambiar cualquier cosa era estropearla.
-Además, funciona también como galería de todas tus obras. ¿Cómo es esto?
-Es mi hogar, mi estudio, mi galería. Tengo la suerte de recibir en ella a clientes muy fieles con los que he crecido y también a nuevos que me van conociendo. Los acompaño en la elección de la obra y, muchas veces, también voy a sus casas para conocer el espacio donde iría colocada y así poder trabajar juntos hasta dar con la solución adecuada.
-¿Qué destacarías de ella?
-Me encanta que tiene un aire romántico y de otra época. Me transporta a distintos lugares. Aunque es de estilo francés, al mismo tiempo sus ventanales y patios con enredaderas me recuerdan a las viviendas del Trastévere.
“Este piso de techos altos conserva los suelos hidráulicos, la marquetería y el vidrio antiguo. Lo reformamos con mucho cuidado para mantener su esencia”
-¿La has decorado tú?
-Sí, hemos mezclado algunos muebles familiares heredados con otros que hemos ido adquiriendo, poco a poco, mi marido y yo.
-¿Cómo describirías su estilo?
-Diría que es bastante ecléctico, con muebles clásicos en su mayoría y toques modernos reservados, casi siempre, a la obra artística.
-¿Hay algún objeto al que le tengas especial cariño? ¿Igual alguno legado por tu familia?
-Me encanta tener muebles heredados, me recuerdan a todas las casas donde hemos pasado buenos momentos a lo largo de nuestra vida. Tenemos una mesa de nogal antigua de mis abuelos y un cuadro de mi suegro de Fernando VII, de la escuela de Vicente López. También me hace ilusión que la mesa de centro del salón era la de casa de mis padres cuando yo era pequeña y el aparador del comedor era el de mis suegros.
“Para mí, el arte es creatividad pura y búsqueda de belleza y armonía a través de la experimentación con materiales. Es una forma de plasmar mi manera de ver la vida”
-Con una casa tan bonita seguro que recibes a muchas amistades, ¿te consideras una buena anfitriona?
-Me divierte mucho invitar, aunque reconozco que disfruto más como invitada. A veces, me cuesta lanzarme a organizar alguna velada, pero después me siento contenta de haberlo hecho y me encanta pensar que he podido pasar un buen rato con familia y amigos.
-¿Crees que alguno de tus hijos ha heredado tu talento?
-He intentado inculcarles a los cuatro el gusto por lo artístico. Mis tres hijas han estudiado piano apoyadas por mi madre, que es muy aficionada a la música y al canto. Además, Claudia, la mayor, disfruta mucho haciendo fotografías y vídeos y hace unos montajes y unas composiciones preciosas. Le encanta utilizar todo mi equipo de cámaras analógicas. Me recuerda mucho a mis comienzos.
Hoja de ruta
- Toque afrancesado
Techos altos con molduras, grandes lámparas de araña, espejos con marcos dorados y muebles clásicos dotan a la casa de un influjo francés estilo Luis XVI que lo impregna todo.
- Arte a raudales
Una de las claves de la decoración es la capacidad para combinar las obras de Itziar, modernas y abstractas, con un mobiliario clásico de época. El resultado, un estilo ecléctico que funciona al cien por cien.
- Viaje al pasado
El principal propósito de la artista multidisciplinar al reformar el piso era conservar, en la medida de lo posible, los materiales originales. Los acabados de los techos, los suelos hidráulicos, la marquetería de las puertas y las ventanas, y el vidrio antiguo están actualizados con precaución para no despojar a la vivienda de su carácter inicial.
- Calidez y confort
Tonos serenos, recursos naturales como la madera, papeles pintados, ricos textiles, piezas vintage y de herencia familiar... Este baile de elementos hace que cada estancia de la casa respire personalidad y una belleza casi palaciega, pero sobre todo que resulte acogedora durante todo el año.