Situada en una de las zonas más bonitas del valle del Tiétar, en la cara sur de Gredos, enfrente del pico Almanzor, la de Angie Ibarra es una casa rodeada de un enorme jardín con una preciosa piscina, un arroyo, alisos, chopos, fresnos y antiguos robles que recuerdan a los paisajes de los cuentos de hadas. Fue adquirida por esta argentina y su marido, Andrés Aramburu, peruano de nacimiento, en 2007, cuando solo eran ruinas.
La fueron rehabilitando respetando su estructura de una sola planta y su entorno original. Una casa de campo con aires argentinos y notas peruanas que nos recuerda a una típica residencia criolla de inmensos ventanales al exterior. También cuenta con una amplia cocina abierta al salón y una parrilla en el quincho exterior. Así se le llama en Argentina a la estructura de estilo rústico para comer al aire libre que suele tener el techo de paja o madera. Este ha sido diseñado por Angie.
Toda la casa destaca por su calidez y sencillez, propias de las casas de campo de su país. Angie es profesora de yoga y socia, junto a Teresa Sartorius, de The Wellness Weekends (@thewellnessweekends), retiros de yoga y alimentación sana en la casa familiar de Teresa. Sandra Cuchy, amiga e invitada en esta jornada, es dueña de la firma de calzado Cuchy, que impulsó junto a su marido, Carlos Rosillo.
“El yoga va más allá de una moda o unos ejercicios: es una filosofía de vida. Es estar en el momento presente. Es ser honesta contigo misma y con los demás” Sandra Cuchy
-Angie, ¿cómo descubres esta zona?
-Mi marido ama el campo tanto o más que yo. Cuando lo conocí, jugaba al polo y descubrió este terreno accidentalmente al venir a jugar uno de sus partidos en la cancha de nuestros vecinos. Los dos disfrutamos mucho de la naturaleza y de tener una casa aquí, siempre había sido un sueño compartido.
-Está diseñada con salones para mucha gente, ¿suelen venir vuestros amigos?
-¡Sí! Siempre pensamos que tenía que ser una casa para poder recibir. Nos encanta cocinar, por eso la cocina abierta es muy amplia y tenemos la gran parrilla en el quincho, traída de Argentina. Todo invita a pasar largas horas alrededor de la comida. Para mí la casa es un lugar importante donde poder agasajar a los míos.
-¿Cuál es tu rincón favorito?
-Quizás sea una ventana, con vistas al pico Almanzor, pegada a la gran chimenea donde diseñé un banco para quedarnos leyendo. Allí me pasaría horas disfrutando de las tertulias con mi familia. También disfruto mucho de la amplia zona exterior y sus fantásticas vistas. Me gusta el orden y la sencillez en la decoración y en los muebles, todo esto es típico argentino. Cada ventana es un cuadro donde poder admirar tanta belleza.
“Todo invita a pasar largas horas alrededor de la comida. La casa está pensada para agasajar a los míos” Angie Ibarra
-¿Desde cuándo te dedicas al yoga de manera profesional?
-Me había interesado toda la vida y siempre había practicado en Argentina, esa es la verdad. Pero nunca imaginé que me iba a dedicar a ello. Hace 6 años me formé como profesora de esta disciplina. Me fui a la India e hice muchas formaciones en diferentes estilos. Ahora me dedico a dar clases de yoga y hago retiros junto con mi socia Teresa Sartorius; retiros de yoga, alimentación y deporte en su finca familiar. Es un fin de semana de desconexión total donde Teresa se ocupa de diseñar menús saludables, un coach deportivo los entrena y yo me encargo de transportar a los huéspedes a través del yoga y la meditación a un paraíso de paz en mitad de la naturaleza extremeña. También doy clases gratuitas desde mi canal de YouTube (Angie Ibarra Yoga) y en mi instagram @angieibarrayoga.
-¿Cuáles son tus próximos proyectos?
-Organizo viajes a medida muy especiales recorriendo rincones poco conocidos donde poder practicar yoga y meditación a la vez que hacer turismo y desconectar del ritmo de vida que estamos tan mal acostumbrados a llevar.
-Sandra, ¿cómo nació tu amistad con Angie?
-Coincidimos trabajando para Pepe Jeans y, paulatinamente, el yoga nos llevó a una mayor compenetración entre nosotras. El yoga va más allá de una moda, es una filosofía de vida. Es estar en el momento presente, es ser honesta contigo misma y con los demás y es valentía para encontrar tu propio yo, enfrentándote a tus miedos, inseguridades y viendo en el cristal aquello que no te gusta de ti misma. El yoga es la unión entre cuerpo y alma y sobre todo es la verdad de quiénes realmente somos y lo que queremos proyectar hacia los demás.
-Después de toda tu formación y haber trabajado para firmas muy importantes, ¿en qué momento surge la idea de tu marca Cuchy?
-La idea de Cuchy surge en el año 2020 en plena pandemia, cuando estábamos todos confinados en nuestros respectivos domicilios. Fue un momento de reflexión en el que con el panorama de aquel entonces decidí que era el momento de arriesgar y fue ahí cuando di un giro a mi carrera. Las ventas online y el desarrollo digital habían pegado un salto estratosférico y lo que se programaba como un crecimiento en 10 años, a raíz del confinamiento, se materializó en dos meses. Así que con el apoyo y la confianza de mi marido, decidí comenzar esta nueva aventura y embarcarme en un nuevo proyecto que lleva ya dos años en el mercado y ¡con más éxito del que me pude imaginar!
“La parrilla ha sido traída directamente de Argentina y el Quincho tambiñen. Disfrutamos mucho del campo y del aire libre” Angue Ibarra
-Uno de tus productos estrella son tus sandalias griegas, ¿cómo surgen?
-En uno de mis viajes a Grecia conocí una empresa familiar de sandalias artesanales con un adn propio y decoradas con joyas de la antigua Grecia. Tuve clarísimo que estos diseños tenían que llegar a España, me los traje y fui transformando las sandalias originales hasta llegar a crear mi sello.
-¿Dónde vendéis tu calzado?
-En la web cuchy.es. Para el próximo año estamos analizando la posibilidad de lanzar una colección infantil, que es algo que nuestras clientas nos reclaman.