Procedente de una de las familias más conocidas de Andalucía, Ángela Domecq siempre ha estado fuertemente ligada al campo. Ella y sus hermanos Marta y Francisco heredaron el amor por los toros y los caballos a través de la finca El Torero -que da nombre a la mítica ganadería brava-, legado de su abuelo -hermano del recordado rejoneador Álvaro Domecq, alcalde de Jerez y fundador de la Real Escuela de Arte Ecuestre-, y no tardaron en entender su importancia. Enamorada de esa tierra y comprometida con su conservación, Ángela decidió estudiar Ciencias Ambientales, y tras dedicarse al sector de las energías renovables durante años, hoy combina su carrera con la gestión de la finca familiar, El Torero, en la que nos recibe junto a sus tres hijos -Lesmes, de 8 años, Francisco, de 6, y Ángela, de 3-, su hermano Francisco y sus dos sobrinas, Marta y María.
“Mi madre tenía un gusto maravilloso. Los colores, las telas y los muebles antiguos, heredados de su familia, que supo combinar con alguna pieza nueva, son una preciosidad”
-¿Cuál es la historia de este lugar?
-Esta finca es un legado de mi abuelo paterno, Salvador Domecq Díez. La casa, un típico cortijo de la zona, data de 1890, y aquí pastaba su ganadería brava, a la que le dio nombre.
-¿Cómo es la casa?
-Pues es una casa alegre y atemporal. Cuando falleció mi abuelo, en los años noventa, mi madre decidió ponerla al día y desde entonces está igual de “actual” que ahora... y creo que lo seguirá estando dentro de 20 años más. Para mí, eso es una casa bien puesta. Ella tenía un gusto maravilloso. Los colores, las telas y los muebles antiguos, heredados de su familia, que supo combinar perfectamente con alguna pieza nueva, son una preciosidad.
“Hay que poner en valor a la ‘gente del campo’. Ganaderos, agricultores, tractoristas... Todos son imprescindibles y, desgraciadamente, hoy por hoy son oficios que se están extinguiendo”
-¿Qué es, para ti, lo más especial de este sitio?
-El recuerdo de mis padres, ambos fallecidos… Es algo que respiro en cada esquina.
-¿Hay algún objeto que tenga una historia especial detrás?
-¡Muchos! Los cuadros de las batallas, que pertenecían a mi abuelo paterno, son dos obras de arte maravillosas. También el armario francés, que pertenecía a mi abuela materna, la lámpara de cristal de murano del comedor, que compramos mi madre y yo juntas en un viaje de madre e hija a Venecia… Todo está lleno de historia y recuerdos.
“Cuando falleció mi abuelo, en los años noventa, mi madre decidió ponerla al día y desde entonces está igual de actual que ahora... y creo que lo seguirá estando dentro de 20 años”
-¿Sueles venir mucho?
-Sí, vivo en Sevilla pero vengo siempre que puedo. Me encanta estar aquí, aunque descansar descanso poco porque en el campo siempre hay mil cosas que hacer...
-¿Qué proyectos tienes en marcha ahora mismo?
-Pues estoy muy centrada en una casa rural llamada Fuenteibáñez en una finca de mi marido en la sierra de Aracena, en Huelva. Quiero hacer partícipe a todo el mundo de lo gratificante que es pasar un fin de semana en el campo. Creo que este tipo de turismo es ahora más necesario que nunca, con tanto estrés, prisa y ruido. Pasear por el campo, disfrutar de los animales, despertarte con los pájaros cantando…
“Lo más especial para mí de este lugar es el recuerdo de mis padres, ambos fallecidos... Es algo que respiro en cada esquina”
-¿Cuáles crees que son los principales retos del campo en España a día de hoy?
-Poner en valor a “la gente de campo”. Ganaderos, agricultores, tractoristas, rehaleros... todos son imprescindibles y, desgraciadamente, hoy por hoy, son oficios que se están extinguiendo. Son trabajos duros en los que no existe el mes de vacaciones. Por eso, para que las generaciones futuras sigan con estos oficios, hay que ponerlos en valor y ayudar a que perduren. ¿Cuál es si no el atractivo de las playas de Cádiz frente a las Maldivas? Es ver una vaca retinta en la misma arena, comerte al terminar el día un buen atún de Barbate con una copita de jerez, o un tomate de Conil y un aceite de oliva de Jaén… Todo es producto autóctono sostenido por esa gente de campo. No son solo los puestos de trabajo que genera, o el evitar el problema de la España vaciada, sino que a nivel turístico, el campo y todo lo que forma parte de él, es nuestra historia y todos somos responsables de que se mantenga viva.
Una mesa en el campo
Una mesa en el campo