susana y elena garc a espinel holaliving 32© Manuel Martos

Susana y Elena García Espinel, su casa de Ibiza se llena de artesanía mexicana

De México a Europa con parada en Ibiza, estas gemelas han hecho del huipil mexicano una prenda con la que elevar las jornadas de verano. Artesanales, sostenibles y para todas, las dos hermanas nos cuentan la historia de Coyuchi Kaftans desde la casa de una de ellas, un refugio íntimo con ADN mediterráneo


25 de julio de 2022 - 19:04 CEST

Tienen esa conexión especial que solo los gemelos entienden; esa comprensión para la que a veces solo es necesaria una mirada y, a menudo, ni siquiera. Como cuando, viviendo en ciudades diferentes, incorporaban las mismas prendas a su armario sin saberlo. “Nuestros maridos ya saben que tenemos que estar conectadas 24/7; no hay día que no empiece con una llamada de FaceTime y termine con otra”, cuentan las hermanas García Espinel. Por eso, cuando nueve años atrás Elena se trasladó con su familia a México mientras Susana se quedaba en España, el océano que se interponía entre ellas solo fue un hecho circunstancial, y el proyecto que emprendieron juntas la mejor excusa para saltárselo.

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“Cuando me trasladé al caribe mexicano busqué prendas autóctonas, cómodas y frescas. Me mataba la idea de pasarme los días en ropa de deporte y encontré en los huipiles mi mejor aliado” (Elena)
© Manuel Martos

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Arriba: Elena, de rosa, y Susana, de turquesa, enmarcadas por las espectaculares vistas de la terraza asomada al mar de la casa familiar de la segunda. Abajo: Un hogar con vistas.

Susana lideraba uno de los programas de mayor impacto del Banco Santander en España y Elena estaba al frente de un grupo de Fashion Retail en México cuando las pilló el confinamiento. Ella y su familia decidieron huir del caos de México D. F. a uno de los hoteles del grupo inversor donde trabaja su marido para que los niños pudieran estar en contacto con la naturaleza mientras ella teletrabajaba.

“Mi comedor tiene dos mesas cuadradas y nos gusta tanto hacer mezclas que todas nuestras cenas son para 24 . Cuando nuestros amigos vienen a casa, nunca saben a quién se van a encontrar” (Susana)

“Cambié radicalmente mi forma de vestir, primero porque vinimos con una maletita y al final nos quedamos dos años, y segundo porque el clima y la agenda social eran muy distintos -recuerda Elena-. Decidí buscar prendas autóctonas, cómodas y frescas, con las que me viera bien. Me mataba la idea de pasarme los días en ropa de deporte y encontré en los huipiles de algodón orgánico, tan camaleónicos para día y noche, mi mejor aliado. Me volví adicta y fui haciéndome mi colección, en cuyo diseño y elección de colores y bordados me fui involucrando. En mis redes sociales subía fotos de nuestra vida en las playas del Caribe mexicano; muchas amigas me los empezaron a encargar y le pedí a mi hermana que me ayudara”.

© Manuel Martos

Los huipiles de origen mexicano, los cuadros de motivos africanos y algunas figuras balinesas reflejan la afición viajera y el gusto por lo exótico de las hermanas García Espinel.

El resultado es una colección de piezas únicas y artesanales, desde los tintes y el algodón 100 % orgánico, a la manera de tejerlos en telar de cintura. Su nombre, Coyuchi -algodón en lengua maya-, alude a su conexión con los antepasados de la comunidad de artesanas de Oaxaca que los teje y a la que, tal como reivindica Susana, les atribuyen el verdadero mérito. “Nos gusta resaltar que los diseños y las iconografías de los bordados son suyos, nuestro trabajo se limita a combinarlos con aires europeos haciendo de estas piezas ancestrales, piezas eternas, vintage maravillosas que no pasan de moda”.

“Nuestros maridos ya saben que tenemos que estar conectadas 24/7; no hay día que no empiece con una llamada de FaceTime y termine con otra” (Susana)
© Manuel Martos

Aunque la cocina no es uno de sus puntos fuertes, ejerciendo de anfitrionas no tienen rival. Aquí, las hermanas disfrutan de los preparativos para un prometedor almuerzo.

Las gemelas reconocen que no esperaban el tirón en redes de lo que comenzó casi como un juego. Tampoco fue sencilla la organización, apunta Susana, bromeando: “La diferencia horaria nos permite compaginar nuestras carreras profesionales con Coyuchi, ¡pero a veces siento que el día tiene 40 horas!”.

© Manuel Martos

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Maderas naturales, ADN mediterráneo, tonos serenos y motivos asiáticos son las claves del hogar que Susana ha creado junto a su marido y sus hijos en esta idílica propiedad ibicenca asomada al mar.

Todo esto que se traen entre manos, además, se ha convertido en la mejor estrategia para verse. No hay verano o Navidad en la que no se reúnan, pero Coyuchi Kaftans siempre es una buena excusa, como esta reunión organizada en Ibiza, en la casa donde Susana se casó hace 17 años, y que hoy, asegura, sigue teniendo la misma “buena vibra” de entonces.

“La orientación hacia el mar y la roca que preside la vista son el marco de los mejores atardeceres de la isla. Es un lugar que emana paz. La casa, además, tiene una historia muy bonita. Mi marido la compró en 24 horas. Un amigo le invitó a pasar un fin de semana aquí cuando aún era soltero y, cuando vio la puesta de sol, se enamoró de este lugar. No paró hasta encontrar algún vecino que le vendiera su casa. Además quiso rendirle un homenaje a su madre y ponerle su nombre: Can Aby”.

“En mis redes sociales subía fotos de nuestra vida en las playas; muchas amigas me empezaron a encargar los huipiles, y le pedí a mi hermana que me ayudara” (Elena)
© Manuel Martos

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Distintos detalles de la amplia vivienda a la que el marido de Susana bautizó con el nombre de su madre, Can Aby. Arriba: Susana (izquierda) y Elena (derecha), en uno de los dormitorios principales.

Grande y dividida en diferentes espacios, tenían claro que querían que la casa guardara la misma línea arquitectónica que las casas payesas, para lo que utilizaron materiales autóctonos como la madera de sabina para los porches o el suelo de barro antiguo. Los muebles, de estilo colonial en su mayoría, conviven con otros balineses o asiáticos que fueron trayendo a lo largo de sus viajes. “Siempre lo digo, no solo existe una Ibiza, existen tantas como desees; existe la Ibiza de las fiestas y la que te permite aislarte, familiar, tranquila y de contacto con la naturaleza. Esta es la Ibiza que nos gusta”.

El gusto por recibir es también compartido por ambas hermanas, igual que, confiesan, su poca habilidad en la cocina, algo sobre lo que bromea Elena. “A las dos se nos da pésimamente cocinar, pero lo compensamos con ayuda y siendo muy creativas. Eso sí, mis cenas son siempre ligeritas ¡y mi hermana hace menús de cinco platos! Aunque en mi casa ya solo comemos mexicano y hemos cambiado la tortilla de patatas por las enchiladas y quesadillas”.

“Mis cenas son ligeritas ¡y mi hermana hace menús de cinco platos! Aunque en mi casa ya solo comemos mexicano y hemos cambiado la tortilla de patatas por las enchiladas” (Elena)
© Manuel Martos

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Arriba: Elena, de naranja, y Susana, de fucsia, en una mesa con los colores de sus caftanes y el azul de Ibiza, con vajilla de Cocoq Ibiza y flores de Eiviss-Garden. Los almuerzos y veladas de Susana son siempre la excusa perfecta para conocer a gente y divertirse.

Sobre sus dotes como anfitriona, Susana da un paso adelante. “A mí antes organizar una cena en casa me llevaba una semana de trabajo, ahora las organizo sobre la marcha, y hago algo aquí casi cada semana. Mi comedor tiene 2 mesas cuadradas y nos gusta tanto hacer mezclas heterogéneas de gente que todas nuestras cenas son para 24. Cuando nuestros amigos vienen a casa, nunca saben a quién se van a encontrar. Me fascina organizar mesas diferentes con decoraciones temáticas dependiendo del menú y, además, ahora que los niños son un poco más mayores, muchas veces me ayudan como pinches o sirviendo los aperitivos. Me atrevería a decir que mis fiestas son mejores, ¡pero porque ya tengo mucho callo!”.

© Manuel Martos

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Arriba, mesa con mantel Suzani, un bordado típico de las tribus nómadas de Asia central y, abajo a la izquierda, Susana con flores de Eiviss-Garden.

Por encima de todo, sin embargo, lo que adoran es compartir su tiempo. “A las dos nos encanta el campo y nuestros hijos tienen tanta energía que siempre es un buen plan para que desfoguen -apunta Elena-. Pero lo que de verdad nos gusta es estar juntas, el plan es lo de menos”.

© Manuel Martos

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Esta casa, cuenta Susana, es reflejo del lado más familiar, sereno y natural de la isla.

El huipil a examen

  • Orgánicos: Coyuchi, algodón en maya, es el término perfecto para bautizar a esta colección de prendas elaboradas en algodón orgánico 100 %, teñidas con tintes naturales y tejidas en telares.
  • Artesanos y comprometidos: Los huipiles de Coyuchi Kaftans, reivindican las hermanas García Espinel, no hubieran sido posibles sin los conocimientos y habilidades de la comunidad de mujeres artesanas de Oaxaca, con quienes colaboran.
  • Todoterreno: Sus líneas fluidas y la libertad de sus estampados los convierten en el marco ideal sobre el que crear looks más o menos arreglados, de plano o de tacón, para el día o para la noche, haciendo de su versatilidad una de sus mayores virtudes.
  • Un toque europeo: Sin interferir en la personalidad tradicional y local de estas prendas, el toque Coyuchi en la combinación de detalles y colores convierte estas prendas ancestrales en básicos de armario de vocación clásica.
FOTOGRAFÍAMANUEL MARTOS
REALIZACIÓNCRISTINA REYES
TEXTOLETICIA ECHÁVARRI
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍAEVA ESCOLANO
AGRADECIMIENTOSMENAJE: COCOQ IBIZA
FLORESEIVISS GARDEN
LOOK 1ELENA, DE TEMPERLEY LONDON; SUSANA, DE TETÉ BY ODETTE
LOOK 2SUSANA, CON CAFTÁN DE VITA KIN; ELENA, CON VESTIDO DE ULA JOHNSON
LOOK 3COYUCHI KAFTANS
LOOK (VITA KIN) 4SUSANA, CON MINICAFTÁN DE IRIS APFEL PARA H&M; ELENA, DE COYUCHI KAFTANS