Esta es la historia de una gran familia. Unos nómadas que han recorrido el mundo con sus cinco hijos y han creado una marca artesanal de moda y complementos que ha llevado el nombre de Ibiza alrededor del planeta. Merel y Alok son el alma de una marca inclusiva que organizó el pasado abril un desfile donde cabían todas las personas. Ella es holandesa de nacimiento, fue modelo y conoció a su marido en la isla bonita. Aquí tienen un hogar muy especial del que nos abren las puertas.
-Merel, ¿hace cuántos años que vives en Ibiza?
-Veintiocho años. La primera vez que vine fue con mi madre, fallecida en marzo, y su mejor amiga, en 1971. Ellas importaban Paula’s Ibiza , una marca muy hippie de los años 70 . Desde entonces vine muy a menudo, hasta que me quedé a vivir.
-¿Qué fue lo que te enamoró de la isla?
-Algo muy difícil de describir. Una energía, una vibración. Todo el mundo que ha decidido quedarse a vivir en Ibiza la ha sentido en algún momento. Es como una magia con la que empiezas un proceso de transformación muy profundo en tu vida. La gente que no se enfrenta a esta transformación generalmente no se queda. Es algo muy bonito.
-Háblanos de tu gran familia.
-Alok y yo nos conocimos en una puesta de sol en la playa de Benirrás. Yo estaba casada y tenía dos hijos, un niño y una niña; y Alok también estaba casado y tenía una niña. Cuando nos conocimos ya aportamos tres hijos y luego hemos tenido otros tres en común. Cinco de ellos han crecido con nosotros siempre y Carlota creció en Gerona con su madre, pero venía siempre tres meses todos los veranos y a los 16 años decidió probar la familia ibicenca. Es algo precioso. Al principio ellos tuvieron que adaptarse, pero fue muy bonito.
“Cuando Alok y yo nos conocimos estuvimos cinco años viviendo en un tipi y después en una furgoneta en todas las playas de Ibiza con los niños. Antes que en esta, vivíamos en una casa sin electricidad”, Merel
-Con vosotros también vivió muchos años tu madre, fallecida poco tiempo después de la realización de este reportaje. ¿Se adaptó fácilmente a vivir en la isla?
-Vino seis semanas después de que yo decidiera quedarme. La convencí y tuvo una casita en la montaña de San Miguel con unas vistas preciosas, su perrito y una mobylette. Era pintora, yo vengo de una familia de artistas, y también hizo collares de perro con piedras y conchas durante muchos años y pintaba calabazas.
-¿Siempre habéis vivido en esta casa?
-No. Yo era modelo; mi exmarido, productor y Alok, agente inmobiliario. Cuando nos conocimos nos tocó no tener casa; estuvimos cinco años viviendo primero en un tipi y, después, en una furgoneta por todas las playas de Ibiza. Fue algo divino. Los niños se despertaban e iban al mar, jugaban en las rocas, fue la libertad total. Estoy muy feliz de haberlo vivido. Cuando pierdes todo y te quedas sin nada, pierdes también el miedo. Nosotros dejamos atrás toda nuestra vida anterior y nos costó encontrar una casa porque al principio no teníamos nada de dinero. Viajamos mucho por la India, México, siempre con los niños. Pero después de cinco años decidí que necesitábamos una casa, plantar mis semillas, hacer mi jardín, tener una cocina de verdad. Así que apareció una finca muy antigua perdida por las montañas de San Carlos, preciosa y sin electricidad. Fue un paraíso para nosotros, mis dos últimas hijas nacieron en esta casa, en la que estuvimos 13 años. Donde vivimos ahora es otro paraíso, muy similar a la casa anterior pero con más confort. Tiene muchos rinconcitos románticos escondidos donde puedes estar sola, y eso me encanta.
“En la casa principal vivimos Alok y yo con dos de mis hijas. Mis tres hijos mayores viven en yurtas y caravanas en la misma finca”, Merel
-¿Dónde está ubicada?
-Entre Santa Eulalia y San Lorenzo, en el norte de la isla. Es en la montaña y vemos el mar a lo lejos. Hay un bosque lleno de secretos y aventuras. Estamos a siete minutos del mar y a seis minutos de nuestra tienda y de la escuela de mi nieta. Muy centrados en la isla y supercerca de todo.
-¿Cómo describirías el tipo de construcción?
-Una parte tiene 300 años de antigüedad. Hay dos alas que hemos construido nuevas, pero siguiendo el estilo de la vieja casa. La cocina y algunas habitaciones las hicimos nuevas. Dentro de la cocina tenemos el antiguo pozo. Y un ala donde vivimos los “mayores” y otra donde viven los “jóvenes”. En la casa principal vivimos Alok y yo, Gaya y Karuna. Fuera, en yurtas, viven Goldie, Jesús y su hija, Onaua; Carlota, la otra hija mayor, vive en otra yurta con su pareja y su bebé. Asher vive en dos caravanas y tenemos también dos tipis. ¡Y siempre tenemos invitados durmiendo!
-¿Cómo es la decoración?
-Cambia constantemente. Me encanta decorar y pintar, y hemos tenido de todo, incluso paredes llenas de flores pintadas por mí; también me gustan los susanis , los bordados de Afganistán. Últimamente he entrado en una época más tranquila, es decir, con mucho blanco y detalles de color. Los cojines son siempre muy importantes, como viajamos mucho y trabajamos con estampados, siempre tenemos cojines de todas las etnias bordados a mano. Una cosa muy importante para mí es la chimenea, siempre la cambio de color y de dibujos. Ahora es azul pero anteriormente tenía motivos nativos. Casi todo lo he hecho yo, me encanta: las lámparas, los cojines, los cuadros…
-¿Dirías que es una prolongación de vuestro estilo hippie chic?
-¡Por supuesto! Y de nuestra marca, nosotros diseñamos todo en la marca y en casa hacemos lo mismo. Es mi pasión, no hay separación entre mi casa y la firma. La vida, además, al estar en Ibiza, es mucho más colorida que en Madrid, Ámsterdam o Hamburgo.
-¿Cuál es vuestro rincón o estancia favorita?
-La cocina es el corazón de nuestra casa, es donde más estamos, tanto en invierno como en verano. Nos encanta cocinar a todos y siempre nos reunimos ahí. Hay muchos rincones en los que te encuentras bien en esta casa, depende también mucho del momento del día. Nos reunimos mucho en el chill out de la piscina, donde hacemos tacos, ya que tenemos un yerno mexicano y los hace divinos, y ponemos música. Nos encanta estar en casa.
“Una parte de la casa tiene 300 años de antigüedad. La cocina la hicimos nueva y dentro de ella hay un pozo. Estamos a siete minutos del mar y a seis minutos de la escuela de mi nieta”, Merel
-¿Qué tesoros o piezas especiales albergáis?
-Una de mis cosas favoritas es un plato de lapislázuli que tiene grabada mi cara y la de Alok y dice World Family Ibiza. Nos lo regaló un hijo apadrinado que tenemos en Afganistán, nos lo hizo en Kabul y tenemos mucha relación con él y su familia. Tenemos muchos hijos apadrinados por el mundo. Y luego un cuadro que hice yo para Alok en su cumpleaños de una mujer india, me encanta mirarlo. El jardín es mi territorio, amo las plantas dentro y fuera de casa. Me encanta rescatar las que veo que están malitas. Después de 28 años haciendo jardinería en Ibiza, aún me cuesta. Siempre intento tener muchas plantas autóctonas. Aquí hay muy poca agua y no quiero consumir el agua de todos. Pido semillas a los payeses y voy viendo crecer las plantas.
-¿Cómo nació World Family Ibiza?
-Por necesidad. Nos dieron un puesto en el mercado de las Dalias y después de un viaje a Marruecos empezamos a vender ahí. Como necesitábamos cosas, empecé a hacer bolsos y funcionó. Mi primera clienta volvió a la semana diciéndome que quería otro. Hace 23 años el concepto de bolso con cuerdas, lazos y pompones no existía. Un día vino la mujer de un futbolista holandés, me compró cinco bolsos y fue un boom, había cola para comprar. Fue una pasada. Durante un año no tuvimos marca y decidimos ponerle nombre a nuestros bolsos. Se llama así porque, cuanto más viajamos, más cosas vemos de cada etnia o cada tribu y encuentras cosas similares en todas, incluso en los bordados.
-¿Todos trabajáis en la firma de moda?
-Alok y yo, junto a Goldie, Carlota y Karuna, nuestra hija menor. Nuestra hija Gaia es Dj, Asher es chef y tenemos otro hijo que es muy de naturaleza y siempre hace cosas con eso, ha tenido una empresa de kayaks de cristal.
“Sobrevivimos al tsunami de Tailandia. Yo estaba embarazada de seis meses y medio. Eso nos cambió para siempre. Hay que apreciar cada momento de la vida”, Merel
-Sobreviviste al tsunami de Tailandia, ¿cómo te marcó esa experiencia?
-Yo estaba embarazada de seis meses y medio de Karuna. Íbamos a ir a la India, pero Alok me dijo: “Cariño, ¿por qué no vamos a otro sitio?”. Y nos fuimos a Tailandia. Fue un viaje muy intenso, primero nuestra hija Gaia se cayó de una hamaca y dejó de respirar por un golpe en el diafragma, casi la perdemos, pero vino una señora que se llamaba Karuna, que era enfermera, y le salvó la vida. A los días, tuvimos que operar a Alok de apendicitis. Estábamos en Ko Pha Ngan, al lado de Phuket. El día del tsunami vinieron las dos olas pero con mucha menos fuerza que en Phuket. Yo estaba desayunando en la playa con los niños y Alok, en la cabaña, eran las 10:26, me acuerdo porque fue cuando vino el médico a quitarle a Alok los puntos de la operación. Llegó la primera ola, un barco entró en el restaurante donde estábamos. Logramos escapar y nos pusimos en la parte de arriba de una cabaña. El agua empezó a retroceder hasta el horizonte, el mar se quedó sin agua, miles de peces y animales marinos se quedaron sin agua. Vimos a nuestro hijo Rama correr detrás de los cangrejos y Alok salió corriendo a por el niño. Subimos a la montaña y llegó la segunda ola.
-¿Qué pasó después?
-Dormimos en el colegio de la isla porque era el punto más alto y al día siguiente nos vinieron a rescatar. Pasamos muchísimo miedo. Hasta que no llegamos a la península no nos dimos cuenta de que éramos unos supervivientes , nos recibieron entre aplausos. La eficiencia de los tailandeses es increíble. Esto nos cambió para siempre, hay que aprender a apreciar cada momento de la vida.