Antes de los veinticinco Ira von Fürstenberg ya había protagonizado dos bodas, dos divorcios y era madre de dos niños. Con veintisiete se convirtió en estrella de cine, modelo e icono de estilo. Ahora, esta princesa rebelde y viajera diseña piezas decorativas y nos abre las puertas de Las Monjas, un antiguo monasterio de Ronda (Málaga) que su primer marido, Alfonso de Hohenlohe-Langenburg, reconvirtió en cortijo.
En 3 claves:
- Al natural
Cortar rosas, pasear por los viñedos y ejercer de anfitriona. Estos son algunos de los pasatiempos a los que Ira se entrega en su refugio familiar de Las Monjas, donde las comidas transcurren al aire libre y a ritmo pausado, con vistas al jardín. Una atmósfera relajada que se extiende a la mesa, entendida como un espacio funcional donde disfrutar de la buena compañía.
- Menos es más
Pese a haber crecido en un palacio veneciano, rodeada de privilegios y belleza, a sus 82 años la princesa prefiere la sencillez de Ronda. El patio acoge almuerzos de impronta mediterránea, con textiles vichy y una gama cromática que recuerda al mar y a los árboles frutales de la zona, además de una vajilla inspirada en la porcelana conocida como Compañía de Indias, cuyas piezas pertenecían a las familias de la alta nobleza europea como la suya.
- Con alma de oasis
Al igual que los objetos que diseña, la decoración de este cortijo es un reflejo de su personalidad: multicultural y vibrante. Aquí el folclore andaluz convive con referencias árabes, como los farolillos. Pero, sin duda, la mejor obra de Ira no son sus creaciones ni sus fincas, sino su propia vida, tan apasionante como una novela.