Algunas de sus recetas, como los escribanos con guarnición de cresta de gallo o los huevos de cisne en ensalada, no podrían prepararse en la actualidad -está prohibido cazar esos pequeños pajarillos en peligro de extinción que son los escribanos, y qué decir de los cisnes, propiedad todos ellos de la Reina de Inglaterra-, pero la gran mayoría sí. Las recetas que la cocinera victoriana Eliza Acton reunió en su Modern Cookery no solo están plenamente vigentes, sino que su figura, gracias a la novela que publica ahora la reconocida autora inglesa Annabel Abbs, será debidamente reivindicada.
“Eliza quería cocinar para la familia media, no para Downton Abbey; fue poeta y una de esas mujeres de buena familia que no deseaba casarse, sino realizarse”
La idea, como casi todas, surgió de una manera fortuita, cuenta la escritora desde su amplia y luminosa cocina en el barrio de Fulham, a la que nos ha invitado para cocinar y disfrutar con ella de algunas de las exquisiteces con el sello Acton. “Mi suegra, que era una gran cocinera, me regaló una valiosa colección de libros de cocina antiguos que tuve guardados en un armario durante 25 años. Un día, curioseando entre ellos, di con el de Eliza Acton. No se parecía en nada a los demás. Estaba bien escrito y, a diferencia del resto, apetecía hacer sus recetas. Se notaba que le gustaba comer además de cocinar”.
“Durante dos años cociné sus recetas y lo hice como lo hubiera hecho ella, moliendo en mortero, batiendo a mano… Eso me hizo entenderla mejor”
Cuando empezó a investigar, se dio cuenta de que, además, fue una pionera. “Señalaba ingredientes y cantidades, algo totalmente revolucionario, quería cocinar para la familia media y no para Downton Abbey y fue la primera en incluir recetas judías, especias exóticas… Fue también poeta, dramaturga y una de esas mujeres de buena familia que no deseaban casarse, sino realizarse, una feminista de la época sin saberlo”. Su libro de recetas fue un superventas en su época, pero su nombre había caído en el olvido y Annabel, todo un referente en el género de novela histórica, se propuso recuperarlo con El libro de cocina de la señorita Eliza, considerado ya por The New York Times y The Washington Post una de las mejores novelas del año, y con una adaptación televisiva ya en camino.
“Durante dos años cociné sus recetas y sometí a mi familia a la dieta Acton. Y lo hice como lo hubiera hecho ella, moliendo en mortero, batiendo a mano… Eso me hizo entenderla mejor”. A la propia Annabel lo de la cocina le viene de familia. “Vivíamos en el campo, teníamos gallinas, un cerdo y un huerto. Mi padre era poeta; como puedes imaginarte, no había un duro en casa. Era un modo de vida muy bohemio; mi madre cocinaba lo que cultivábamos y la carne más barata que había en el mercado: riñones, hígados… Yo no pisé un restaurante hasta que tuve 18 años, pero ella cocinaba como yo ya no he vuelto a ver cocinar”. De su padre heredó la mano para las letras; de su madre, para la cocina; habilidades que ha tratado de inculcar en sus cuatro hijos y que a su hija Bryony la han convertido en primera espada de sus cocinas.
“Mi cocina fue tomada durante tres días por el equipo de The Crown pero entonces no se cocinaron recetas de Eliza, ¡sino espaguetis con verduras!”
Junto a ella prepara durante esta jornada tres de las icónicas -y deliciosas- recetas de Eliza, en la misma cocina familiar que utilizan ellos, y que recientemente sirvió de plató para la próxima entrega de una serie ya icónica. “Me llamó una mujer; habían visto unas fotos de hace más de veinte años de mi cocina, cuando ofrecí mi casa para un rodaje. No daba crédito. ¡La querían para The Crown!”. Allí tiene lugar el encuentro entre Diana de Gales y el periodista Andrew Morton, quien organizó la polémica entrevista televisiva que daba ella en 1995. “Mi calle y mi cocina fueron tomadas durante tres días, pero entonces no se cocinaron recetas de Eliza, sino espaguetis con verduras”, bromea.