La vida de la empresaria portuguesa Sonia Santiago ha dado un sinfín de vueltas. Trabajó en publicidad, en marketing, tuvo varias tiendas de moda y de productos enfocados en la vida al aire libre, y se introdujo en el sector turístico a través de un pequeño hotel boutique dirigido al mercado gay en el centro histórico de Bairro Alto, por entonces una de las zonas más degradadas de Lisboa. Ella contribuyó a su rehabilitación, y a la vez le cogió el gustillo a la recuperación de entornos excepcionales. Tanto que su último proyecto ha sido una ambiciosa restauración de una finca olvidada, Vila Lage, en el privilegiado entorno del Parque Natural de Ría Formosa, la zona de moda en el país vecino, muy cerca del coqueto pueblo de pescadores Santa Luzia y de la histórica localidad de Tavira.
“Siempre he vivido junto al mar. Para mí es fuente de belleza, de emoción y de renovación. Sus olores y los juegos de luz son verdaderos festivales para los sentidos”
-Sonia, ¿cómo crees que han influido tus orígenes en la persona que eres hoy?
-Parte de mi familia viene del norte de España. Mi abuelo materno, cuya pasión fue la gastronomía, trabajó en Nueva York y más tarde abrió restaurantes en Lisboa y Cascais. Como muchos gallegos de su época, fue un emprendedor. En casa hemos heredado la curiosidad por los sabores y las distintas formas de combinarlos y, sobre todo, hemos aprendido a valorar la calidad. Comer sano, vivir con moderación y respeto han sido los valores que me transmitió mi madre. La familia de mi padre, por su parte, tiene sus raíces en el centro de Portugal y una relación muy estrecha con la tierra. A mi padre le encantaban las caminatas por la montaña. Recuerdo cuando salíamos temprano con los perros y el pan recién horneado que untábamos con mantequilla artesana. ¡Aún hoy echo de menos esos días!
“Parte de mi familia viene del norte de España. Mi abuelo materno, cuya pasión fue la gastronomía, trabajó en Nueva York y abrió varios restaurantes”
-¿Ha sido la proximidad al mar una constante en tu vida?
-Siempre he vivido junto al mar. En Cascais, donde crecí, y en Galicia, de veraneo en Bayona. El mar es fuente de belleza, de emoción y de renovación. Sus olores y los juegos de luz son verdaderos festivales para los sentidos. Tengo la suerte de haber vivido en sitios maravillosos. En Estoril la casa tiene una luz increíble. Es un trabajo de renovación del arquitecto Manuel Aires Mateus y sus líneas depuradas agregan serenidad y permiten que entre el azul del cielo y del agua. Para mí es importante caminar y pasear por la costa. Es mi meditación.
-Háblanos de Vila Lage.
-Había decidido alejarme de la ciudad a una especie de refugio. El Algarve tiene un clima muy cálido y me atraía su este, muy auténtico y sin grandes construcciones. Durante un par de años recorrimos en velero los alrededores de la isla de Culatra y la zona me cautivó por su belleza natural. Tiene la ubicación perfecta: en pleno Parque Natural de Ría Formosa, totalmente inmerso en la naturaleza.
“Comer sano, vivir con moderación y respeto han sido los valores que me transmitió mi madre”
-¿Cuáles fueron los principales retos de la reforma?
-En principio lo tenía muy claro: romper lo menos posible lo existente por cuestiones sostenibles. Quería ser flexible con los detalles menos estéticos. Un reto difícil. Empecé la renovación por el jardín. Me refugié en el lugar para poder conocerlo y entender la relación de la arquitectura con este y con la ría y las extensas playas de arena blanca de la zona. Durante un tiempo viví la casa sin modificarla. Plantando y moldeando el exterior para crear espacios de contemplación, de lectura y relax. Quería que mi experiencia con la naturaleza fuera el centro de atención. Que por cualquier puerta de la casa se pudiera salir y vibrar con la luz, las sombras y las fragancias de las flores y las plantas. Crear un jardín sostenible fue uno de los fundamentos de la rehabilitación. Algarve es una zona de recursos hídricos escasos y era importante colocar plantas nativas que se adaptaran bien a la zona y que aceptaran la fuerza del sol. El resultado ha sido una fusión del paisaje de la ría y sus plantas con la lavanda, el romero, las rosas y los árboles mediterráneos. También he acometido una estación de purificación de las aguas sucias de la casa que después de purificadas se utilizan para riego. La organización del espacio se ha modificado en pro de la funcionalidad. Es una casa que conecta con el jardín, con el mar y conmigo.
-Sostenibilidad, armonía… ¿Son los nuevos conceptos fundamentales tras la Covid?
-Sobre todo la sostenibilidad. Es una necesidad imperativa. La Covid ha demostrado que es posible trabajar desde lejos y evitar desplazamientos innecesarios. Pasamos del mass travel al meaningful travel. El nuevo lujo está alejado del turismo masivo, es sencillo y desde luego más sano.
-¿Es este tu hogar definitivo, o seguirás buscando nuevos paraísos en los que trabajar por un entorno más bello y saludable?
-Me gustaría seguir desarrollando proyectos de preservación y rehabilitación arquitectónica y paisajística en esta zona. Pero el tiempo dirá a dónde me llevan los vientos…
Guía de viaje
Los pueblos/ Tavira, Faro y Olhão serían los tres imprescindibles de la zona. Sube a lo alto del castillo de la primera localidad para vislumbrar el privilegiado entorno, en el que no es raro encontrar flamencos y otras aves zancudas; sumérgete en la historia de la región a través de las adoquinadas calles de la capital y disfruta del genuino aire marinero de la pequeña localidad de pescadores con la que terminamos nuestro recorrido “para principiantes”.
Las playas/ Incluso en pleno invierno, el apacible clima de la zona permite disfrutar de sus numerosas playas -de aguas gélidas, eso sí…- y paradisíacas dunas de arena blanca. Algunas, como la Praia da Dona Ana, cuentan con instagrameables formaciones rocosas que suelen hacer las delicias de los visitantes en cualquier época del año.