Su apellido suena a saga de empresarios catalanes, a motos y a aventura, y sus andanzas -vinculadas a su trabajo en la agencia Montaz Media y a esa exclusiva sociedad de amigos llamada La Junta , con miembros tan insignes como Eugenia Silva o Carolina Adriana Herrera- tienen aroma de eventos y de noche madrileña. Pero lo cierto es que Rafa Tarradas Bultó es un tipo de contrastes. Tanto como para comprarse una cabaña sin agua ni luz en el Valle del Tiétar, Ávila, y ponerse a escribir a la luz de las velas El heredero , el debut literario que lo consagró por sorpresa como escritor; seguramente una asignatura que ni él mismo sabía que tenía pendiente cuando estudiaba Diseño Industrial o dirigía la galería Helga de Alvear. Ahora su cabaña es un bucólico retiro con electricidad y Rafa ya va por su segundo libro, El valle de los arcángeles -una novela de amor, aventura e historia que ya es un best seller y lidera las listas de superventas-, pero las cosas no han cambiado tanto. El nieto de Paco Bultó -fundador de las marcas Montesa y Bultaco-, sobrino del malogrado aventurero Alvaro Bultó y primo del expiloto Sete Gibernau, no ha renegado de la velocidad; sencillamente ha encontrado la manera -y el lugar- de pisar el freno de vez en cuando.
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-Esta cabaña ha tenido mucho que ver con tu faceta como escritor. ¿En qué condiciones te gusta escribir?
-Me gusta desconectar. Soy una persona muy sociable y muy solitaria a la vez. La clave es que aquí estoy tranquilo, solo y sin distracciones, así que me puedo concentrar, leer, investigar. Tiene muchos libros, una chimenea agradable y un entorno de paz en el que es fácil inspirarse e imaginar historias. No puedo parar de escribir porque me encanta. Mi nueva novela, El valle de los arcángeles, le debe mucho al Valle del Tiétar. Ahora estoy con una novela de ficción histórica ambientada en el siglo XX que creo que está quedando muy bien. ¡Los lectores dirán!
-¿De qué manera irrumpe esta casa en tu vida?
-Hace algunos años empecé a buscar algo sencillo a donde poder escaparme de Madrid los fines de semana, por lo menos una noche, pero no conocía bien nada, así que miré en Google Earth la zona que me pareció más verde de los alrededores de la capital y fui a verla. Me encantó. Al poco tiempo compré esta cabañita, que es un lugar de tranquilidad, con árboles enormes, un río y una charca. En cuanto llegué supe que era mi sitio.
“Me gusta desconectar. Soy una persona muy sociable y muy solitaria a la vez. Aquí hay muchos libros, una chimenea agradable y un entorno de paz en el que es fácil inspirarse e imaginar historias”
-¿Buscabas hacerte ermitaño?
-En Madrid mi vida es ajetreada y mi ocupación en Montaz Media, la agencia de comunicación en la que trabajo, me obliga a ir a muchos eventos. Además, me encanta ver a mis amigos, hacer deporte, salir por la noche…, no perderme nada. Me divierte mucho esta vida, pero es agotadora; así que sí, este es el sitio perfecto para compensar ese no parar.
-La compraste sin luz ni agua, ¿cómo sobreviviste?
-Me iba a dormir, cuando ni siquiera había ventanas, con dos perros con los que me acurrucaba para tener calor. Ponía velas, llenaba botellas de agua en el río para lavarme… y lo gracioso es que estaba bien. Volvía descansado a Madrid a pesar de no tener ninguna comodidad. Me di cuenta de que no me hacía falta tanto.
“Está amueblada con cuadros y muebles de casa de mis padres que se habían guardado. Soy sentimental con los objetos, con las casas, y me encanta que todo vuelva a estar colocado”
-La reforma ha sido importante, ¿cómo la abordaste?
-Fundamentalmente con mucha ilusión, recuperando muebles del trastero de la casa de mis padres, fijándome en revistas, casas de amigos, procurando no desviarme nada de lo que tenía en la cabeza. Es exactamente lo que quería.
-¿De qué manera reflejan sus espacios y decoración tu personalidad?
-Esta cabaña es totalmente diferente de mi casa de Madrid, un loft moderno y sin mucha cosa; pero me encanta porque está amueblada con cuadros y muebles que siempre vi en la casa de mis padres y que se habían guardado cuando cambiaron la decoración. Soy sentimental con los objetos, con las casas, con las cosas que me han rodeado; y me encanta que vuelvan a estar colocadas.
-¿Te escapas a menudo?
-Sobre todo en primavera y otoño, que es cuando está más bonito y estoy más en Madrid.
-¿Cómo es un fin de semana aquí?
-Chimenea, manta, lectura, escritura, comida de cuchara y paseos por el campo. Voy en bici por Gredos y a la que puedo cuido los prados con mi tractorcillo, que me divierte mucho. El jardín me encanta; es lo mejor de esta casa, con sus árboles gigantes y todo lo que crece alrededor, así que paso la mayor parte del día trabajando en él. No me gustan los jardines muy retocados, me gusta la naturaleza cuidada pero original del lugar.
“Al principio me iba a dormir con dos perros con los que me acurrucaba para tener calor. Ponía velas, llenaba botellas de agua en el río para lavarme... y lo gracioso es que volvía descansado a Madrid”
-¿Cocinas?
-Cocino fatal, pero sé dónde comprar buena comida y soy bastante organizado, así que no paso hambre, que es todo un logro. Además, el deporte, la historia, la lectura y el arte me encantan.
-Un profesional de los eventos seguro que organiza aquí grandes comidas y reuniones… ¿Alguna especialmente memorable?
-Una vez vinimos muchos amigos -demasiados- a las fiestas del pueblo. Son divertidísimas, pero deberíamos haber cogido un hotel. Acabamos todos durmiendo entre los sofás y las camas, amontonados, cantando y contando historias de miedo como cuando éramos pequeños; lo recuerdo como una noche de risas continuas.
“Chimenea, manta, lectura, escritura, comida de cuchara y paseos por el campo. Voy en bici por Gredos y a la que puedo cuido los Prados con mi tractorcillo, que me divierte mucho”
-¿Has reunido aquí a La Junta?
-¡Aún no a todos! Lo tengo pendiente porque todo con ellos siempre es fácil y divertido, justo como me gusta.
-¿Cuál es tu happy hour en Tiétar?
-El atardecer. Se pone todo rosa y naranja y los pájaros parece que se vuelven locos cantando. Me pongo una copa de vino, me tumbo en uno de los bancos y me siento agradecido y feliz por todo lo que Dios me ha dado.
Las claves de su estilo
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