El genius loci de un lugar es la manera en la que los elementos se relacionan en él conformando su quintaesencia; algo que Rocío Sainz de Rozas trata de preservar a través de sus intervenciones como paisajista, buscando la integración absoluta entre los jardines creados y el paisaje previamente existente. El concepto, derivado de la mitología romana -genius loci aludía en origen al espíritu protector de un lugar-, quizá conectó con la andaluza cuando, matriculada en ICADE, cursaba cuarto de Administración y Dirección de Empresas en Roma.
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“En la naturaleza al final está todo interconectado. Y, como suelo decir, Dios es el mejor jardinero; ¡No hay ‘mixed border’ mejor hecho que una cuneta en Andalucía en Primavera!”
Ya de antes los jardines la apasionaban, pero fue en la Ciudad Eterna, visitando las villas de Bomarzo del siglo XVI, cuando le explotó la cabeza. Su madre, Rocío de la Cámara, es todo un referente de la ganadería española de quien, además del amor por el campo, ha aprendido a luchar por lo que le gusta. “Su sitio es un burladero y el mío estar todo el día con las botas de agua puestas, pero la forma de entender la vida es la misma”. Así que terminó la carrera deprisa y corriendo para dedicarse a pasear por los jardines de toda Europa -de los romanos a los ingleses, y de aquellos a los naturalistas de Alemania y Holanda-.
“Preservamos todo el exterior para que siguiera cumpliendo con el prototipo de casa andaluza de teja, color blanco y línea tradicional”
En aquel trasiego nómada en el que buscaba educar sus ojos aprendió a mezclar plantas, a cultivarlas y a regarlas. Y de paso, completó su formación con ingeniería agrónoma. “Por suerte, mi marido, Jacobo, me apoyó en todo momento; nunca me dejó que no lo intentara. En el viaje de novios lo engañé para ver jardines en Escocia; y ahora hasta se sabe los nombres de muchas plantas en latín. Fue un proceso de inmersión y cambio de vida, de financiera a jardinera ”.
Bregada en Sotogrande , su gran escuela y su gran suerte -allí es donde conoció a su marido, Jacobo Martínez Benjumea-, se estrenó en Finca Cortesín para luego independizarse e ir dejando su sello en proyectos tan apasionantes como los de The Beach o el jardín del Real Club de Golf de Sotogrande. Pero, tras mudarse de Sotogrande a la casa familiar en el campo de Jerez, ha sido su casa de Sevilla -muy cerca de su estudio- la que le ha otorgado la estabilidad que ansiaba para ella y los suyos.
“Con 7 y 4 años, mis hijos, pobrecitos, ¡ya son maestros jardineros! Plantan bulbos conmigo en otoño, quitan malas hierbas mejor que los profesionales y hasta me ayudan a emparrillar los rosales”
Original de 1929, eso sí, con la casa llegó una gran reforma. “Preservamos el exterior para que siguiera cumpliendo con el prototipo de casa andaluza de teja, color blanco y línea tradicional”; y concibieron un interior actual y depurado, adaptado a su forma de vivir. También nació el jardín familiar en el que cipreses, jazmines y rosales trepadores conviven con las tejas y las ventanas verdes. La zona de caminos, de barro sevillano, se abrigó por setos de nombres complicados que Rocío enumera con precisión y no faltan bulbos de otoño como los narcisos, los crocus o los eremuros.
“Nos mudamos hace solo tres años, pero da la sensación de que lleva todo aquí plantado una vida; los cipreses han crecido como locos y las enredaderas parece que llevan años trepando. El secreto es que le dedico todo el tiempo que puedo con mis niños, Fernanda, de 7 años, y Jacobito, de 4 años. Mis hijos, pobrecitos, ¡ya son maestros jardineros! Plantan bulbos conmigo en otoño, quitan malas hierbas mejor que los profesionales y hasta me ayudan a emparrillar los rosales trepadores de la fachada. Nuestro juego favorito es ver quién reconoce más plantas cuando vamos en coche o montamos a caballo”.
Montar es, de hecho, otra de sus grandes aficiones, que casa a la perfección con las dos primeras, la familia y los jardines y el campo. “Esa es mi lista de prioridades; corta pero intensa, ¿verdad? En la naturaleza, al final, está todo interconectado. Y, como suelo decir, Dios es el mejor jardinero; ¡no hay mixed border mejor hecho que una cuneta en Andalucía en primavera!”.
“Mi marido, Jacobo, me apoyó en todo momento; nunca me dejó que no lo intentara. Fue un proceso de cambio de vida, de financiera a jardinera”
Así son sus jardines
Así son sus jardines