Lo suyo con los caballos era una historia que no había terminado de escribirse. Y por mucho que Almudena Tirado se fuera a Madrid a formarse, pasara dos años en Estados Unidos y una década consolidando su agencia de comunicación en París, su desembarco profesional y personal en Madrid trajo consigo un inevitable regreso a sus orígenes. A Utrera, la tierra que la vio nacer; a los campos de almendros que posee su familia, y a los caballos, una pasión más arraigada de lo que ella creía, que le viene por sangre y tradición.
-¿Cuál es tu relación con el mundo de los caballos?
-Mi relación viene de mucho antes de que yo naciera; mi abuelo era caballista profesional y mi padre, Manuel, es la persona más apasionada que conozco, aparte de ser un gran jinete. Se me cae la baba escuchándolo hablar de las mil y una historias que tiene, su sabiduría por estos animales es infinita y ojalá algún día sepa tanto como él.
-¿Desde cuándo montas?
-Desde pequeña he estado vinculada a este mundo, pero fue cuando me mudé de París a Madrid hace dos años cuando retomé y encontré la pasión por estos animales. Ahora que los he reencontrado y me he vuelto a montar en ellos, no creo que vuelva a bajarme nunca más.
“Utrera es mi paraíso particular; un lugar muy vinculado al flamenco. Allí el tiempo se detiene y puedo disfrutar de la gente que más quiero”
-¿Cuáles son tus recuerdos más especiales relacionados con ello?
-En el campo, de pequeños, jugando con mis primos. Mi primera foto montada a caballo fue con una yegua preciosa que teníamos llamada Yerbabuena.
-¿Cuál ha sido tu mejor experiencia con el caballo y dónde recomiendas disfrutar de esta disciplina?
-En Madrid monto en la hípica Los ciruelos, en plena Sierra de Cercedilla. Allí el ambiente es inmejorable y las rutas son preciosas. Pero recorrer Gredos a caballo ha sido hasta el momento mi experiencia preferida dentro de este mundo. Y no hace falta ser ningún experto para disfrutar de un buen paseo a caballo.
-Naciste y creciste en Utrera. ¿Qué tiene de especial para ti ese lugar?
-Nací y me crie hasta los veinte años en Utrera, luego estudié en Madrid y otros dos años en EE. UU. y he vivido casi diez años en París, pero hay una frase con la que me identifico: “No importa dónde la vida te lleve, lo importante es saber de dónde vienes”. Y Utrera es mi paraíso particular; allí el tiempo se detiene y puedo disfrutar de mi madre y de la gente que más quiero. Mi pueblo siempre ha estado muy vinculado al mundo del flamenco y son grandes los artistas que han salido de allí: Fernanda y Bernarda, Bambino, El Turronero, Gaspar de Utrera, El Perrate y el conocido Juanlu Montoya. Esta herencia que Utrera tiene, junto con su bonita arquitectura, se respira por las calles y hace que sea un lugar especial.
Direcciones fetiche en Utrera
Para comer. El Arco, situado en el famoso Arco de la Villa, y Besana, en el callejón del Niño Perdido, una calle con un encanto especial donde persiste el aroma del pasado.
Para visitar. La Plaza del Altozano, bonita, bulliciosa y céntrica, y Casa Surga, una casa-palacio barroca, típicamente andaluza, reconvertida en centro cultural.
Para dormir. El hotel-palacio San Fernando, un lugar donde el viajero puede relajarse en pleno casco histórico.