Podríamos decir que la afición le viene de familia. Su tatarabuela la reina Victoria fue una reconocida acuarelista y a su padre, Felipe de Edimburgo , también le apasionaba la pintura, no solo como espectador, sino también como artista. Nuestro protagonista, el príncipe Carlos, futuro rey de Inglaterra, ha preferido seguir los pasos de su padre y de su tatarabuela antes que los de su madre, la reina Isabel II, que estos días ha celebrado los 70 años en el trono y es, desde pequeña, una enamorada de la fotografía. “Encuentro que la pintura es mucho más gratificante. Es el álbum fotográfico de mi vida, en el que puedo añadir más colores y texturas”, ha dicho el príncipe en más de una ocasión.
Aprendió a pintar justo antes de entrar en la universidad de forma autodidacta, y hace dos semanas expuso 79 obras en The Garrison Chapel, un centro cultural situado en el barrio de Belgravia, de Londres. Fue la primera vez que se exponen al completo las acuarelas del heredero. Antes, en 1998, enseñó una pequeña muestra en Hampton Court con motivo de su 50 cumpleaños, pero entonces solo se expusieron medio centenar de piezas. En 2018 en la National Gallery de Australia hubo otra muestra con 30 obras para celebrar el 70 aniversario del príncipe. Así que la ocasión fue histórica.
A su tatarabuela la reina Victoria y a su padre, Felipe de Edimburgo, les encantaba la pintura
“Te vas haciendo cada vez más consciente de cosas que tal vez se te escapaban, cosas como la calidad de la luz o de la sombra o la forma de los edificios en relación con el paisaje. Todo ello requiere de la mayor concentración y, por tanto, resulta uno de los ejercicios más relajantes y terapéuticos que conozco”, afirmó el príncipe al inicio de la exposición. “Siento que me transporta a otra dimensión y que, de manera bastante literal, consigue revitalizar partes del alma que no alcanzan otras actividades”.
“Siento que me transporta a otra dimensión y que despierta partes de mi alma. Es uno de los ejercicios más terapéuticos y relajantes que conozco”
En sus cuadros, Carlos retrata las propiedades de la familia real, incluido el castillo de Balmoral y Sandringham, y también ha realizado acuarelas en Turquía, Nepal y los Alpes suizos. Sin embargo, los lugares donde encuentra la inspiración son Irlanda y la Provenza en Francia . A lo largo de los años, ha pintado 680 acuarelas, a veces firmadas como A. G. Carrick, un seudónimo creado con las iniciales de dos de sus otros nombres de pila, Arturo y Jorge, y de su título de conde de Carrick.
Su hobby -que compagina con el violonchelo- le ha generado unos beneficios de siete millones de euros por la venta de sus acuarelas
Nunca ha vendido los originales, pero algunas obras, reproducidas como litografías y a la venta en Internet y en su finca de Highgrove, pueden alcanzar hasta los 30.000 euros. Todos los beneficios de las ventas se destinan a la fundación del príncipe, que apoya varias organizaciones a favor de la infancia y la ecología. La pintura no es la única afición de Carlos, también toca el violonchelo, al que llegó en la universidad. Dos hobbies muy reales para el futuro rey de Inglaterra.