Julia es una mujer con suerte pues ha conseguido unir trabajo y pasión. La anticuaria española afincada en París comenzó a viajar con trece años, gracias a sus primeros contratos como modelo, y con veinte se trasladó definitivamente a la Ciudad de la Luz. Su profesión la ha llevado por medio mundo poniendo en práctica su pasión por los viajes y, ahora, convertida en empresaria y diseñadora de joyas, sigue dando rienda suelta a su afición de conocer mundo en busca de inspiración y piezas únicas. Ilusionada con este nuevo proyecto, que puso en marcha hace un año, la empresaria nos abre las puertas de su magnífica casa de París donde, rodeada de piezas de arte que ha rastreado por mercadillos y ferias de medio mundo, vive con su familia.
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-¿Qué te trajo a la capital francesa?
-Esta ciudad es la cuna de la moda y del arte. Cuando conocí a Horacio Portuondo y me propuso venir con él para desarrollar su proyecto como anticuario en el Mercado de las Pulgas, no lo dudé ni un segundo.
-¿Cómo encontraste esta casa?
-Comencé viviendo en Le Marais. Tras quedarme embarazada por primera vez, sentí la necesidad de buscar un barrio más tranquilo y en la zona de Passy encontré el ideal para la vida familiar. Tiene colegios, parques y los niños bajan a jugar como si bajaran a la plaza del pueblo.
-¿Qué es lo que más te gusta de vivir aquí?
-La pasión que hay por el arte, es un país que me inspira y donde encuentro la libertad de expresión perfecta para crear mis diseños sin límites. Siempre le estaré agradecida a este país por abrirme el camino para ser la persona que soy hoy.
-¿Eres de las que redecora cada poco?
-Por defecto, siempre estoy maquinando. Igual que evolucionamos como personas, es importante que evolucione también el espacio en el que se vive; es la mejor manera de identificarse con él, aunque hay piezas que son para siempre.
“El barrio de Passy es perfecto para la vida familiar. Hay colegios y parques y los niños bajan a jugar como si estuvieran en el pueblo”
-¿El color rinde pleitesía a los muebles?
-¡Por supuesto! Suelo respetar el color original de cada mueble de época, manteniendo su autenticidad. Para ello, también es importante saber rodearlo de elementos y colores que ayuden a potenciarlo.
-Elige la pieza más emocional para ti.
-Si tengo que elegir solo una, esas son las esculturas de Rosette Bir que el señor Cherqui me regaló con motivo del nacimiento de mis hijos. Él despertó en mí la pasión por el arte cinético.
“Los colores son capaces de destrozar un mueble estupendo y viceversa. Suelo respetar el color original de cada pieza y darle su protagonismo, pero es importante rodearlo de colores que ayuden a potenciarlo”
-¿Cómo pasaste a las antigüedades?
-Me considero una mujer entregada a cualquier proyecto que decido emprender. No en vano, siempre estuve rodeada de antigüedades cuando vivía con mis padres. Al llegar al Mercado de las Pulgas me di cuenta de que tenía la gran oportunidad de mi vida para formarme, aprender, equivocarme y crecer en un mundo tan complejo y libre como el del arte. Es la mejor escuela que he podido tener en estos dieciocho años.
-Ahora también eres joyera...
-Siempre he tenido una sensibilidad especial por las joyas de los años setenta y su savoir faire; lo defiendo con pasión. Mi ambición por ellas me llevó a crearlas para mí misma y, ahora, es un honor ver mis piezas en mis clientas.
-¿Dónde las vendéis?
-En Galerie Portuondo (París), en Divlos (Ortega y Gasset 19, en Madrid), en L’inde le Palais (Marbella Club) y en las ferias de artes decorativas PAD París y Londres. Y próximamente estarán disponibles online en byjuliamuñoz.com.
Claves de estilo
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