Hindou Oumarou Ibrahim se crio en una comunidad de pastores nómadas, los mbororo, en la región africana del Sahel, a los pies del lago Chad. Un lago que, cuando su madre era joven, se extendía a lo largo de 25.000 km² y ahora apenas cubre 1.200. La geógrafa, que pronto tomó conciencia de los devastadores efectos del cambio climático, fundó la Indigenous Women and Peoples of Chad (AFPAT) a los 15 años, una asociación con la que dotar de voz a las comunidades más afectadas. “Hemos sido los guardianes de la naturaleza durante siglos gracias a nuestro ancestral conocimiento agroecológico. Sabemos por los científicos que un 30 % de las soluciones climáticas vienen de la producción natural y estas comunidades son las mejores ingenieras de su entorno. Así que lucho para asegurarnos un asiento en el debate internacional”.
Uno de los grandes logros de esta activista han sido los mapas participativos; una herramienta que permite valerse del conocimiento ancestral de los pueblos indígenas para crear mapas puestos al servicio de esas mismas comunidades y que a Hindou le han valido ser una de las laureadas del Premio Rolex. “La mención de Rolex me permite continuar mi batalla ecológica y traer soluciones concretas y sostenibles a las comunidades más vulnerables del planeta. Hay que entender que no podemos hablar de derechos humanos sin hablar de derechos medioambientales; todos dependemos de la naturaleza”.