Cada país tiene sus propios iconos: Inglaterra a Lady Di, Francia a la pareja formada por Serge Gainsbourg y Jane Birkin, Italia a los Agnelli y Estados Unidos a los reyes de Camelot: la familia Kennedy. Si pensamos en la representación del sueño americano, inmediatamente se nos viene a la cabeza esta saga de presidentes, senadores e iconos de estilo, cuya historia es tan fabulosa como trágica.
El destino de uno de sus miembros más carismáticos, John Kennedy Jr, hijo del que fuera presidente y de Jackie Kennedy, se escribió desgraciadamente el 16 de julio de 1999. Esa noche lluviosa John John, como cariñosamente le llamaba la prensa; su mujer, Carolyn Bessette, y Lauren, hermana de esta, se estrellaron en una avioneta en Martha’s Vineyard cuando iban a una boda en Hyannis Port. John Jr., que había despegado desde Nueva Jersey, perdió la orientación al caer la noche y el avión cayó frente a la costa. Sus restos y los de su mujer y su cuñada se encontraron en el mar. Allí empezó su leyenda. La pareja se había casado tres años antes y vivía en un loft en el entonces bohemio barrio de Tribeca, habitado por artistas y músicos de la escena de Manhattan. Eran la máxima expresión de lo cool, cuando esta palabra empezó a tener significado.
John y Carolyn provenían de entornos muy distintos, pero conectaron enseguida. Ella era vendedora para clientes VIP en una de las tiendas de Calvin Klein en Nueva York. Ahí fue donde se conocieron y ya no se separaron nunca
Todos querían ser esa pareja que paseaba en chándal por Washington Square Park y cenaba sopa de cebolla en The Odeon, uno de los pocos restaurantes del barrio de entonces que aún sigue abierto. A John le encantaba coger su bici e ir a desayunar muffins de arándanos a Bubby’s, un restaurante en Hudson Street con fama de tener hoy uno de los mejores brunch de la ciudad. Patrón del Whitney Museum, aficionó a Carolyn al arte y la introdujo en los círculos artísticos de la ciudad. Se habían conocido cuatro años antes, cuando ella trabajaba como dependienta para clientes VIP en la flagship store de Calvin Klein en Nueva York.
Procedían de ambientes muy distintos, él había crecido entre el Upper East Side y Martha’s Vineyard y ella, en White Plains, una pequeña ciudad dormitorio a las afueras de Nueva York. Su padre, ebanista, y su madre, administrativa del sistema público de educación, se divorciaron cuando ella y sus hermanas gemelas eran muy pequeñas. Carolyn se licenció en Educación en la Universidad Boston y empezó a trabajar en Calvin Klein. Su carrera en la compañía fue brillante y de dependienta en Massachusetts pasó a ser la directora de imagen de la tienda insignia de la firma en la Quinta Avenida. John era buen cliente de la casa y así se conocieron. Ella se mudó al loft de él, en el número 20 de N Moore Street en Tribeca, dos años antes de casarse. Extremadamente tímida con la prensa, Carolyn prefería recibir a los amigos en casa que salir por la noche. John, sin embargo, criado en la decimoquinta planta de un edificio con vistas a Central Park, prefería dejarse ver y recorrer la ciudad.
Todos querían ser esa pareja que paseaba en chándal por Washington Square Park y cenaba sopa de cebolla en The Odeon
Frecuentaba San Domenico, el mítico restaurante de Central Park que cerró sus puertas en 2008 y donde presentó George, la revista política con la que pretendía convertirse en senador demócrata por el Estado de Nueva York y el no menos icónico club Arena, centro de la vida nocturna de Manhattan en los años 80 y 90. La pareja se convirtió en parte del paisaje de la ciudad. Eran, junto a su perrito Friday, más famosos que el Empire State. Carolyn no llevaba bien que siempre hubiera paparazzi en la puerta de su casa y su relación con la prensa era cada vez más tensa en la fecha cercana a su muerte.
“En su ‘loft’ de 20 N Moore Street recibían a sus amigos. Carolyn, muy tímida con la prensa, prefería hacer fiestas en casa”
En la tarde del 16 de julio de 1999 el matrimonio y Lauren, hermana de Carolyn, despegaron del aeropuerto de New Jersey rumbo a Hyannis Port, en Massachusetts, para asistir a la boda de Rory Kennedy, prima de John, con el escritor Mark Bayley. Su intención era parar en Martha’s Vineyard para dejar allí a Lauren. Pero por causas desconocidas salieron más tarde de lo previsto y la noche los pilló frente a la costa que había sido el patio de recreo de John y toda su familia. El piloto perdió la orientación y el control de la Piper Saratoga que manejaba y se estrelló a las 21:40 h. Dos días después, los restos del avión y los tres cuerpos fueron rescatados del fondo del mar.