Cuando era niña, Sofía Aspe disfrutó del arte y de la belleza de la casa de sus abuelos, una preciosa residencia en Oaxaca con una buganvilla de un color rosa fucsia que todavía recuerda. Su familia, de larga tradición en México (su padre fue ministro de Finanzas durante una década), le inculcó el amor por “vivir bonito”. Su abuela Sofía era pintora; su abuelo Nacho, historiador y arqueólogo; su otro abuelo, también historiador, y la otra abuela, historiadora del arte. Todos coleccionistas de muebles antiguos. “Gente con mucho amor por las cosas mexicanas y por España”. Interiorista por vocación, autodidacta y muy viajera, acaba de publicar las 24 casas más especiales que ha decorado en todo el mundo en un libro de la editorial Rizzoli, Interior Affairs, y ya ha empezado a decorar pisos en Madrid con su estilo ecléctico y colorista y en continuo diálogo con sus clientes.
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-Tu relación con España es muy estrecha, también por lazos familiares.
-Sí, la hermana de mi abuela, Elena, se casó con el conde de Teba y tenemos mucha relación con ellos, mis primos, y con el nuevo conde de Teba, Jaime Patiño, al que adoro. Nuestros hijos son amigos también. Así que hemos mantenido la relación familiar con España.
-Eres una ciudadana del mundo.
-Sí, nací en Boston, porque mi padre hizo allí el doctorado en Economía. Mi hermana Mónica y yo nacimos allí, soy la mayor de cuatro hermanos. Nos vinimos a la ciudad de México, pero he vivido en California dos años; otros dos, en Chicago, estuve interna en Suiza… Aunque mi casa está en México.
“La hermana de mi abuela, Elena, se casó con un español, el conde de Teba. Tenemos mucha relación con mis primos y nuestros hijos son amigos también. Adoro España, nos unen muchas cosas”
-¿Estudiaste Diseño de Interiores?
-No, qué va. Era algo a lo que me quería dedicar y el corazón lo sabía hace mucho, pero tardó en llegar a la cabeza. Abrí mi estudio de arquitectura a los 36 años, hace casi 10. Empecé sola, contratando mujeres. Tristemente, a veces, esta carrera se puede ver como algo banal o no tan importante y creo que cada vez nos damos más cuenta de la relevancia del interiorismo; pasamos dos tercios de nuestras vidas en interiores y el confinamiento fue una megaenseñanza para nuestra profesión. Trabajamos más que nunca con la gente encerrada en sus casas. De pronto, querían reformar la terraza que tenían abandonada, hacerse con la lámpara que no habían comprado…
-¿Por qué decidiste que tu equipo fuera solo femenino?
-De por sí soy muy feminista y en un país donde tenemos tal atraso en cuestiones laborales y salariales… En México lo seguimos sufriendo, como en muchos países. Así que quise apoyar a mi género en mi gremio. Hoy tengo a 14 talentosísimas mujeres trabajando en mi estudio, arquitectas e interioristas, y la idea es quedarnos así, como un estudio boutique. No quiero hacer nada gigante; quiero compaginar mi vida personal, mis dos hijos, mi pareja, mis padres y mis amigos con mi trabajo. No dejarlo todo por el trabajo. Estamos muy bien así.
“Abrí mi estudio de arquitectura, hace diez años. Empecé a contratar solo a mujeres y hoy somos un equipo de catorce arquitectas e interioristas”
-¿Cómo es para ti la casa ideal?
-Yo creo que la casa ideal es aquella donde hay amor. Y puede ser amor propio, puedes vivir sola en casa y que tenga la mejor energía del mundo. Con el amor a tus plantas, a tus cosas… Hay casas preciosas donde no hay buena energía. Yo lo veo con matrimonios y familias que se llevan increíblemente bien; entonces todo fluye, la casas tienen algo especial. El hilo que más viste una casa es el amor. Podría parecer muy idealista y muy cursi, pero no lo es.
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