Decía Christian Dior que, después de las mujeres, las flores eran la más hermosa invención. Y Cordelia de Castellane no podría estar más de acuerdo. Jardinera apasionada además de admirada anfitriona, el estilo de vida que reflejan sus hermosas mesas y los cuidados rincones de su celebrada casa de campo son la mejor tarjeta de presentación de la directora creativa de Dior Maison y Baby Dior .
Quizá empujada por una amiga, quien siempre insistía en que sus bellos arreglos florales y el gusto que reflejaban sus mesas no podían caer en el olvido, un libro -Life in a French Country House- se ocupa ahora de reunir tanta cosa bella, presentado como a ella le gusta vivir su día a día: al ritmo de la estaciones del año. Dice Cordelia que “son las flores y los libros quienes dotan de alma una casa y, de algún modo, reflejan la tuya”.
“Son las flores y los libros quienes dotan de alma una casa y, de algún modo, reflejan también la tuya”
Y predica con el ejemplo con este libro que se recorre como un jardín, perfumado, repleto de flores y recetas, con un hermoso prólogo firmado por una buena amiga, Natalia Vodianova, y el mejor marco posible, su casa a las afueras de la capital francesa. “Está en las inmediaciones de un pueblo que adoro, a solo una hora de París. Tuve un flechazo al encontrarla, y he vivido con ella mi particular historia de amor. Además, está cerca del lugar donde me gusta montar a caballo y donde mi padre solía jugar al golf”.
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, sin embargo, su manera de entender el hogar y sus cálidas dotes como anfitriona no se cultivaron al amparo del sofisticado estilo de vida parisino. La colorida mezcla familiar, donde también abunda la sangre mediterránea, hizo que parte de su infancia transcurriera en las faldas de las verdes colinas suizas y un tanto fuera de lugar cuando regresaba a París. De aquella época en la que, en lugar de confesar que se llama Cordelia, prefería decir que su nombre era Caroline atesora, sin embargo, preciosos recuerdos “como el de las noches de tormenta, en mi casa de las montañas, cuando sentía que nada malo podía suceder allí dentro”; y también la certeza de que parte de su personalidad se nutrió de aquello. “Era hija única y tenía mi propio mundo interior, que aún sigue ahí”.
“He vivido con esta casa mi particular historia de amor. Además, está cerca del lugar donde mi padre solía jugar al golf”
También su carrera profesional, que creció y se desarrolló primero bajo el paraguas de Emanuel Ungaro y posteriormente como directora creativa de Baby Dior y Dior Maison, ha aportado su grano de arena a la manera en la que Cordelia entiende el mundo y la belleza. “Mis años junto a Emanuel Ungaro y Laura, su esposa, me hicieron la mujer que soy en la actualidad. Aprendí muchísimo, me reafirmé en mis gustos e inclinaciones; me otorgaron la confianza para no tener miedo a mezclar y hacer las cosas de otra manera. Y formar parte de Dior es el mayor honor que jamás hubiera podido imaginar. Trabajar con una casa con semejante herencia es un sueño, he aprendido a respetar el pasado para crear el futuro”.
Hoy, feliz madre de cuatro hijos, su manera de celebrar, reunir y recibir a su familia es uno de sus pilares fundamentales y ha hecho de ella un icono del savoir faire francés; un hecho que se refleja en este libro, aunque ella le reste importancia. “No me siento para nada admirada; la gente que viene a casa son amigos y gente a la que quiero y a la que quiero proporcionarle felicidad. Me encanta hacer cosas que pueda compartir, como una buena comida. Soy sencilla cocinando, ojalá tuviera un don. Pero me encanta encontrar nuevas recetas para probar. Y creo que la belleza es algo que eleva el espíritu, incluso en un día malo”.
Y vaya si lo eleva. Sobre todo cuando se reúne con esa familia suya en cuyos genes, cuenta, hay algo de arte y algo de excentricidad; y por cuya sangre discurren las raíces griegas mezcladas con las españolas. “Mis primos son como hermanos, y poder reunirnos es un regalo. A veces es todo un poco ruidoso entre los perros y los gritos en español, francés y griego, pero es lo que hay y lo que somos”, bromea. La herencia española, además, se hace notar. En la mesa y en el aire. “No solo adoro la tortilla, puedo estar escuchando y viendo bailar sevillanas durante horas. Ah, y Julio Iglesias nunca falta en mi casa”.
Manual de estilo de vida
Grandes mesas, bouquets increíbles, rincones llenos de encanto y un delicioso día a día que atraviesa las cuatro estaciones del año y en el que Cordelia de Castellane despliega joie de vivre y charme francés a partes iguales; así es el exquisito volumen Life in a French Country House, editado por Rizzoli New York.
El otoño de Cordelia