La finca donde Julia Gómez Cora, argentina de nacimiento y madrileña de adopción, fabrica sus jamones y embutidos tiene algo que la hace diferente. La que fue durante años la directora de la productora Stage y trajo a España musicales como El rey león, ha querido que el campo entre en su casa. Por eso ha construido grandes ventanales en los que se cuela la naturaleza de la dehesa. Aquí, en Garciaz (Cáceres) ha reinventado su vida y la de su familia, marido y dos hijos; cría cerdos para su marca Jamones Leandro y prepara el musical Aquellas pequeñas cosas, sobre Joan Manuel Serrat.
-Fuiste la impulsora de los musicales en Madrid, ¿cómo está ahora el ‘Broadway español’?
-Parado. Poco se ha hablado del terrible impacto que la COVID-19 ha tenido en los espectáculos en vivo, porque, aunque Madrid ha sido la única ciudad con teatros abiertos, los espectáculos eran pequeños. Ningún gran musical ha podido volver y llevan cerrados 16 meses. Eso significa muchísima gente sin ingresos. Previo a esto, atraían al 21 % de los turistas.
“La casa la construimos nosotros desde cero. Fuimos a Trujillo y nos fijamos en cómo es el estilo de la zona”
-¿Cómo ha sido el salto de los musicales a los jamones?
-Cuando encontramos este paraíso, donde predomina la dehesa de encinas, sentimos la necesidad de hacer algo y los cerdos parecían la opción más idónea porque este es su sitio.
-¿Por qué decidiste poner en marcha esta aventura?
-Al principio vendíamos el animal, pero durante el confinamiento decidimos que era más divertido hacer el proceso completo y crear una marca que fuera respetuosa con el medio ambiente, innovadora y exquisita.
“Todo lo que se ve son muebles de kilómetro cero y objetos hechos por artesanos de aquí o comprados en mercados de antigüedades, de estilo de campo, pero contemporáneo”
-¿Tenías experiencia previa en cría de animales?
-Yo no, pero mi marido y su familia tienen campos en Argentina y crían vacas. Él es un ingeniero agrónomo frustrado, le encanta el campo.
-¿Venís mucho a la finca?
-En el confinamiento pasamos aquí cuatro meses sin salir y nos reinventamos. Desde entonces venimos casi todos los fines de semana. Mi día empieza con un buen desayuno y un running largo por el campo. Luego me voy al huerto a cosechar para cocinar y hacer ensaladas para los asados. Después, una siesta y un buen pícnic y caminata con los niños al arroyo para ver los animales y las flores. Me encantan y lleno la casa de arreglos florales. Por la noche mi marido cocina, su especialidad es el pescado a la parrilla. Estamos cerca de Garciaz, un pueblo con 700 habitantes al que recurrimos para hacer la compra diaria y donde vive la gente que trabaja con nosotros. Estamos muy integrados con la gente, amamos esta tierra y respetamos su cultura.
-¿Cuál es la historia de esta casa?
-La construimos de cero, estudiando mucho el estilo de por aquí. Hicimos una visita a Trujillo, que es la ciudad más cercana, para ver qué materiales se utilizaban, y encargamos a un constructor local la obra. Todo es de artesanos locales o comprado en mercados de antigüedades. Quisimos ser respetuosos con la tradición local, con el medio ambiente, que la casa se integrara con el paisaje y pareciera que lleva toda la vida aquí.
-¿Cómo la habéis decorado?
-Hemos utilizado materiales de la zona, construcción de kilómetro cero con un estilo muy de campo, pero contemporánea a la vez. Algo en lo que se diferencia del resto es que hicimos grandes ventanales; en general, las casas aquí se hacían con pequeñas ventanas para preservar el calor en invierno y mantenerlas frescas en verano. Quisimos cambiar eso, que el campo se metiera en la casa, y lo hemos conseguido.
“La finca está cerca de Garciaz, un pueblo de setecientos habitantes con mucho encanto. Nos hemos integrado muy bien con la gente de aquí, amamos esta tierra”
-¿Cuál es tu menú ideal?
-Me encantan los desayunos. Montamos un buen bufé, aquí no hay horarios y siempre tenemos invitados y se encuentran con la barra libre del desayuno con bizcochos, tostadas, huevos de nuestras gallinas, granola casera que preparo yo, zumos y, por supuesto, ¡Jamones Leandro!