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grace kelly living© GettyImages

Grace Kelly: érase una vez...

Cuando Grace Kelly se casó con el príncipe Rainiero dejó atrás para siempre su vida de estrella de Hollywood. Pero hubo dos cosas a las que no renunció: se llevó a su perro, Oliver, a Mónaco y siguió pasando parte de los veranos en Nueva Jersey con sus hijos


Actualizado 12 de julio de 2021 - 10:17 CEST

A Grace Kelly le encantaban las rosas. Su forma, sus colores y, sobre todo, su perfume. Por eso su marido, el príncipe Rainiero, mandó construir una enorme rosaleda solo para sus ojos en el palacio de Mónaco, y por la misma razón se celebra en su honor el famoso Baile de la Rosa en la capital del país monegasco todos los años hasta hoy. El príncipe sabía cuánto le hubiera gustado a Grace volver al cine después de su matrimonio, siendo ya princesa y madre de sus dos hijos mayores, Carolina y Alberto, que nacieron con una diferencia de solo 14 meses. Alfred Hitchcock le ofreció en 1963 la posibilidad de ser Marnie, la ladrona, y dicen las crónicas de la época que Rainiero no se opuso. Sin embargo, la princesa se encontró con una opinión en contra inesperada: la del pueblo monegasco. Ella no quiso decepcionarlos y dijo ‘no’ al que podría haber sido el papel de su vida.

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GettyImages-111652579-Collage-U70374311103BpyLa actriz se crio en Pensilvania, en una adinerada familia de deportistas y escritores. Su padre fue medallista La actriz se crio en Pensilvania, en una adinerada familia de deportistas y escritores. Su padre fue medallista La actriz se crio en Pensilvania, en una adinerada familia de deportistas y escritores. Su padre fue medallista© GettyImages
Arriba, Grace Kelly, en una granja de Pensilvania, junto a un burrito. Los animales eran una de sus pasiones. La actriz se crio en Pensilvania, en una adinerada familia de deportistas y escritores. Su padre fue medallista olímpico en la modalidad de remo y a ella siempre le gustaron el mar y el deporte.

Una vida de actriz a la que ya había renunciado para convertirse en princesa el 19 de abril de 1956, cuando se casó con Rainiero en una boda inimitable. Sin embargo, hubo dos cosas a las que nunca renunció: sus veranos en Ocean City, Nueva Jersey, donde pasó las vacaciones en su niñez, y su amor por los animales. Cuando se trasladó a Mónaco, lo hizo en un viaje épico en un gran trasatlántico de la época, el SS Constitution, donde se embarcó durante ocho días para llegar a su boda con Rainiero. Con ella viajaban su familia, su madre, sus damas de honor y 80 maletas en las que llevaba todo su vestuario y su Oscar. En ese viaje también vino con ella su perro, Oliver, compañero fiel durante muchos años.

Viajó en barco ocho días hasta Mónaco para casarse con Rainiero. Lo hizo acompañada de su madre, sus damas de honor, su perro, Oliver, y 80 maletas
Grace Kelly living© GettyImages
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Momentos de su luna de miel y jugando en el viaje en barco que la llevó a Mónaco para casarse.

Grace les inculcó el amor por los animales a sus propios hijos e hizo todo lo posible para que crecieran rodeados de mascotas. Pero, sobre todo, no quiso que olvidaran sus raíces estadounidenses y vivieran una infancia, de algún modo, parecida a la suya. Carolina, Alberto y Estefanía pasaban dos semanas todos los años en la casa familiar de los Kelly en la playa de Ocean City. Fue un empeño de su madre para que tuvieran algo de “vida normal”. Allí, los hermanos aprendieron a hacer surf y a montar en monopatín con sus primos. Igual que hizo su madre con los suyos.

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Grace desayunando con su hija Carolina y en una de sus sesiones de natación.

La familia mantuvo la casa hasta el año 2001. Frank Sinatra, Dean Martin, Jerry Lewis, Bing Crosby y Bob Hope fueron algunos de sus invitados más ilustres.

Grace se llevaba a sus hijos todos los veranos a su casa familiar en Ocean City, en la que ella pasaba sus vacaciones cuando era una niña

Los padres de Grace se relajaban en esa zona costera del estrés de Filadelfia y toda la familia era conocida en el barrio por sus fiestas y sus barbacoas, especialmente la del Día del Trabajo, a la que la princesa y sus hijos nunca faltaron. La temprana muerte de Grace truncó aquellos planes familiares. La princesa falleció con 52 años en un accidente de tráfico en la misma carretera por la que condujo en Atrapa a un ladrón, película por la que conoció a Rainiero durante la promoción en Mónaco. Su destino final también la esperaba en aquella curva.

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En el sentido de la agujas del reloj, Grace en el SS Constitution con su perro, Oliver, en los brazos; con una cámara Hasselblad en una competición de natación en Montecarlo en 1972; y con Carolina en la casa y en la playa de Ocean City, donde pasaban parte de sus vacaciones en el hogar familiar de sus abuelos maternos.