Es en su refugio de Southampton donde Lauren Santo Domingo puede realmente ser ella misma. La empresaria, fundadora del exitoso portal de moda y estilo de vida Moda Operandi, es madre de dos hijos y está casada con Andrés Santo Domingo, descendiente de una prominente familia de Colombia. Con agendas imposibles, viven a caballo entre Nueva York, Cartagena y esta casa, un sueño para ambos. Anhelaban tener un refugio cerca de la Gran Manzana al que poder escaparse en cualquier momento para desconectar y disfrutar de su vida con sus hijos y sus amigos. El padre de Andrés, Julio Mario Santo Domingo, ya pasaba aquí temporadas con su mujer, Beatriz, y sus hijos, y eso fue lo que les decidió a elegir este lugar que hoy sienten como su hogar…
-¿Qué soñabas de niña?
-Soñaba con ser antropóloga, y a día de hoy sigo muy interesada en las antiguas civilizaciones. No fui a ninguna escuela de negocios, así que cuando empecé con mi empresa mucha gente me dijo que no estaba preparada. Pero no los escuché. Siempre me interesaron los periodos más decadentes de las civilizaciones, ya fuese del Imperio romano, la era de los Romanov en Rusia, la de los Borbones en Francia, el Japón y la China imperial… ¡Estudié la historia del lujo a través del tiempo!
“No fui a ninguna escuela de negocios, así que cuando empecé con mi empresa mucha gente me dijo que no estaba preparada. Pero no los escuché”
-Hoy en día, ¿qué es lo más importante para ti?
-La familia, mis hijos. Estar segura de que están disfrutando de su niñez.
-¿Cómo conociste a Andrés?
-Nos conocimos al terminar la Universidad. Yo trabajaba en París como modelo y él estaba haciendo un curso en el extranjero. Yo había hecho allí mi último curso, y en el momento en que me gradué, en la USC de Los Ángeles, volví inmediatamente. Mis dos últimas asignaturas habían sido cata de vino y vela. Así que al terminar fuimos a la Isla Catalina navegando, hicimos allí una cata de vino, regresamos y esa noche volé a París. Dos noches después lo conocí ¡y hasta hoy!
-¿Fue amor a primera vista?
-Sí, ¡absolutamente! Estamos juntos desde octubre de 1998.
-¿Qué es lo que más admiras de Andrés?
-Es muy buen padre. También su humildad y que trata a todo el mundo igual, sin pensar en quiénes son. Ve la bondad en todo el mundo.
-¿Cómo te cambió la vida la maternidad?
-¡Me volvió increíblemente productiva! Lancé mi compañía cuando estaba embarazada y amplié el área de negocio durante mi segundo embarazo. Recuerdo que después de una captación de fondos especialmente importante estábamos pensando en llevar el negocio a Europa y pensé: “¡Dios mío, voy a necesitar un tercer embarazo para hacerlo!”.
“Como crecí en Connecticut, tuve una niñez idílica, al aire libre y en la playa, con barbacoas, pícnics… Y todo eso lo he querido recrear aquí para mis niños”
-¿Qué es lo que más te emociona de tus niños?
-La relación que tienen el uno con el otro.
-¿Cómo son tus hijos?
-A Nico le apasiona el saber y la información. Tiene diez años y está interesado, como la mayoría de los niños, en reptiles y fútbol, pero a la vez está muy pendiente de temas geopolíticos, como los problemas que está habiendo en las fronteras. Y mi hija, Beatriz, de ocho años, ahora está en ese momento por el que pasan todas las niñas de solo pensar en gatitos, cosas suaves, e ir a casa de sus amigas…
-¿Cómo empiezan tus días?
-¡Con café!
-¿Te dedicaste a la moda desde el principio?
-Cuando terminé la Universidad quería trabajar en moda y empecé como modelo de pasarela. Fui a París, Londres, Milán… Adquirí una visión bastante amplia de la industria de la moda y vi muy claro que lo que quería de verdad era ser editora de moda. Me pareció una profesión muy creativa, las finanzas no eran para mí… Creo que es importante conocerse a sí mismo y saber en qué eres bueno y qué te interesa. También influyó mi padre, que trabajaba para el grupo Perrier y a menudo me llevaba con él cuando tenía campañas publicitarias o viajes de negocios. Aprendí que trabajar podía ser divertido y me moría de ganas de empezar mi carrera, de tener un trabajo.
-¿Cómo surgió Moda Operandi?
-Fui editora de moda en una prestigiosa cabecera y me di cuenta de que en ese puesto tenía acceso a las pasarelas, a los diseñadores, a los showrooms… y que eso era una suerte. Eso fue lo que me llevó a crear Moda Operandi. Era amiga de los diseñadores y a la vez era amiga de las mujeres que compraban sus diseños y quise compartir mis relaciones. Fue en el momento que empezaban las redes sociales, Instagram y el street style… La economía parecía más robusta, además. Y también influyó que después de la recesión de la que se estaba saliendo, las mujeres mejor vestidas, que antes se sentaban en la primera fila de los desfiles, dejaron de hacerlo porque les parecía una frivolidad. En su lugar empezaron a ir famosos y bloggers. Y Moda Operandi fue una forma de volver a la tradición.
-Acabáis de contratar un nuevo CEO…
-Sí, Jim Gold, con 20 años de experiencia en Neiman Marcus, en moda y venta al por menor. Empezamos nuestra compañía como algo rompedor, pero ahora, 10 años después, nuestras ventas son de 200 millones de dólares al año. Así que es una empresa importante, a la que quisimos añadir madurez y experiencia.
-Cada año prestáis más atención al mundo de la casa…
-Sí, cada temporada lanzamos una nueva colección muy cuidada. En la mesa hoy tengo la de este verano. Y también nos interesa mucho el mundo nupcial, desde el vestido de novia y los de sus damas de honor hasta la vajilla para ese día, que personalizamos con el nombre y la fecha de la boda.
-¿A dónde se dirige Moda Operandi?
-Esta es una nueva faceta para la empresa; si antes la prioridad era el crecimiento, ahora lo es la excelencia. Queremos ser el mercado más exquisito del lujo, con un toque muy femenino y americano.
-Entiendo que te costará desconectar… Y que si hay un sitio en el que puedes hacerlo es esta casa. ¿Qué es lo que más te gusta de ella?
-¡Mis vecinos! Como crecí en Connecticut, tuve una niñez idílica, al aire libre y en la playa, con barbacoas, pícnics… Y todo eso lo he podido recrear aquí para mis niños, ¡hasta el camión de los helados! Quise que mis hijos tuvieran un poco de esas tradiciones americanas en sus veraneos.
-Tu jardín es precioso y muy distinto a los habituales en Southampton…
-Sí, yo creo que el típico jardín en Southampton es con hortensias, no se parece en nada a este. Pero yo estaba acostumbrada a este estilo y ni se me ocurrió hacerlo de otra manera. Y tiene gracia porque cuando viene alguien por primera vez ¡es lo primero que me dicen! Miranda Brooks, que se encargó de diseñar el jardín, es inglesa y creo que aquí se conjugaron nuestros dos orígenes, Inglaterra y Nueva Inglaterra, que obviamente tienen muchas similitudes. Fue como un diálogo muy bonito entre su sensibilidad inglesa y la mía.
“Andrés es muy buen padre. Admiro mucho de él su humildad y que trata a todo el mundo por igual, sin pensar en quiénes son”
-¿Cuáles son tus momentos favoritos aquí?
-Creo que lo mejor de los Hamptons son sus playas, son de las más bonitas de Estados Unidos, o desde luego de la Costa Este, y además ¡están vacías! Cuando vienen mis amigos australianos en agosto no se lo pueden creer. Les tengo que decir que los americanos somos muy cuidadosos con nuestro medio ambiente… Como están tan vacías y son tan largas nos encanta ir con la camioneta por la playa y hacer barbacoas con los amigos, pasar la tarde haciendo surf…
-¿Cómo te describirías?
-Muy directa, muy trabajadora, yo diría que ambiciosa, y ¡me gusta mucho divertirme!
-¿Cuál dirías que ha sido el momento más importante en tu vida?
-Yo creo que el primer día de trabajo en la cabecera en la que me formé. ¡Trabajé tanto para conseguirlo! Entonces te das cuenta de que el trabajo realmente acaba de empezar. Vi el esfuerzo que tendría que poner ya que era parte de algo mucho mayor que yo, parte de la historia de la moda, y quise hacer algo importante y lo mejor que pudiera en cualquiera que fuera mi cometido. Creo que subestimé que aquello era realmente el comienzo de mi recorrido en la moda, específicamente en la moda americana.
Sus direcciones fetiche en Southampton