A pesar de que durante un tiempo la vida la llevó por otros derroteros, la hoy artista y activista por la conservación de los océanosAna Docavo siempre tuvo claro su objetivo vital. Enamorada del mar desde la cuna –quizá por influjo de los versos de su tío abuelo Rafael Alberti– y harta de que año tras año empeorase su situación debido a la acción del hombre, decidió hace cuatro años dejar su trabajo como editora de facsímiles medievales de lujo para recorrer las playas de todo el mundo en busca de restos de erizos con los que empezó a hacer sus primeros bolsos. Con ellos pretendía concienciar sobre la problemática de nuestros mares, y fue tan buena la acogida que tuvieron que decidió formarse como ceramista y ampliar su trabajo.
Nacieron entonces las series de corales y empezó a colaborar con organizaciones como la ONG Coral Gardeners. Desde entonces, con cada bolso, el comprador recibe un certificado de adopción de un coral en la Polinesia Francesa. Además, sus instalaciones han ido cobrando poco a poco más peso en el circuito artístico y hoy pueden verse en casas como la de Eugenia Silva en Formentera o Ariadne Artiles en Canarias, y en restaurantes como el último de Quique Dacosta, en cuya entrada hay una lámpara hecha por ella de diez metros de alto. Ahora, centrada en la protección de la posidonia oceánica, acaba de crear en Formentera, junto a la ingeniera Rocío Moreno, la ONG Protect with Love, para el desarrollo de nuevas obras relacionadas con la conservación de la posidonia.
Estas obras, en colaboración con Díez Ceramic, parten de una investigación en la que han logrado crear una porcelana y un esmalte no contaminantes a base de polvo de posidonia reciclada. “El arte es mi instrumento de lucha contra el cambio climático”, asegura. “Haciendo obras de arte inspiradas en la fauna y flora marina que, ademas de ser bellas, muestran curiosidades de las especies en peligro de extinción, espero que la gente se enamore de ellas, como yo, y las proteja. Porque la gente protege lo que ama”. Sin duda.