Livia Ballestero Fierro creció en el mundo de la decoración y el retail –su madre, Paloma, y su tío Jaime eran propietarios de la tienda de decoración Vaanda–. Lo de Borja Ortiz-Echagüe, en cambio, llegó sobre ruedas. Y a motor. Empezó a trabajar con la familia Sainz en el 2001 y, cuando Carlos Sainz, Jr., cumplió los 18, se convirtió en su manager. Madrileños ambos, sus destinos se cruzaron siendo muy jóvenes –17 y 19 años respectivamente–. Aquella conjunción hace más de 25 años alumbró un matrimonio, tres hijas –Flavia, Valeria y Livia– y una bonita casa de campo en Extremadura. Precisamente el lugar donde pasaron un confinamiento que, como a tantos otros, les cambió el paso. Salieron de aquellos meses más fortalecidos que nunca y rebosantes de nuevos proyectos.
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-¿Por qué fue tan decisivo el confinamiento?
-Cerré mi etapa en el mundo del retail justo antes de la pandemia. Borja, por su parte, se había dedicado toda su vida al mundo del motor y los eventos, etapa que acabó al mismo tiempo. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que teníamos que reinventarnos. Fueron meses que nos sirvieron para replantear nuestra vida laboral y volver a ilusionarnos. Nos daba vértigo el cambio, pero lo teníamos claro.
“Hay que buscar cosas con gusto e historia pero con poco presupuesto para que las disfrutes al máximo y las puedas ir cambiando. Mi madre me ha enseñado a cuidar las cosas, a trabajar el detalle y a sacarle partido a las piezas antiguas”
-Borja, tú cambiaste los coches por los coches; háblame primero de tu etapa como manager de Carlos Sainz.
-El mundo del motor siempre ha sido mi pasión. Trabajé con la familia Sainz casi 16 años; primero, con el padre y, cuando Carlos hijo cumplió 18 años, dedicado a él y a su carrera deportiva. Solo tengo buenos recuerdos de esa época en la que la familia Sainz me enseñó todo lo que sé. Tanto Carlos, Carletes como Reyes han sido parte fundamental en mi vida. Fueron años emocionantes, viajando por el mundo y viendo cómo un piloto y amigo pasó de competir en el karting a ser un piloto de la F1, ¡un sueño que parecía imposible!
-Pero decidiste dar un cambio de marcha a tu vida…
-Tomé la decisión de dejar ese mundo cuando Carlos estaba en el equipo de F1 Toro Rosso, ya que viajar por el mundo ciento noventa días al año es difícil de compaginar con la familia. Ahora que lo veo vestido de rojo en Ferrari pienso si no tomé una mala decisión, pero, cuando apuestas por la familia, creo que siempre ganas. Es un orgullo para mí haber aportado mi granito de arena; es un fuera de serie y estoy seguro de que llegará a ser campeón del mundo. Pero en aquel momento quería intentar emprender un proyecto personal, algo mío.
-Ahora restauras Land Rovers; ¿cómo se convierte una pasión en una actividad profesional?
-La idea surgió en un viaje en el que me di cuenta de que lo vintage estaba de moda y del interés del mercado del motor por los Land Rovers antiguos, que estaban teniendo una segunda vida. Supe lo que mi experiencia podía aportar: lo antiguo bien restaurado, con las mejores calidades y de una forma exclusiva y personalizada. Y así lancé con mi amigo de la infancia Iván Brand Lover Lynx. Lynx, en referencia a ese animal que estuvo a punto de extinguirse, como los Land Rovers.
-Livia, tú creaste una empresa de asistencia a extranjeros que quieren instalarse en Madrid.
-Amigos y familiares siempre acudían a mí para preguntarme por contactos o formas de organizarse y decidí que tenía que convertir mi punto fuerte en un proyecto laboral: ayudar a los demás a instalarse en Madrid. Mis clientes son empleados de empresas que vienen aquí por tiempo limitado o familias que deciden instalarse en España. Los ayudo con todo el proceso: búsqueda de vivienda, mudanzas, selección de colegios, temas burocráticos… También decoro sus casas; algo que me apasiona. Comparto mis contactos, mi vida y lo que a mí me funciona bien. Se crea una relación de amistad increíble y, sobre todo, de confianza y agradecimiento.
“Ayudo a mis clientes en todo el proceso de instalarse aquí, también decoro sus casas. Comparto mis contactos, mi vida y lo que a mí me funciona. Se crea una relación de amistad increíble, de confianza y agradecimiento” Livia
-Como decoradora, habrás dejado tu huella en esta casa.
-Crecí con la tienda familiar, pero no pensé en ello de forma profesional hasta ahora, que acabo de asociarme con mi amiga Marieta Yanguas para dar el paso como decoradoras y llevar a cabo proyectos integrales. Y también se refleja en esta casa; me encanta tenerla vivida y organizada. E ir cambiándola sin gastarme grandes sumas; esa es la clave. Hay que buscar cosas con gusto y con historia pero con poco presupuesto para que las disfrutes al máximo y las puedas ir cambiando. Mi madre me ha enseñado a cuidar las cosas, a trabajar el detalle y a sacarle partido a las piezas antiguas para adaptarlas a nuestro estilo de vida.
“Trabajé con el piloto Carlos Sainz y familia 16 años; primero con el padre y, luego, con el hijo. Solo tengo buenos recuerdos de esa época en la que la familia Sainz me enseñó todo lo que sé” Borja
-¿Cuál es la historia tras la casa?
-Desde pequeños ambos hemos disfrutado del campo. Así que decidimos buscar un sitio cerca de Madrid donde desconectar y hacer deporte, algo fundamental sobre todo para Borja. Lo encontramos en Extremadura, al lado de un pantano. Allí apuramos los días al máximo; es nuestro paraíso.
“Esta zona de Extremadura es una maravilla. Nos encanta llenar la casa de gente y que nuestras hijas inviten a amigos; recibir y compartir nuestro pequeño universo con todos aquellos que queremos” Livia
-¿Cómo es un día aquí?
-Por las mañanas, deporte; las tardes, las pasamos en familia y disfrutamos de la casa y del entorno. Esta zona de Extremadura es una maravilla. Nos encanta llenar la casa de gente y que nuestras hijas inviten a amigos; recibir y compartir nuestro pequeño universo con aquellos que queremos.