Somos muchos –cada vez más…– los que soñamos con un idílico cambio de vida, pero son muy pocos los que realmente se atreven a dar el paso de dejarlo todo y poner rumbo a algún destino paradisíaco, como la periodista Paola Sáez de Montagut y su marido, el empresario Gonzaga Giquel. Ellos, un buen día hace ahora dos años, hicieron las maletas, cogieron a sus hijas y se instalaron en Tulum, México. Allí abrieron un primer hotel, Copal Tulum Hotel, y la experiencia les gustó tanto que este año han abierto otros dos, Watal Tulum Hotel y Xperience Tulum Hotel, y ya ultiman otros tres que planean abrir en los próximos meses. Y todo ello sin haber dejado de disfrutar juntos ni un solo día.
-Imagino que tuvo que ser una decisión muy difícil la de dejarlo todo para venirse a la aventura…
-Sí, pero nos dimos cuenta de que, pese a tener la vida ‘perfecta’ en Madrid, no la estábamos disfrutando. Vivíamos en modo automático, y nos apetecía que nuestras hijas vivieran una experiencia internacional a nuestro lado. México nos dio la oportunidad de vivir con los cinco sentidos. De salir, de verdad, de nuestra zona de confort.
-¿Por qué elegisteis Tulum?
-Siempre decimos que La Virgen de Guadalupe es quien nos trajo aquí. Borja, el hermano de Gonzaga, fue el project manager de Copal y eligió Tulum por lo mucho que le gustó la zona. Copal, además, se encuentra en plena selva y vivir ese otro Tulum, más allá de la playa, nos atrajo mucho. México, por otro lado, siempre ha sido un destino muy cercano a mi familia. Mis tíos viven en DF y mi abuela venía a pasar largas temporadas con ellos. Eso también hizo que, junto a mi hermana, ya antes de vivir aquí, crease Fridas Lab, nuestro pequeño gran sueño de vestidos mexicanos personalizados.
“Nos dimos cuenta de que, a pesar de tener la vida ‘perfecta’ en Madrid, no la estábamos disfrutando. Vivíamos con el piloto automático”
-¿A qué os habéis adaptado más fácil de la vida en México?
-¡A todo! Hemos vivido el cambio de una manera muy natural. Cada día es una aventura. Es cierto que cuesta un poco estar fuera de casa, pero vivir aquí hace que nuestros padres nos vengan a ver dos veces al año. Esto nos da la oportunidad de convivir con ellos, algo que en España no pasaba.
-¿Cómo has vivido el cambio de periodista de belleza a hostelera?
-En realidad no he llegado a dejar del todo el mundo de la belleza, he seguido escribiendo y asesorando a diferentes marcas de belleza desde aquí y he creado junto a mi hermana Patricia The Healing Spot, dos centros holísticos vinculados a los hoteles. Tenía ganas de hacer algo diferente y, sobre todo, de trabajar mano a mano con mi marido. He de reconocer que esto no fue fácil en un principio. ¡Que tu marido sea tu jefe es algo a lo que cuesta acostumbrarse!
-¿Qué es lo que más feliz te hace de tu nueva vida?
-Ser dueña de mi tiempo. Poder pasar las tardes con las niñas y ver cómo, a las siete en punto, corren al despacho de Gonzaga para que baje a prepararnos la cena es un auténtico regalo. Aquí vivimos de una manera mucho más sencilla, con gente de todas las partes del mundo y sin las exigencias ni obligaciones (autoimpuestas) en la ciudad.
“México nos dio la oportunidad de vivir con los cinco sentidos. De salir, de verdad, de nuestra zona de confort”
-¿Cómo se tomaron las niñas el cambio?
-¡Creen que fue un regalo de los Reyes Magos! Habíamos venido antes de las vacaciones, esa Navidad, y a las niñas les pareció una aventura increíble.
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