Sobrio, elegante y con ciertas influencias que ella misma define como “nórdicas con personalidad parisina”. Así es este rincón de Fabiola Martínez, alojado en una esquina del dormitorio y con las paredes pintadas en un color diferente al del resto, que la llena de paz. “Es donde me concentro, mi sitio zen”.
Un lugar especial
“Mi rincón favorito es un sitio nuevo del dormitorio, donde, con cariño, he empezado a reunir todo aquello que, de alguna manera, me reencuentra conmigo misma”.
Mis pequeños tesoros
“Tengo un joyero redondo y blanco de cerámica barnizada que tiene en la tapa un pajarito y un maniquí con forma de los años 40, donde pongo los colgantes y collares, que son mi debilidad. Y, como soy fan empedernida de las velas aromáticas, siempre tengo encendida una de Diptyque Baies o Jo Malone Peony, que me ayudan a relajarme”.
Oda al blanco
“Suelo tener un jarrón pequeño con flores blancas, que son mis preferidas. Y mi silla, con sus patas en madera natural y el asiento en forma semicircular, forrada con imitación de piel de oveja blanca”.
Luces y reflejos
“De la pared asoman dos apliques con una luz cálida y tenue que comparten protagonismo con mis tres espejos cuadrados con el marco blanco. El central está fijado, los otros son abatibles y me permiten verme desde todos los ángulos cuando me arreglo”.
Buenos recuerdos
“También tengo una fotografía de un viaje que hice a Suiza cuando tenía 25 años; desde la barandilla se ve el precioso lago de Lugano”.
Todo en una
“Esta es mi mesa ‘polivalente’ vintage en madera de mango natural. La uso como escritorio cuando quiero refugiarme en la tranquilidad de mi cuarto; cojo el portátil y me pongo a estudiar o a trabajar en la Fundación Bertín Osborne. También es un secreter donde guardo relojes y joyas, y además hace las veces de tocador”.