Sin haber dejado de trabajar ni un segundo desde que apenas era una adolescente, Eugenia Silva hace tiempo que hubiese sufrido una crisis de agotamiento si no fuese por la energía que Formentera le inocula cada vez que consigue escaparse unos días a la isla. Allí, aislada del mundo y dedicada a los pequeños placeres de la vida, como ver correr a sus hijos alrededor de la piscina, recibir a amigos o, sencillamente, salir a comprar al mercado local, la top y empresaria recarga las pilas y consigue olvidarse de todo para regresar después ‘al ruedo’ con más fuerza si cabe que de costumbre. Afirma que la combinación del mar, los suyos y la vida sencilla de la isla hace milagros. Cualquier atisbo de estrés queda olvidado nada más llegar allí, como demostró en su última visita, arropada por las nuevas mantas y fulares de Vista Alegre.
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“La primera vez que vine, conocí a una pareja que me enseñó la isla que no suelen conocer los turistas… se convirtió en mi refugio cuando no podía más en Nueva York”
-¿Recuerdas cómo empezó tu historia de amor con Formentera?
-Pues fue hace casi 20 años, un mes de abril. La primera vez que vine conocí a una pareja con una niña, se habían mudado de Madrid y se convirtieron en buenos y queridos amigos. Ellos me enseñaron la isla que no suele conocer la gente y con ellos he pasado aquí Navidades y épocas en las que no había nadie. Era mi refugio cuando no podía más con la locura de Nueva York. Me alojaba en casas de amigos hasta que decidí construirme la mía propia, y tuve claro que quería que estuviese en La Mola. Es una zona tranquila de payeses, ovejas, cabras y tierras de labranza. Puedes ver el mar al fondo, pero no es la isla veraniega y loca que todo el mundo conoce.
-Tras casi dos décadas, tienes que ser experta en la isla, ¿cómo es su gastronomía más tradicional?
-La conocí realmente cuando adquirí el bar de La Mola, Can Toni, que era un sitio típico de pueblo. Los días de mercadillo se llenaba de gente y los otros ofrecíamos cocina isleña con toques extremeños, por la chacina que me traía de mi tierra. Los cocineros eran estupendos. Marc se convirtió en un gran amigo y es quien me ha ayudado a preparar este menú hoy. Él y Pablo hacen muy buen equipo y están llevando la cocina de Formentera por todo el mundo, tienen un catering que trabaja incluso en Australia.
“Cuando decidí hacerme una casa tuve claro que quería que estuviese en La Mola. Es una zona tranquila de payeses, ovejas, cabras y tierras de labranza”
-¿Qué sueles comer aquí?
-Intento comprar todo a pequeños productores de la isla. En el pueblo de La Mola encuentras huevos, quesos y verduras de la zona, así como pescado seco para la ensalada payesa, que es muy típico de aquí y me encanta. También me gusta comprar pescado fresco, recién salido de la barca, en Es Caló, y ensaimadas. El dueño del restaurante Sa Figuereta es muy amigo, además. Se queda la uva de mis vides y me hace y embotella el vino. Nos reímos porque es muy recio y hay que bebérselo… pero siempre prepara un buen arroz o una buena carne y nos lo acabamos bebiendo entero.
-¿Tú cocinas?
-Yo en verano como casi todo frío, sin mucha cocina, pero tengo paladares muy exigentes en casa, habituados a comer mucho y muy bien, así que suelo contar con una cocinera o con la ayuda de Marc y Pablo para cuando tengo invitados. Yo me alimentaría literalmente de gazpacho, ensalada payesa y ceviche.
“Descubrí la gastronomía de Formentera cuando tuve el bar de La Mola, Can Toni, que era un sitio típico de pueblo que se llenaba los días de mercado”
-¿Se te da mejor la cocina o poner la mesa?
-¡Mucho mejor las mesas! Me gusta mezclar los manteles heredados de mi abuela Eugenia con las cuberterías y vajillas de Vista Alegre; siempre suelo tener flores frescas del jardín y no me importa, cuando somos muchos, que las vajillas acaben mezcladas. Si hay mucha gente en casa, prefiero organizar comidas informales y que la gente se siente donde quiera al sol, a la sombra...
-¿Ha cambiado la maternidad la forma en la que eliges el menaje? Entiendo que con niños en casa corre peligro...
-Están acostumbrados a vivir rodeados de cosas delicadas y la verdad es que son muy cuidadosos... ¡Me dan más miedo los perros o los gatos que tenemos!
La Formentera de Eugenia
La Formentera de Eugenia