Si hay un personaje que nos llama la atención de Los Bridgerton , la serie más vista de la historia de Netflix, además del Duque de Hastings por razones obvias (interpretado por el actor Regé-Jean Page ), es la Reina Carlota de Inglaterra. El único personaje real de la serie basada en las novelas románticas de la escritora Julia Quinn tiene una historia fascinante. Carlota fue un personaje especial por muchas razones: su matrimonio con el Rey Jorge III fue concertado desde su Alemania natal sin que los prometidos se hubieran visto nunca. El matrimonio tuvo lugar solo seis horas después de que ella llegara a Londres desde el pequeño ducado de Mecklemburgo-Strelitz, donde nació, y se celebró en la capilla del palacio de St. James el 8 de septiembre de 1761.
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Contra todo pronóstico, el matrimonio fue un éxito y las crónicas de la época aseguran que los reyes se enamoraron profundamente. Tuvieron 15 hijos y formaron una unión feliz hasta que el monarca enfermó: su salud mental era tan frágil que su hijo primogénito, Carlos, el príncipe de Gales, tuvo que ocupar su lugar en una época conocida como la Regencia que retrata, con algunas licencias, la serie de Shonda Rhimes.
Su matrimonio con el Rey fue concertado y se celebró solo seis horas después de que se vieran por primera vez
Pero volvamos a Carlota. Nacida el 19 de mayo de 1744, su padre era el duque Carlos Luis Federico de Mecklemburgo, llamado príncipe de Mirow, y su madre, la princesa Isabel Albertina de Sajonia-Hildburghausen. Lo más sorprendente de su biografía es que algunos historiadores, entre ellos el prestigioso Mario de Valdés y Cocom, sostienen que la Reina es de origen mestizo. Los libros de historia insisten en que era descendiente del Rey Alfonso III de Portugal y una de sus amantes llamada Madragana, una mujer de origen norteafricano.
No menos interesante es que Carlota de Inglaterra se convirtió en la primera influencer de la época: organizó los primigenios bailes de debutantes de las jóvenes casaderas de la época para que conocieran a los caballeros del momento. La Reina adoraba el interiorismo y decoró ella misma Queen’s Lodge, una ampliación del palacio de Windsor, y Queen Charlotte’s Cottage, en Kew Gardens. Allí llevó a cabo varios proyectos de jardinería, a la que era muy aficionada.
Sin saberlo, también escribió una página de nuestra historia contemporánea. Mandó construir Frogmore House (sí, donde vivieron Meghan y Harry hasta enero de 2020 y Eugenia de York hasta hace solo unas semanas) y fue mecenas de Mozart, al que conoció cuando el niño compositor tenía ocho años. Las facetas de la Reina no se detuvieron ahí: fue una pionera de los servicios sociales y la salud femenina. Fundó la primera red de orfanatos de Inglaterra y el Hospital General Lying-in para mujeres embarazadas.
Carlota tuvo en cuenta a sus hijas en la educación familiar, se aseguró de que recibieran formación más allá de lo ortodoxo para la época. Amaba los animales y siempre iba acompañada de una camada de pomeranias, en una imagen que recuerda a su descendiente directa, la Reina Isabel II, eternamente rodeada de sus fieles corgis.