A Mariana y Cristina Aguirre la pasión por el arte les viene de familia. Basta echar un vistazo a la impresionante finca que adquirió su tatarabuelo a mediados del siglo XIX en El Escorial para darse cuenta de ello: columnas clásicas, fuentes de piedra labrada, perspectivas bellamente dibujadas a través de la propia naturaleza… No hay duda de que el buen gusto corre por sus venas. De hecho, fue su propio bisabuelo, que era pintor, el que comenzó a restaurar con sus propias manos el antiguo poblado medieval adquirido años antes por su padre. Hoy, el lugar ha llegado en plena forma a manos de la nueva generación de artistas de la familia.
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Mariana y Cristina crecieron más entre pinceles que entre algodones, pues su madre, María Avilés, es restauradora de arte y antigüedades, por lo que a nadie le extrañó cuando Cristina, la mayor, optó por estudiar Bellas Artes, y Mariana, poco después, eligió el diseño. Siempre tuvieron claro que harían algo juntas, y según acabaron los estudios se lanzaron a ello de cabeza con el recuerdo de un viaje de familia en la mente… Uno en el que conocieron a una artista holandesa que, por devenires de la vida, terminó viviendo en Rodalquilar, en una gran instalación que nunca olvidaron.
-Parece que tuvisteis una infancia llena de aventuras, disfrutando de esta finca y conociendo a artistas increíbles…
-CRISTINA: Sí, crecimos rodeadas de naturaleza y animales, lo que nos ha dado una sensibilidad especial. También tenemos la suerte de haber viajado y haber conocido sitios increíbles que nos descubrieron la belleza de lo cotidiano, de las plantas, los insectos, los colores o la transformación de los materiales con el paso del tiempo… Todo esto nos hizo tener los ojos abiertos y vivir en el presente, respetando y admirando el mundo en que vivimos.
“Creemos que las cosas bonitas deben ser creadas con valores sostenibles que hagan que sean objetos que duren en el tiempo y la memoria”
-Habladme de vuestra madre, imagino que influyó mucho en todo eso.
-MARIANA: Sí, siempre hemos valorado que las cosas estén hechas a mano y con cariño gracias a ella. Es muy creativa y hemos crecido viéndola diseñar y fabricar joyas utilizando plata, cristal, seda pintada a mano… Como también es restauradora, hemos convivido con objetos fuera de uso a los que ella les dio una nueva vida. Eso nos ha inspirado para imaginar proyectos y crear colecciones en las que hemos recuperado materiales diversos.
-¿Cómo surgió Romualda?
-C: Empezó en el verano de 2019. Ambas teníamos ganas de emprender, poner en conjunto nuestras inquietudes y cambiar el paradigma de la creación. Aunque ninguna de las dos nos formamos en moda, sentíamos que el mundo estaba atrapado en el fast fashion y nos costaba mucho encontrar piezas especiales, con alma. Así que Romualda nació del deseo de crear piezas que fueran la mezcla perfecta de artesanía, expresión artística y diseño. Piezas únicas, con un desarrollo sostenible, ético y pensadas para durar. Y el sombrero nos pareció el ‘lienzo en blanco’ para trabajar sobre todo eso.
“Romualda nació del deseo de crear piezas que fueran la mezcla perfecta de artesanía, expresión artística y diseño”
-La historia del nombre es fascinante…
-M: Cuando nos tocó ponernos a elegir un nombre lo tuvimos claro. Romualda era una artista a cuyo taller nos llevaron nuestros padres de pequeñas. A pesar de que fue hace mucho tiempo, conocerla a ella y su mundo fue probablemente de las cosas más impactantes de nuestra infancia. Su casa no era una convencional, sino una enorme instalación que aparentemente estaba en ruinas, pero que a su vez albergaba la esencia de la belleza más pura. Tuvimos la suerte de asomarnos al mundo que había creado, donde ella formaba parte de su propia obra. Debía pesar unos 35 kilos, se alimentaba a base de naranjas, limones, frutos secos y rayos de sol. Había llegado con sus dos caballos desde Holanda, y allí donde se quedó el coche, se quedó ella también. Más tarde el coche se convirtió en una maceta donde metió plantas y cactus y desde el que contemplaba las estrellas por la noche. Su forma de entender la vida y respetar la naturaleza y sus recursos nos ha inspirado y acompañado durante toda nuestra vida.
-¿Cómo se tradujo su influencia a vuestros diseños?
-C: Creemos que las cosas bonitas deben ser creadas con valores sostenibles que hagan que sean objetos que duren en el tiempo y la memoria. Por ello estamos en constante búsqueda de tejidos más éticos y respetuosos con el medio, producimos todas las piezas en Gijón de forma artesanal y yo pinto a mano cada sombrero. Nos gusta también recuperar técnicas ancestrales, como el marmoleado japonés, que están cayendo en desuso. Antes se usaba mucho en encuadernación, y nosotras hemos querido trasladarlo al tejido… Nos encanta ver cómo cobra vida de nuevo en nuestros sombreros.