A María y Clea Fitz-James Stuart les encanta pasar tiempo juntas. Por muy ocupadas que estén, debido a la agencia de relaciones públicas Pelonio y los restaurantes Fitz Burger de la primera y la firma de prendas de punto Clea Stuart de la segunda, siempre intentan sacar alguna que otra tarde para disfrutar de su plan favorito: invadir la casa de su adorado tío Gonzalo, como cuando eran pequeñas, y pasarse la tarde leyendo, viendo películas tiradas en el sofá o recordando las clases de punto que les daba su abuela de niñas. En ello, Clea siempre tuvo mucho más arte… Pero María se lo toma con filosofía y, sobre todo, mucho humor.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
-Creo que esta casa está llena de recuerdos para vosotras… ¡Habladme de ella!
-CLEA: Esta casa es como si fuera nuestra, porque su dueño, nuestro tío Gonzalo, es alguien muy importante en nuestras vidas y en nuestra familia. Si se pudieran tener dos padres, él claramente sería uno para nosotras.
-MARÍA: Sí; además, es alguien que ha influido mucho en nuestros trabajos. Las dos nos dedicamos a profesiones que tienen mucho de creativo. Crecer con alguien que tiene un sentido de la estética tan refinado, que sabe sacar lo mejor de las casas, los jardines, los viajes, las historias y los recuerdos de una manera tan natural y con una visión tan personal es un lujo. ¡Y todavía le pedimos consejo para muchísimas cosas!
“Gonzalo es alguien que ha influido mucho en nosotras. Crecer con alguien que tiene un sentido de la estética tan refinado es un auténtico lujo”, María
-¿Qué recuerdos tenéis aquí de vuestra infancia?
-M: Muchísimos. Y no solo familiares; tenemos la suerte de compartir muchos amigos con nuestros padres y tíos, y desde siempre hemos vivido entre una mezcla de generaciones brutal y todos solemos reunirnos aquí a menudo. ¡Como para no hacerlo! Es una casa que te atrapa por completo…
-¿Cuántos llegáis a ser?
-C: Unos 30… más perros. Somos todos muy ‘perrunos’.
-M: La verdad es que nos vemos muchísimo. Todos los primos hemos crecido como si fuésemos hermanos. Nuestras tías (Isabel y Natacha) son unas segundas madres para nosotras… Y no es una manera de hablar, ¡es así!
-¿Qué os enorgullece más de vuestra historia familiar?
-C: Lo que nos queremos y apoyamos entre todos. Siempre estamos ahí para los demás; pase lo que pase.
-M: ¡¿Por dónde empiezo?! Creo que somos una familia carismática, con personalidades muy distintas, pero que juntas funcionan muy bien. Estoy orgullosísima de mi abuelo Julio, que no solo fue un hombre importantísimo, también era bueno, sensato, generoso ¡y el más guapo! Mi padre nos ha inculcado el interés por la literatura y la poesía, ha sido clave en hacer de nosotras lo que somos hoy… Y mi madre es probablemente la persona más brillante que conozco. Tiene algo excéntrico y un carisma como nadie que haya visto. ¡Y podría seguir y seguir hasta el infinito!
-Clea, me cuentan que fue tu abuela materna, Natalia Calleja, la que te inculcó la pasión por el punto… ¿Cómo la recuerdas?
-C: Sí. Mi abuela era genial; supercreativa y con una especie de aura única. Tenía una personalidad arrolladora. Era graciosa, lista como un rayo, y siempre se salió de lo convencional. Nosotras hemos pasado muchísimo tiempo con ella y con nuestro abuelo Julio, de ellos hemos heredado ese sentido familiar de los Calleja. Y además cosía que te mueres, y ella me inculcó el gusto por lo hecho a mano. La recuerdo siempre haciendo petit point, y lo que más me gustaba desde enana era cómo mezclaba los colores mas extravagantes, más alegres… mezclas absolutamente incoherentes ¡que al final resultaban ser de lo más bonitas! También aprendí a hacer punto con ella, aunque fue luego, mucho más tarde, ya trabajando para una marca, cuando el punto me enamoró. Es algo tan complejo y tan agradecido a la vez que cuando decidí lanzar mi propia marca, decidí basarla en ese tejido. Todos los diseños de Clea Stuart son de punto, y no paramos de ampliar la colección.
“Mi abuela, Natalia Calleja, era genial; supercreativa y con un aura única. Tenía una personalidad arrolladora y cosía que te mueres. Ella me inculcó el gusto por lo hecho a mano”, Clea
-¿Habrá alguna novedad en Clea Stuart para 2021 que puedas adelantarnos?
-C: Estoy cerrando algo que me hace muchísima ilusión pero que todavía no puedo contar… Hasta entonces, lo que sí puedo decir es que estoy buscando (¡por fin!) un local para mi firma. Me resulta apasionante abrir una primera tienda.
-¿Qué técnicas artesanales están presentes en tus colecciones?
-C: Fabrico todo a pequeña escala en Toledo, en una empresa familiar que domina unas técnicas de punto muy sofisticadas. A la vez son muy tradicionales, y eso me gusta, pero se han sabido adaptar a las nuevas tecnologías. Son estupendos.
-María, tú tampoco paras. ¿Tienes algún nuevo proyecto de cara a 2021?
-M: ¡Pues abrimos un segundo Fitz Burger en Madrid! Nuestra hamburguesería de barrio se expande; estoy encantada.
-¡Qué bien! Parece que todo vuelve a activarse… ¿Cómo vivisteis, laboral y personalmente, este último año tan complicado para todos?
-C: Nosotras siempre nos apoyamos mucho la una a la otra… ¡y eso a mí me ha salvado más de una vez! La vida siempre tiene baches, y este año ha sido uno muy duro, pero siempre hemos sido luchadoras y fuertes. Y María es la mejor hermana que podría tener…
-M: Sí, ¡la verdad es que todo es mucho más fácil debiéndonos algo la una a la otra! (Ríen)
Para empezar a tejer
Para empezar a tejer