Las paredes y las mesillas están tachonadas de fotografías y recuerdos de un pasado casi de novela, de cuando Hollywood suspiraba por España, Ava Gardner y Hemingway les ponían ojitos a los toros y Antonio Ordóñez y Orson Welles eran íntimos, aunque el director no hablara una palabra de español ni el matador de inglés.
De aquella época data la Goyesca, esa corrida de tintes románticos cuya organización Antonio legó a su nieto, el también torero Fran Rivera, y cuyo espíritu se respira en los trajes de luces que esta casa de Ronda guarda en sus armarios, y en los tilos con los que hacen infusiones y bajo cuya sombra el propio Orson Welles pidió ser enterrado.
Los sofás y mesas, sin embargo, están salpicados de futuro e ilusión; de la cristalería, vajilla, manteles y cojines de Miabril Textil; la nueva propuesta para el hogar que lanza Lourdes Montes con su socia y amiga Rocío Terry, y para cuya presentación no podría haber escogido mejor marco que esta casa que tanto destacó en el arte de recibir. El resultado es una revisión del concepto de ajuar, pensado para durar y personalizado, pero con un toque más contemporáneo. “Sí, hemos recuperado el ajuar tradicional, hecho a conciencia, para que perdure en el tiempo, elaborado con los mejores tejidos y un toque único y especial, pero dándole un giro más actual”, cuenta Rocío.
Miabril Textil nace como una idea meditada y precedida, además, del éxito de la firma de moda flamenca Miabril, concebida previamente por ambas socias. “Pero el año pasado, cuando tuvimos la certeza de que no iba a haber ferias ni Rocío, nos dijimos: ‘ahora o nunca’”.
Lourdes, que abandonó su carrera en el mundo del derecho poco después de conocer a Fran Rivera, con quien hoy ha formado una familia y tiene dos hijos -Carmen, de 6 años, y Curro, de 2-, ya tenía experiencia en el diseño gracias a Analilen, la firma que creó junto a su hermana. El background de la sevillana Rocío Terry, por su parte, también está vinculado a la moda, donde ha sabido trasladar su amor por el campo en la firma Cuá Cuá, y el de las antigüedades y el flamenco en Baron Terry.
“Desde pequeña he vivido en el campo y, por tradición familiar, he estado muy vinculada a esas costumbres tan arraigadas a nuestra tierra como los caballos, la caza, la feria o El Rocío”
Amigas y socias, ¿qué tal se os da?
Nos presentaron nuestros maridos, que son íntimos; y desde entonces. Nos complementamos muy bien; tenemos una línea estética muy similar, nos entendemos con solo mirarnos y nos respetamos enormemente, algo básico.
Aunque las circunstancias lo hayan puesto difícil, ¿cómo celebráis en casa? ¿Sois de bandeja sobre las rodillas o de mesa con mantel?
Nos gustan las cosas bien hechas; da igual que sea una bandeja que una mesa de 12. Pero cuando celebramos algo, nos gusta que se note que es un día especial. Las dos venimos de casas llenas de gente, donde lo normal es recibir continuamente; ¡y nos gusta organizar planes en casa!
Lourdes, presentas la colección en esta icónica casa que pertenece a la familia de tu marido, donde además os casasteis por lo civil; ¿qué supone para ti este lugar?
Para mí fue un lugar especial desde el primer día. Está exactamente igual que hace 30 años y tiene ese sabor tradicional que ya es difícil encontrar. Fui yo quien quiso casarse aquí, no Fran. Es una casa muy vivida, con mucha gente. Para mí tiene las dimensiones perfectas: es grande como para organizar cosas con muchos amigos, pero no deja de ser muy acogedora. Y ahora, además, se suma que los niños están felices cada vez que venimos aquí.
¿Cuál es tu rincón favorito?
Toda la casa tiene una energía especial y muy buenas vibraciones. Mi sitio favorito, sin duda, es la cocina; el mejor sitio para una tertulia larga, sin prisas.
Orson Welles está enterrado en el pozo que hay bajo los tilos; ¿tan fuerte fue la amistad que unía a Antonio y el director americano?
Se admiraban mutuamente, Orson Welles era un gran aficionado a los toros y pasó muchos y muy buenos ratos aquí. La verdad es que por aquí ha pasado gente de todo tipo; desde tres premios Nobel a bandoleros que vivían es esta misma sierra. Y por supuesto Luis Miguel Dominguín, Ernest Hemingway…
Seguro que venís muy a menudo.
¡Siempre que podemos nos escapamos! En verano 15 días mínimo porque Fran organiza aquí la Goyesca. Y también pasamos aquí el confinamiento; fue un privilegio. Con tanto espacio y aire libre, todo se ve diferente. A los niños les encanta venir y están a su aire; entran y salen sin necesidad de que estemos detrás. Tana también estuvo aquí durante todo el confinamiento, y fue un gustazo. ¡Me ayuda con los niños y me acompaña mucho, es fantástica!
-Imagino que la casa también le tira...
Sí, también le tiene un cariño especial a la casa y está encantada cada vez que venimos.
¿Cómo es un fin de semana aquí?
En invierno mucha chimenea; nos encanta el plan de no tener nada que hacer e inventar juegos. En verano sí que hacemos excursiones porque hay mil sitios para visitar.
¿Y quién cocina? Porque recuerdo que a Fran no le iba mucho...
Sigue igual, ¡pero ya me he acostumbrado!
Rocío, ¿qué tal reciben los Rivera-Montes?
Mezclan gente de todo tipo; lo pasamos increíblemente y nunca falta nada; a las seis de la mañana puedes encontrar lo mismo que al principio de la cena.
¿Así que sois unos anfitriones de nota?
Casi siempre. Recuerdo una cena aquí hace unos años. Como media hora antes de que llegara la gente, ¡Fran me dijo que eran 30 personas más! Ya no tenía margen de reacción, así que le dije al grupo de flamenco que empezara a cantar desde el principio. La gente empezó a divertirse tanto que pasó casi a las copas y nadie se dio cuenta de que la comida era escasa. Y todo el mundo, siempre que me ve, me recuerda lo divertidísima que fue aquella fiesta...
Miabril, mi mesa
Miabril, mi mesa