Coco Chanel fue, además de una de las diseñadoras de moda más influyentes e icónicas de la historia, una trabajadora incansable. Cuenta la escritora Cristina Morató en su biografía coral Divas rebeldes (Plaza & Janés) que ella misma probaba sus creaciones sobre el cuerpo de las modelos hasta casi el día de su muerte, a los 87 años, hace ahora medio siglo. Lo hacía en su apartamento en el número 51 de la Rue Cambon de París. Una de las casas de su vida y un lugar sin el que no se explicaría la historia de la maison Chanel tal y como la conocemos hoy.
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El hogar de Chanel en París era tienda, lugar de creación y refugio personal. Un espacio decorado con estanterías hasta el techo llenas de libros clásicos encuadernados en cuero, y sin apenas puertas (ella las odiaba). Por eso, para separar las estancias, usaba unos exquisitos biombos de Coromandel decorados con oro y camelias, su flor favorita. El león era su figura decorativa predilecta: había nacido Leo y siempre se identificó con su fuerza. Por eso llamó a su perfume más eterno Nº 5 (el quinto signo del zodíaco es, precisamente, el del león). En su apartamento parisino recibía a sus clientes más especiales: de Elizabeth Taylor a Salvador Dalí. Sin embargo, la diseñadora nunca durmió en su casa.
Su casa de París estaba decorada con estanterías hasta el techo, biombos de Coromandel, espejos y muchos leones
Todos los días caminaba hasta su suite en el Hotel Ritz, donde aún conservan la habitación en la que residió durante 34 años. Los clientes que lo deseen se pueden alojar en ella por 18.000 euros la noche. Su apartamento de la Rue Cambon, sin embargo, se encuentra cerrado al público salvo para sesiones de fotos e invitados VIP de la casa Chanel, donde la firma mantiene su atelier principal.
Coco habitó otras dos casas que marcaron su vida: La Pausa, en la Riviera Francesa, y su mansión en Lausana (Suiza), ciudad en la que descansan sus restos. La primera fue un regalo del duque de Westminster, con el que Coco mantuvo una relación romántica que se alargó casi una década. Aunque fue idea de él, la casa condensó el espíritu de ella: su estilo está claramente inspirado en el convento donde creció en Francia. Una abadía que hacía las veces de orfanato del siglo XII, muy austera y que dotó a la casa de una personalidad única.
Por su retiro de la Riviera francesa pasaron todos los artistas de la época: Picasso, Salvador Dalí, Jean Cocteau y Luchino Visconti
Cuatro salones, siete habitaciones de invitados, pista de tenis, dos cocinas y una terraza cubierta eran las principales estancias de La Pausa, además de un jardín con cientos de olivos que se divisaba desde el dormitorio privado de Chanel, que no compartía con el duque. Pablo Picasso, Salvador Dalí, Ígor Stravinsky, Jean Cocteau y Luchino Visconti pasaron temporadas acogidos por Coco, amante del arte y mecenas. En el aseo que usaba la diseñadora había un cuadro dedicado de Jean Cocteau. Después de que la vendiera, la maison Chanel la volvió a adquirir por formar parte del legado cultural de la diseñadora.
Coco eligió Lausana para pasar la etapa final de su vida, donde adquirió una mansión en el bosque de Sauvabelin; allí sigue abierto su restaurante favorito
Lausana, en Suiza, fue el escenario que Chanel eligió para pasar el final de su vida. Cuando enfermó, recibía tratamiento en la cercana Clínica Valmont y adquirió una casa en el bosque de Sauvabelin, cerca del lago Leman, en el año 1966. Allí había pasado largas temporadas tras la Segunda Guerra Mundial, instalada en el Hotel Beau-Rivage, y pasó su última etapa acompañada exclusivamente por su personal de servicio. Aunque falleció en París en enero de 1971, su tumba original se encuentra en el cementerio Bois-de-Vaux de Lausana. La adornan cinco leones que representan su signo zodiacal, su número de la suerte y el nombre de su emblemático perfume. Aún sigue abierto su restaurante favorito en la ciudad: La Pomme de Pin, famoso por sus guisos de setas.