Cuando pensamos en factores que nos producen estrés día a día las respuestas más comunes son el trabajo, el ritmo frenético de una gran ciudad, nuestra situación económica o, incluso, nuestras relaciones personales. Sin embargo, uno de los principales causantes de estrés, que generalmente suele pasar desapercibido, es el hogar. Nuestro entorno es lo primero que vemos cuando nos despertamos y lo último que vemos antes de dormirnos y, aunque a priori no nos demos cuenta, su estado tiene un gran impacto en el desarrollo de nuestro día. Apostar por una decoración que contribuya a nuestra serenidad cada vez que entramos por la puerta es esencial, además de cumplir con una pequeña rutina de actos que se realizan en el hogar para convertirlo en un oasis de paz. Pero en medio del infinito mar de tendencias decorativas existen cinco que no se deberían seguir bajo ningún concepto si lo que buscas es un ambiente libre de estrés.
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Poca iluminación
Aunque no lo parezca, la luz natural es uno de los mejores aliados en lo que a estado de ánimo se refiere. En la medida de lo posible, grandes ventanales que permiten que la luz del día sea la protagonista de cualquier estancia son la solución si se busca un ambiente antiestrés. En su defecto, lámparas de mesa o de estilo colgante también pueden transformar la atmósfera de un hogar y, si no quieres llenarlo de objetos porque se trata de un espacio pequeño, ¡la solución es muy sencilla! Cuelga un espejo justo en frente de la ventana para que el reflejo de la luz haga visualmente más grande el lugar, y la sensación de calma estará asegurada.
Sin suficiente variación
A pesar de que el blanco está asociado a lugares donde prima el relax y el minimalismo, una tendencia procedente de las culturas nórdicas que ha calado hondo en el mundo de la decoración, una casa pintada y decorada enteramente de este color puede causar el efecto contrario. El blanco impoluto va a causar una inevitable preocupación por su conservación en todo momento y, seamos honestos, una vida libre de manchas es imposible. Por eso, filosofías como wabi-sabi, originaria de Japón, apuestan por pequeñas imperfecciones en el hogar, desde las sábanas arrugadas o las estenterías ligeramente descolocadas hasta el uso de maderas dsgastadas o tejidos comoe el lino, que lo hacen un lugar menos impecable y más real.
Demasiado color
Los contrastes cromáticos pueden tener un efecto energizante en aquel que se rodea de ellos pero, a largo plazo, su combinación puede llevar a un incremento del estrés e, incluso, de la ansiedad. Si eres de los que apuesta por la decoración maximalista, no hace falta que rehagas tu casa por completo, simplemente opta por toques moderados de colores llamativos. En una única pared de una estancia, en un ramo de flores en el centro de una mesa, en un cuadro o en un cojín, la paleta cromática más intensa aportará la cantidad justa de vida sin hacer mella en tu estrés.
Mezcla de estampados
Una de las soluciones más comunes en salones, comedores, dormitorios y también en cuartos de baño es el papel de pared. Es eficaz porque enseguida llena de energía cualquier estancia sin apenas esfuerzo, pero si se trata de un papel estampado tiene un peligro: la mezcla con otros prints en la misma estancia. Ya sea por un cojín, una alfombra o un cuadro, demasiados estampados -y de gran tamaño- tendrán un efecto negativo en tu bienestar. La solución es sencilla, apuesta por un único estampado llamativo y deja que en el resto de la estancia predominen los objetos lisos.
Desorden a la vista
Las pilas de papeles en la mesa, los zapatos por el suelo, el escritorio a rebosar... Todos son habituales del día a día, sobre todo en épocas frenéticas, pero si se dedica una parte del día a organizarlos el nivel de estrés se reducirá automáticamente. Entrar en una estancia y verla limpia y ordenada, libre de objetos innecesarios, ayudará a que la mente se mantenga despejada. Pequeñas cestas y containers de mimbre ayudarán a mantener todo el hogar en orden y, además, sirven como el elemento decorativo perfecto.