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Si estás en Copenhague, cierras los ojos y piensas en el otoño (o, incluso, estiras y llegas hasta el invierno), lo que te viene a la mente es un acogedor salón con apenas decoración, una enorme chimenea y un delicioso café recién hecho, en taza grande por supuesto, que llega a tu mesa acompañado de un pequeño tentempié dulce o salado. Es una imagen que quizás puedas adaptar a cualquier parte del mundo, pero que en la capital danesa tiene nombre propio: filosofía hygge.
Desde hace un par de años, lo hygge define todo aquello con lo que conseguimos llegar a esa sensación de bienestar que tanto necesitamos cuando llega el frío; ya no recuerdas aquello que algunos llamaban vacaciones y las horas de luz reducen nuestro tiempo al aire libre. Es la tranquilidad de una tarde en casa con un té calentito y un buen libro, la eterna sobremesa con tus amigos. Esta filosofía, aplicada a la gastronomía, significa hacer la comida con cariño, una velada entre amigos en un ambiente relajado, beber a pequeños sorbos una taza de chocolate caliente en el sofá o una comida en familia con vino y sin hora.
Y Copenhague es, además, una de las ciudades más felices del planeta y ha conseguido despertar desde hace un par de años la curiosidad de los más foodies. No es para menos, suyo es uno de los mejores restaurantes del mundo: Noma. Y es que, desde que en 2005 naciese lo que se conoce como la Nueva Cocina Nórdica, el producto está por encima de la receta en sí, las cartas de los establecimientos se elaboran según las frutas y verduras de temporada y el productor tiene tanto peso como el propio chef.
Para poder llevarte esta filosofía hygge a casa, puedes coger una bicicleta y salir a recorrer las calles adoquinadas de la ciudad, con sus concurridos mercados gourmet o cuidadísimos parques con mesas para comer, o practicarla en casa encendiendo el fuego de la cocina y disfrutando de hacer una de sus tradicionales recetas.
No te vamos a proponer que intentes conseguir uno de los mejores panes rústicos de la ciudad, que dicen los hace Emil Glazer en Juno, -de fermentación lenta, semillas y diferentes cereales-, o uno de los deliciosos kanesnegle (bollitos de canela al estilo danés) que Conditori La Glace lleva elaborando desde 1870 y que, confirmamos, no tienen comparación. Pero sí que puedes empezar con varios platos de cuchara: una sopa de invierno con pollo y kale o un porridge de cebada con setas. Dos recetas perfectas para hacer frente a estos primeros días de frío.