Durante todo el día de ayer, fueron muchos amigos y familiares los que se acercaron a la capilla ardiente de Fernando Gómez-Acebo en el tanatorio Parcesa de la Paz en Alcobendas para darle un último adiós y despedirle con una misa en su honor. El hijo pequeño de los duques de Badajoz fallecía el viernes por la noche a sus 49 años, un duro golpe que ha reunido a sus cuatro hermanos: Bruno, Simonetta, Beltrán y Juan; a otros familiares como María Zurita, Pedro López-Quesada y Teresa de Baviera; a personalidades como José María Aznar Jr., Blancas Suelves y Joaquín Güell -duques de Alburquerque-, Paloma Segrelles y Agatha Ruiz de la Prada; a aristócratas como la princesa Beatriz de Orleans y Adolfo Suárez Illana, Xandra Falcó -recién llegada del bautizo de la hija de Isabelle Junot- y Nuria González; a los mismísimos reyes de España, a doña Sofía y a la infanta Elena; y por último, a su mujer, la periodista y traductora griega Nadia Halamandari acompañada por el hijo común de ambos, Nicolás; y a la que fuera su primera esposa, la empresaria Mónica Martin Luque.
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El sobrino de don Juan Carlos siempre se mantuvo lejos de los medios, pero en una de sus escasas apariciones, Fernando nos abrió las puertas de su casa junto a su primera mujer, Mónica.
El 27 de noviembre de 2004, el primo del Rey, y la empresaria se daban el ‘sí quiero’ en el Real Monasterio de la Encarnación en Madrid. Un evento que reunió a toda la socialité del momento, incluida toda la familia Real -a excepción de la hermana mayor del rey Felipe VI, la infanta Elena-. Después de comprometerse, doña Pilar les regaló un terreno a las afueras de la capital madrileña y ellos mismos diseñaron su casa -con ayuda de la arquitecta Montserrat Revuelta-, compraron todos los materiales y llevaron la obra. Todo desde cero. “Nos mostraron su paraíso particular: el sueño de su vida hecho realidad. Una casa para vivir, para recibir, para compartir, para soñar”, contaba la revista ¡HOLA! en sus páginas.
El trabajo de decoración también corrió a su propio cargo. Mónica tenía experiencia: un negocio dedicado a los interiores de las casas. Ella se encargó de cuidar todos los detalles y a él, simplemente, le parecía todo perfecto. “Fernando y yo coincidimos prácticamente en todo, pero cuando no estamos de acuerdo, él sabe que soy cabezota y que al final le voy a convencer”. El tándem perfecto. La diseñadora decía que “la clave está en el respeto, el amor y la confianza. También hay momentos complicados, pero cuando hay tanto amor es más fácil seguir”.
Un hogar luminoso por la mañana y acogedor por la noche. Luz natural al despertarse, pero luz tenue al acostarse. Esos fueron sus requisitos. “Necesito sol para vivir. En cuanto sale un rayito, estoy como un lagarto en el jardín”. Tanto el dormitorio como el imponente baño de su habitación recibían luz del sol desde que salía hasta que se ponía. El aseo era uno de los rincones preferidos de Mónica, con una espectacular bañera en forma de isla enfrente de la ventana, “un lugar para relajarme con velas y flores del jardín”. No obstante, sus gustos se dividían como las estaciones. En invierno, su espacio favorito era el salón. Allí leía, escuchaba música y veía a sus perros correr por el patio. En cambio, en verano, se decantaba por la terraza, donde podía hacer lo mismo que en los meses fríos, pero al aire libre.
Si existe un lugar que les encantara a los dos, ese era la cocina. Se pasaban las horas “con las manos en la masa”. Adoraban invitar a sus seres queridos y cocinar todos a la vez. “Cada uno hace un plato y disfrutamos compartiendo esos momentos con las personas que queremos”, contaba Mónica emocionada. “¡Lo pasamos tan bien!”. ¿Y sabéis dónde disfrutaban como niños? En su particular sala cine. Eran unos apasionados del séptimo arte y se pasaban allí todas las horas del fin de semana. Por no hablar de la piscina, donde se divertían con la llegada del buen tiempo.
Era una pareja muy generosa. Tenían muchas habitaciones de invitados para que todo aquel que los visitase tuviera un hueco donde dormir. “Nuestros amigos no tienen que llamar para decir que vienen. Cada uno llega cuando quiere y se queda hasta que le apetece”. Cuidaban de la mascota de su amigo Luis Medina, un teckel que jugaba con su perro “Claus”. Y en su día, prepararon el almuerzo para todo el equipo de ¡HOLA! que hizo posible el reportaje sobre su casa soñada.
Aparte de la decoración, otra de las grandes pasiones de Mónica era la moda. Le gustaba desde niña y colaboraba a menudo con Modesto Lomba. Además, su imponente vestidor lleno de ropa y complementos hizo soñar a muchas de sus amigas… lo querían igual. Tan cuidado, tan bien distribuido, parecía de exposición. Sin embargo, era lo único que la diseñadora mantenía ordenado… “soy caótica, no soporto el orden”. Eso sí, en el trabajo, era impecable. No solo lo disfrutaba, sino que ella misma confesaba: “son demasiadas horas y dejo abandonadas otras cosas por esa obsesión”. Por ejemplo, cuando le preguntaron sobre si quería tener o no hijos, ella misma dijo que estaban muy centrados en sus trabajos, pero que en algún momento tomarían la decisión.
Si algo defendían a capa y espada era el respeto, el amor y la confianza de pareja, pero, sobre todo, la comunicación. “Fernando y yo hablamos mucho y nos contamos todo. Intentamos comprendernos y apoyarnos”. Tras diez años juntos, se seguían queriendo mucho y se llevaban muy bien. “Cuando hay tanto amor y comprensión es más fácil seguir adelante y hacer más fuerte la relación”, relataba una enamorada Mónica en las últimas líneas de la entrevista. Tiempo después -en 2011- sus caminos se separarían. A los siete años de casados decidieron divorciarse. “Yo he dado el paso final para no seguir sufriendo los dos”, nos confesaba Mónica en su entrevista más personal para ¡HOLA! La decisión había sido muy dolorosa, pero su historia de amor terminó “de mutuo acuerdo”. Con el tiempo rehicieron sus vidas, Fernando junto a la multimillonaria griega Nadia Halamandari -de quien hemos recordado la boda en un artículo reciente-, y Mónica junto a José Manuel de Yzaga -con quién puso fin a su compromiso, años más tarde, en 2015-. Pero, si algo es cierto, es que nunca perdieron la buena relación que tenían.