Nunca antes una mujer había provocado tanto quitándose tan poco. Y es que, a veces, resulta más erótico un gesto insinuante, una mirada sensual, o un suave contorneo de caderas, que un cuerpo desnudo casi palpable a través de la pantalla. De este arte de la sensualidad camuflada, del sexo escondido y de los mensajes con doble sentido eran expertas las mujeres del cine clásico. Y de todas ellas, la reina fue Gilda. O, mejor dicho, Rita Hayworth. La actriz, consagrada para siempre por su papel en la película que la convirtió en mito, y concretamente, por la legendaria escena del guante, bailaba y jugaba a su antojo con esa fina línea entre el erotismo y la sensualidad. Entre la belleza carnal y la elegancia .
Su melena pelirroja era su sello de identidad, al igual que su mirada sensual, su sonrisa dulce y su figura esculpida por unas curvas infinitas. Toda su belleza arrebatadora y el talento innato para embelesar a los espectadores hicieron de ella una de las diosas del viejo Hollywood y un símbolo sexual en la década de los 50. Cuando su rostro aparecía en la pantalla, lo demás parecía desvanecerse.
“Los hombres que conozco se van a la cama con Gilda pero se despiertan conmigo”
Con motivo del 105 aniversario de su nacimiento, el pasado 17 de octubre, recordamos la vida de la actriz, marcada por el éxito y la tragedia, por la infelicidad amorosa y por encarnar el mito erótico más deseado del cine.
Rita Hayworth -bautizada entonces como Margarita Carmen Cansino- nació el 17 de octubre de 1918 en el barrio neoyorquino de Brooklyn. La gracia de la sangre española corría por sus venas, ya que su padre era un bailarín y actor sevillano, y desde que era una niña pudo apreciarse su talento para bailar. Debido a la precaria situación económica de su familia, Margarita comenzó a bailar junto a su padre en clubs nocturnos, donde una noche fue descubierta por Winfield Sheehan, ejecutivo de los estudios Fox. Sheehan vio en ella un producto que explotar, un diamante en bruto que podía esculpir hasta convertirla en la próxima estrella femenina del cine.
Aunque era hermosa desde sus orígenes, Rita tuvo que someterse a algunas modificaciones estéticas para alcanzar el éxito, algo muy común en una época donde especialmente las mujeres debían encarnar una determinada imagen para poder sobrevivir en la industria. Eran esclavas de la perfección. En el caso de Rita, se despojó de su original melena negra, y se amplió la frente y marcó el pico del pelo mediante una electrodepilación.
La película que la catapultó a la fama fue Gilda , la cinta de cine negro que en su momento llegó a definirse como ‘basura de lujo’ por algunos críticos pero que actualmente se considera un clásico indiscutible del séptimo arte. En ella, Rita encarnó a la perfección el papel de femme fatale, una mujer indomable y arrebatadoramente sexy que busca su libertad atrapada entre la amistad de dos hombres que intentan, sin éxito, someterla. Gilda es la perdición de los hombres, la sensualidad hecha mujer. Y la mítica escena del guante, una obra maestra.
Una despechada Gilda, en un acto de rebeldía contra su novio - interpretado por el actor, Glenn Ford- protagoniza un baile muy sugerente y lleno de gracia donde, poco a poco, comienza a quitarse uno de sus guantes. Considerado por algunos como el primer striptease del cine, fue una secuencia de apenas tres minutos que revolucionó los esquemas del desnudo en el cine, y que hizo que muchos se rasgasen las vestiduras ante una escena tan cargada de erotismo.
La película marcaría un antes y un después en la vida de Rita Hayworth. Su interpretación como Gilda traspasó los límites de la pantalla e impregnó para siempre la personalidad de la actriz. Rita y Gilda se hicieron una sola carne, al menos, para el público, y a Rita, la ‘diosa del guante’, le perseguiría Gilda hasta en los ámbitos más íntimos de su vida. “Los hombres que conozco se van a la cama con Gilda pero se despiertan conmigo”, decía la actriz.
Sin embargo, a pesar de la fama y de vivir afincada en el esplendor de Hollywood, la felicidad fue algo que Rita Hayworth experimentó en dosis pequeñas. Aunque deseada por todos los hombres del mundo, la vida amorosa de la actriz estuvo marcada por la tragedia. Llegó a casarse hasta cinco veces, con hombres para los que ella, la ‘diosa del amor’, parecía no ser nunca suficiente. Tuvo dos hijas: Rebeca, fruto de su matrimonio con Orson Welles; y Yasmin, a quien tuvo durante su matrimonio con el príncipe Ali Khan. Ellas fueron, según palabras de la propia actriz, “la única alegría de su vida”.
“Entre tanta gente se encuentra uno solo, ¿verdad?”, esta frase del filme Gilda, definiría la vida de Rita Hayworth. Fue una estrella abrumada por los focos, rodeada de todos aquellos que la deseaban y que querían empaparse de su éxito. Una actriz que, aparentemente siempre acompañada, era atormentada en la intimidad por una absoluta y agobiante soledad. Una mujer que, detrás del mito, “Lo único que deseaba es lo que todos buscan, en el fondo: que me quieran”.
Rita Hayworth abandonó el cine en 1972. Poco tiempo después, comenzaron los primeros indicios de un Alzheimer precoz que le harían olvidar que una vez fue la mujer más hermosa del planeta. Finalmente, falleció en 1987, con 68 años, pero la imagen de su preciosa figura enfundada en un vestido negro palabra de honor, y su melena pelirroja cayendo con gracia sobre sus hombros desnudos al ritmo de Put the blame on mame, permanecerá viva para siempre en la Historia del cine.