La historia de amor de Julio Iglesias y Miranda Rijnsburger comenzó hace 33 años, cuando sus destinos se cruzaron en el aeropuerto de Yakarta (Indonesia). El cantante tenía 47 años y la bella modelo holandesa, 22, y aquel encuentro, que él describe como un momento “mágico”, unió sus vidas para siempre. “Yo creo que he traído a la vida de Julio paz y serenidad”, nos decía Miranda en la primera entrevista que concedió a HOLA, en febrero de 1997. La pareja estaba esperando su primer hijo en común, motivo por el que decidieron compartir sus sentimientos, juntos por primera vez, con nuestros lectores.
“Es la mujer que me ha hecho más feliz del mundo. (...) La mujer a la que más quiero y la que más he querido en toda mi vida, la más importante de todas. Sin ella ya no podría vivir”, confesaba el artista español más universal, en aquel reportaje. Tras relatar ambos que el bebé que estaban esperando era “buscado y deseado”, a la eterna pregunta de cuándo pensaban casarse, Miranda respondió: “Nos casaremos cuando nazca nuestro segundo hijo”.
Pero aún esperaron unos cuantos años —e hijos— más para decidirse a sellar su unión. Fue el 24 de agosto de 2010 y en su finca de Ojén, en la Costa del Sol. La pareja contrajo matrimonio, rodeada por sus cinco niños, Miguel, Rodrigo, Cristina, Victoria y Guillermo, y sus dos testigos, el matrimonio que estaba con la familia desde hacía 30 años administrando sus propiedades. Se casaron “no en secreto, sino en la intimidad. No por sorpresa, sino por amor”, rezaba la crónica de ¡HOLA!, que siempre ha estado al lado de Julio en todos los grandes acontecimientos de su vida y, como no podía ser de otra manera, publicó la boda en exclusiva.
Fueron un total de 40 páginas, incluída la portada, las que nuestra revista dedicó al esperado enlace. Además de las imágenes de la ceremonia religiosa, que se celebró en la parroquia de la Virgen del Carmen, de Marbella, y fue oficiada por el padre Luis de Lezama, asistido por los padres Juan Mari Laboa y Roberto Rojo, el extenso reportaje incluía varias fotografías de los novios posando con sus hijos; de Miranda recogiendo flores de la planta de jazmín que cubre la fachada de su casa; de los niños haciendo sonar con entusiasmo la campana de la capilla de la finca...
“Nos casamos aquí porque tanto yo como mi mujer adoramos España y estamos muy felices en nuestra casa, en Marbella. Mi mujer, por mis raíces españolas, se siente tan española como holandesa, y nuestros hijos se sienten también muy españoles”, nos confesó Julio tras la boda.
Para la ocasión, la novia llevó dos trajes, ambos blancos, en algodón y encaje, firmados por Oscar de la Renta, gran amigo de Julio Iglesias y socio suyo en el Grupo Punta Cana. El novio vestía también de blanco, con pantalón de algodón y camisa de lino. Y los niños, Miguel, que estaba a punto de cumplir 13 años; Rodrigo, de 11; Victoria y Cristina, de 9, y Guillermo, de 3, usaron conjuntos del mismo color.
Una vez convertidos en marido y mujer, Julio y Miranda y sus cinco hijos regresaron a su finca, en Ojén, y celebraron una Misa de acción de gracias en la capilla de su jardín, entre la casa y la piscina desde la que se ve el mar. “Más que rezar, doy las gracias”, nos contaba Julio en una entrevista a corazón abierto, en el mes de marzo de ese mismo año, cuando se cumplían las primeras dos décadas de su vida junto a Miranda. “Se cumplen veinte años de emociones, de admiración profunda por ella; veinte años de muchas cosas bonitas, veinte años que volvería a repetir ahora mismo”.
En ese momento, la pregunta de ¿cuándo vais a casaros, Julio?, ¿cuándo vais a darnos esa alegría?, esa noticia tan esperada seguía flotando con el interrogante abierto, sin respuesta. “A veces, no lo entiendo ni yo”, nos decía entonces el cantante, al contestar con evasivas, por enésima vez, a la misma cuestión: “Yo con mi mujer he hablado de boda cinco o seis veces, con la cabeza y con el corazón, no sólo con la emoción. De hecho, lo hemos arreglado todo para casarnos en un par de ocasiones... y al final no hemos seguido adelante. Y eso que tenemos a un padre muy amigo esperando para casarnos”.
“Desde hace años, tengo una vida totalmente diferente. Tengo una familia maravillosa. Tengo una vida muy estable. Soy mucho más generoso con todo, tengo menos prejuicios, tengo menos culpabilidad, juzgo menos y trato de no cometer errores y de ser mejor. En definitiva, trato de aprender”, reflexionaba Julio en aquella entrevista publicada cuatro meses antes de la boda.
Tras la boda, en conversación con HOLA, Julio nos habló de lo que significaba el paso que habían dado para ellos: “Es un momento importantísimo en nuestras vidas y en las de nuestros cinco hijos, que, al haber ya crecido lo suficiente, han entendido perfectamente el significado de este momento y se han emocionado muchísimo. A nosotros también nos ha emocionado profundamente compartir con ellos este momento tan especial”.
El artista explicó también por qué se habían decidido a contraer matrimonio en ese instante, después de veinte años juntos, y no antes. “En realidad, habíamos hablado de matrimonio desde hace doce años, pero nos sentíamos como casados. Ahora hemos decidido formalizar nuestra relación civil y eclesiásticamente. Que se hayan cumplido veinte años desde que nos conocimos no ha sido el motivo. El motivo principal es que era el momento justo”.
Cuenta la leyenda que el de Julio y Miranda fue un amor a primera vista. Que, en cuanto Julio divisó la belleza dulce de Miranda en una escala afortunada, al bajarse de un avión, en uno de sus viajes alrededor del mundo, le dijo a quien lo acompañaba: “Esa va a ser mi mujer”. Desde entonces, poco a poco, a fuego lento, se fue cocinando esta historia. Pronto nos acostumbramos a verles juntos, a encontrarnos con la sonrisa de Miranda a pie de escenario, a la sombra del artista. Luego llegaron los niños, que ya son adultos. Y así han pasado ya 33 años... Y los que están por llegar.